El patrullero Gabriel Guerrero, un hombre de 30 años, quien trabaja desde hace 10 años en la Policía Nacional, salía a almorzar cuando de repente vio a una persona estaba en riesgo de ser atropellada por un vehículo de transporte público.
Se trataba de un habitante de calle que estaba sobre el separador de la avenida de las Américas con calle 50, cerca del comando de la Policía de Cundinamarca, donde labora Guerrero.
El hombre se encontraba totalmente desnudo y bajo los efectos de los alucinógenos, lo que le conmovió al patrullero de la Policía que no perdió la oportunidad para prestarle ayuda.
“Observé a un hombre desnudo y me dolió la indiferencia de algunas personas que pasaban“, dijo Guerrero.
El patrullero al ver el riesgo que estaba teniendo el hombre de inmediato le tendió la mano y lo condujo a otro lugar donde le suministró ropa para que se cubriera, le dio de comer y le ayudó para que fuera atendido por una ambulancia.
“Lo trasladé a un lugar seguro y le compré una empanada y una gaseosa para que se alimentara- contó el patrullero-. Luego me despedí y me dijo que era un ángel”.
Varias personas que estaban en el lugar fueron testigos del hecho y lo grabaron con su teléfono celular. En redes, la gente aplaudió al patrullero.
Vocación de servicio
Pero esta no es la única vez que este patrullero ha ayudado a personas en la ciudad.
En el comienzo de su carrera trabajó dictando clases en ‘Escuelitas por la vida’, un programa liderado por la Policía en la localidad de Ciudad Bolívar para educar a los niños de la zona.
“Yo tenía 10 estudiantes de 3 a 6 años a los que les enseñaba a leer y a escribir“, narró Guerrero.
Además, el patrullero ha demostrado tener gran sensibilidad con los animales pues promueve la adopción responsable de animales.
De hecho, hace unos años adoptó a Tomás, un perrito criollo.
“Tomás llegó hace un año y medio a mi vida, llegó al CAI La Calera. Allí lo rescatamos y lo adopté“, contó.
Guerrero sabe que ser policía es también tener una vocación de servicio y ayuda a los demás. Por esto tiene claro que sus actos se repetirán por las personas y los animales que habitan Bogotá.
