Estudiantes de Usme hacen y enseñan agricultura urbana

Publicado:
27
Jun
2013
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Estudiantes y docentes del colegio distrital Eduardo Umaña Mendoza en la localidad de Usme, enseñan cómo hacer agricultura urbana. Se trata de una modalidad de cultivo que desde hace dos años se lleva a cabo en esta institución, con la cual se busca aprovechar los espacios reducidos y las condiciones de ciudad para producir alimentos orgánicos a bajo costo y de calidad.

Así lo demuestran estos estudiantes y docentes para quienes una botella plástica, una caneca o un recipiente son elementos perfectos para poner en práctica una forma diferente de cultivar y consumir algunos alimentos, todo dentro de la comodidad del hogar.

“Hemos producido papa, legumbres y hortalizas para el consumo de los estudiantes y para la venta a los padres cuando tenemos las entregas de boletines”, afirma la docente Lida Carrillo para quien la clave está en las ganas y la creatividad que se tengan a la hora de sembrar y cultivar.

“Usamos los residuos de la cocina como cáscaras de papa, plátano o frutas, un poco de tierra para fabricar los abonos y contenedores que pueden ser botellas de gaseosa o tarros de aceite para los semilleros”, cuenta la docente.

Aunque en el colegio se han creado semilleros, espacios para lombricultura y cultivo de semillas a escala mayor, madres y estudiantes afirman que este tipo de agricultura también se hace en casa. Para esto han tenido en cuenta varias recomendaciones:

  • Cultivar en espacios como balcones, paredes o techos que no impidan su desplazamiento y faciliten el acceso al contenedor.
  • Tener un espacio con buenas condiciones de luz y corriente de aire permanente.
  • Tener un contenedor de mínimo 20 cm de profundidad.
  • Preparar la tierra con desperdicios orgánicos de origen vegetal por 3 semanas o más.
  • Monitorear constantemente y no dejar de reciclar.
Aunque existen diferentes procesos dentro de esta técnica, la más usada consiste en adecuar un recipiente como una botella o una caneca para la siembra. Luego mezclar los desperdicios orgánicos con la tierra en forma de capas y mantenerla húmeda.

Se recomienda tener un recipiente adicional para conservar los desperdicios orgánicos que se produzcan en casa. Al cabo de dos semanas empezará a notar una coloración café oscura, lo cual indica que el ‘compost’ está listo para ser usado en el cultivo.

En otro recipiente se realizará la siembra con tierra húmeda y el ‘compost’ preparado. La semilla se debe colocar a una profundidad de tres veces su tamaño y monitorear diariamente.

Es importante recordar que cada especie tiene su tiempo de crecimiento. “El cilantro o el rábano se tienen en 28 días. Una lechuga en tres meses, coles cuatro meses, zanahoria cinco meses, papa seis meses”, precisa Estanislao Córdoba, padre de familia y participante en el proyecto, para quien el proceso es más sencillo de lo que parece: “A nivel de frutas, las semillas pueden salir de la casa. Si me como una uchuva le saco las pepitas y sirven como semilla y ahí está la materia prima para empezar”.

Agricultura urbana, un proyecto con sentido:
De acuerdo con María del Carmen León, docente de preescolar, el proyecto de agricultura urbana ha facilitado el trabajo de la lectura y la escritura en los estudiantes con edades entre los 3 y 8 años. “A medida que los estudiantes adquieren el código lector y escritor se motivan a trabajar en la huerta. Están aprendiendo a hacer abono y a escribir la receta. Están escribiendo y leyendo con sentido”.

León reconoce la motivación de sus estudiantes. “Les gusta mucho ensuciarse las manos, traen insectos y aprenden cada vez más sobre la importancia de sembrar sus propios alimentos”.

Sin embargo, para la docente es importante que el proyecto también se haga en casa y que haya intercambio entre la comunidad. “Si queremos tener todos los alimentos que a diario consumimos, tenemos que pensar en la posibilidad de intercambiar lo que cada uno produce, de esa manera sería sostenible”, asegura.

La agricultura urbana en Bogotá:
Para Diego Gutiérrez, coordinador técnico de Agricultura Urbana del Jardín Botánico, este proyecto responde a la problemática de seguridad alimentaria en la ciudad, en la medida en que permite el consumo de alimentos sanos y frescos.

Este agricultor proveniente del Chocó afirma que tiene dos mujeres a las que quiere por igual: “gracias al proyecto del colegio en mi casa tengo dos mujeres, una que me dio mis hijos y la otra, las aromáticas…a ninguna de las dos las puedo dejar”, concluye jocosamente al referirse a su esposa y a la madre tierra.