La música no tiene condición social, los instrumentos no discriminan materiales

24·OCT·2013
Un corno francés o trompa cuesta en Bogotá entre 560 mil y tres millones de pesos, razón suficiente para que Johan Yepes, estudiante de música del Insti...

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Un corno francés o trompa cuesta en Bogotá entre 560 mil y tres millones de pesos, razón suficiente para que Johan Yepes, estudiante de música del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron) y amante del sonido épico del instrumento de los guerreros en la antigüedad, tuviera que recurrir a su creatividad para poder ensayar sus acordes sin tener uno.

Tomó una manguera de gas, un embudo, dos abrazaderas y cinta; los cortó, los ensambló y enrolló la prolongada pieza para hacerla más cómoda y que se asemejara  al instrumento que interpreta en la banda sinfónica del Idipron. Desde hace tres meses sale del ensayo en el instituto y puede practicar en su casa.

“No tenía como ensayar, entonces lo armé. Corté la manguera hasta que me dio el sonido de un Sí Bemol y puedo practicar hasta 12 armónicos”, destaca el joven que, durante una tarde de ensayos con la banda, conoció un grupo de mexicanos que hacen, como él, música con instrumentos creados con sus propias manos.

“Siempre había querido tocar con un grupo así y hoy vinieron a contarnos lo que hacen, dijeron que quién se animaba a tocar y yo lo hice con mi ‘invento’”, afirmó.

Y es que el grupo mexicano ‘Basura’ llegó a Bogotá para participar en el Segundo Festival Basura Cero, para unirse a otros grupos que alrededor del mundo encuentran en los materiales reciclados, insumos para hacer música.

“Queríamos hacer un grupo con géneros diferentes y para eso requeríamos instrumentos distintos, pero no teníamos los recursos económicos. Por influencia del grupo argentino Les Luthiers decidimos hacer nuestros propios instrumentos, económicos, con lo que otros desechan”, destacó Fernando López ‘Fores’, del grupo mexicano.

Ellos, junto los bogotanos de Latin Latas, acompañaron una tarde de ensayos en el Idipron para contarles su experiencia a los jóvenes que encontraron en la música una opción de vida y para demostrarles que los recursos económicos no son un obstáculo para hacer lo que más les gusta.

“Existe un gran movimiento cultural para hacer sensibilización ambiental con instrumentos hechos con materiales reciclados, buscamos llevar el discurso a la acción y demostrar con ejemplos cómo es posible transformar el mundo. Así como ellos encontraron en la música una opción, en la música misma hay alternativas que van de la mano con las necesidades del medio ambiente, entendiendo que hay jóvenes en situaciones de vulnerabilidad y que no siempre hay posibilidades económicas”, destacó Andrea ‘Latas’, líder del grupo capitalino.

Durante la sesión, los estudiantes conocieron algunos de los instrumentos que los grupos han inventado. El  tromlavapiñotubón, la batería candelosa escandalosa, el babybajo y la trompecabeza acompañaron el sonido tradicional de la marimba y la batería que algunos de los estudiantes se animaron a tocar improvisadamente, incluso el corno de Johan, al que bautizaron cornomanguera.

“Se trata de observar, imitar, imaginar y equivocarse. Tratamos de divertirnos creativamente y eso ha resultado en que nuestro espectáculo resulte atractivo aunque no nos lo propusimos. Lo que hicimos con los músicos que se están profesionalizando y que usan instrumentos clásicos, es la oportunidad de demostrar que la música es un lenguaje y que no tiene condiciones sociales”, destacó ‘Fores’.

Tras la visita, algunos de los estudiantes del Idipron afirmaron estar interesados en construir sus propios instrumentos, mientras que los invitados destacaron la posibilidad de la música para superar los problemas sociales y al finalizar el concierto le lanzaron su premisa a la audiencia “Y si no les gustó, comiencen a aventarnos cosas para seguir haciendo instrumentos”.