Cómo Karen superó el Cutting, práctica autolesiva que afecta a miles de jóvenes

Atención de jóvenes
La depresión se ha agravado en los jóvenes por culpa de la pandemia del COVID-19. Foto: Idipron
Publicado:
21
Mayo
2021
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En el mundo se ha visto un crecimiento en la práctica autolesiva del Cutting, este síndrome que consiste en infringirse autolesiones cortándose en distintas partes del cuerpo, en especial en las manos, antebrazos y piernas; una práctica principalmente llevada a cabo por jóvenes.

Karen Julieth es una joven bogotana que lo ha sufrido e incluso, en algún momento, llegó a atentar contra su vida, afectada por una depresión que sufre desde niña, debido a que fue agredida por un hombre, un tema del que prefiere no acordarse.

“Me corté, a los tres meses después de haber cumplido los 18 años. No entendía nada, por qué no les veía sentido a las cosas. Estaba estudiando y a veces iba y a veces no”, recuerda y agrega que ni siquiera la hija que recién había tenido, y a la que en un comienzo le costó aceptar, le daba las fuerzas necesarias para seguir adelante con su vida. “Fue en una época que estuve sola, estuve a punto de quitarme la vida, pero no sé qué pasó. Creo que llegó mi mamita. Y me dijo que no, que qué estaba haciendo”.

Ese fue uno de los varios intentos que hizo, por la desazón y por el rencor que guardaba en su mente y en su corazón.

El cutting es un mecanismo de transposición

Para Rodrigo Meléndez, médico del área de la salud de Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud, Idipron, y todo un experto en el tema que trabaja hace muchos años con habitantes de calle y población vulnerable, este caso se puede enmarcar en el cutting, una práctica que evidencia que esas heridas son porque la víctima se imagina que en el antebrazo tienen la imagen del abusador y al cortarse, es como si le cortaran la cara al abusador. “Es lo que se llama un mecanismo de transposición en el que una imagen se cambia por otra y sienten como si estuvieran cortando al agresor”, sostiene el especialista.

Por fortuna Karen tuvo asistencia a tiempo y hoy le agradece al Idipron, a donde llegó hace cuatro años, cambiando la tonalidad gris que tenía su vida por una más brillante y esperanzadora, gracias al acompañamiento y al apoyo profesional que le brindaron.

“A mí me trató una psicosocial y ella me decía que uno tenía que perdonar y seguir adelante para tener un mejor futuro y yo fui aceptando las cosas. Recuerdo que me decía que si quería un mejor futuro para mi hija debía luchar y dejar todo atrás”.

La pandemia trajo depresión, ansiedad y estrés postraumático

Pero, este caso no es exclusivo entre los jóvenes y es más común de lo esperado, agravado por la pandemia del COVID-19.  Según el equipo psicosocial de Idipron, la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático debido a la crisis socioeconómica y a la incertidumbre sobre el futuro, estas son algunas de las problemáticas detectadas entre los beneficiarios del Instituto, tras un poco más de un año de la llegada del coronavirus al país. El doctor Meléndez, añade que, “Las comunidades más vulnerables son las que han sufrido fuertemente los impactos de la pandemia”. 

Por esta razón, aparte de los habituales acompañamientos, desde hace un mes funciona en el parque La Florida, en el occidente de Bogotá, una unidad especializada para los beneficiarios de Idipron que tengan o no problemas de adicción a sustancias psicoactivas y que se especializa en la salud mental con profesionales en psicología y psiquiatría, además de la atención en medicina general y odontología.

Una nueva sede para la atención especializada en salud mental

“Se trata de un convenio con la Secretaría de Salud de Bogotá, Red Sur Occidente que, aparte de atender a los jóvenes con este tipo de afectaciones, permitirá modernizar la UPI La Florida, la cual necesita inmediata inversión de recursos para revertir el proceso de deterioro que afecta su infraestructura y que la pone en grave riesgo de perderse”, anunció el director del Idipron, Carlos Marín.

Y es que proyectos como este, son los que han permitido salvar miles de vida de jóvenes que en medio de las carencias y las dificultades caen en la depresión, que, para la Organización Mundial de la Salud, OMS, es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.

“A veces me entra las ganas de no vivir por la depresión, pero la psicosocial me dijo que tenía que contar hasta veinte, suave, y me ha ayudado ‘reharto’", cuenta Karen, quien tiene un motivo más para no dejarse hundir, pues hace cinco meses tuvo su segundo hijo. “A veces digo: ya no quiero seguir con esto, estoy aburrida, ya estoy cansada, pero entonces digo, no, yo tengo dos hijos, yo puedo, yo puedo y pues me mentalicé que sí puedo”.

Ciclorruta
Jóvenes de Idipron trabajan en las ciclorrutas de la ciudad. Foto: Elías Villamil

Idipron siempre le ha abierto las puertas

En medio de su trabajo como uno de los 300 jóvenes de Idipron que apoyan la seguridad en las ciclorrutas, esta mujer, de figura estilizada y mirada café esperanza, no para de agradecer todo lo que el instituto ha hecho por ella, no obstante haberse salido tres veces del proceso, al que ha vuelto porque siempre le han dejado abiertas las puertas. 

“Yo aspiro a seguir estudiando, quiero ser una arquitecta. Terminar mi estudio de diseño gráfico, tener una casa propia, un buen trabajo, estable”, contesta al preguntarle por sus sueños, sus ilusiones, entre las que, por supuesto, aunque le de guayabo, está el ver crecer a sus pequeños hijos, pero que igual sabe han sido un gran soporte para seguir con vida y apostarle a un futuro con más oportunidades y en el que cada día esté más lejos de la depresión, la gran enemiga invisible a la que con apoyo y determinación le sigue ganando la batalla.