El Teatro Colón es uno de los escenarios artísticos más importantes del país, su estilo arquitectónico maravilla todos los días a miles de turistas que recorren las calles del centro de la capital. Hoy, en el día internacional del teatro, le contamos cuál es la historia detrás de este edificio insignia de la ciudad.
Primer acto: la construcción
La historia del Teatro Colón hunde sus raíces en Italia. A finales del siglo XIX, en octubre de 1880, el destacado arquitecto, Pietro Cantini, que estaba en la cumbre de su potencial creativo hizo sus maletas para salir de Florencia, la ciudad donde venía desempeñándose como profesor de la Escuela de Bellas Artes.
Luego de haber escuchado el rumor de que, en Colombia, un país tropical que hace poco había dejado de ser colonia española, necesitaban un arquitecto para terminar el Capitolio Nacional, uno de los edificios oficiales destinados a resguardar el poder público, el ingeniero, especializado en arquitectura, no desatendió la oportunidad y se enfiló hacia Bogotá.
Bajo las órdenes del entonces Presidente Rafael Núñez, Cantini asumió la dirección del proyecto del Capitolio, trabajo que le ocupó hasta 1887. Dos años antes de finalizar, se le encargó la construcción de un escenario artístico que ostentaba el tentativo nombre de Teatro Nacional y sería construido en un lote expropiado por el Gobierno donde antes habían funcionado el Coliseo Ramírez construido en el siglo XVIII y el Teatro Maldonado.
Levantar el Colón no fue fácil, la idea que Cantini tenía en mente era tan sofisticada que requirió crear una escuela de oficios para dar a los obreros el conocimiento necesario para trabajar en la obra.
Fueron formados 162 personas, quienes invirtieron su fuerza de trabajo en la construcción y decoración. Entre los maestros se mencionan nombres como el ornamentador suizo Luigi Ramelli, el escultor italiano Cesare Sighinolfi y a los pintores Filipo Mastellari y Giovanni Menarini.
El predio era pequeño por lo que el arquitecto italiano pensó que lo más conveniente era construir un teatro de herradura, muy popular en Italia y de herencia barroca. La primera piedra se puso en octubre de 1885 y se inauguró oficialmente el 12 de octubre de 1892 durante la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América. Entonces, en razón de la coyuntura, el teatro se bautizó como Cristóbal Colón.
Segundo acto: la pausa
Pasear por el centro histórico de Bogotá siempre es una experiencia placentera. Fachadas coloniales, imponentes construcciones, senderos peatonales abarrotados de productos típicos, cafés y restaurantes son algunas de tantas cosas que se pueden disfrutar en esta zona de la capital.
En la calle 10 con carrera 5, frente al edificio donde hoy funciona la Cancillería, se erige, vistoso, el Teatro Colón. Frecuentemente es fotografiado por los visitantes, admirado por características externas e internas donde se han podido apreciar sin fin de eventos relacionados con la danza, la música y el teatro.
Este lugar era el epicentro de la cultura en el país, no obstante, un siglo de funcionamiento no pasó en vano, y en 2005 el Ministerio de Cultura empezó a desarrollar un proyecto de renovación de la estructura.
Las primeras evaluaciones hicieron notar varias fallas en temas de sismorresitencia, sistema contra incendios, redes eléctricas y sanitarias, desgaste en los adornos y pinturas, incluso una desactualización técnica en temas de sonido e iluminación.
Se pensó la restauración en tres etapas que comenzaron en 2008 y el proceso no estuvo exento de polémica. Decisiones como remover la silletería de platea, reemplazar la araña que colgaba del techo, fueron algunos de los cambios que se sometieron al debate público.
Sin embargo, la actualización de la caja escénica o la instalación de un ascensor para personas discapacitadas, la modernización de los camerinos, la tramoya y la iluminación permitieron que el Colón se adaptara a los nuevos tiempos. La renovación demoró seis años.
Tercer acto: el retorno
El 25 de julio de 2014, luego de permanecer cerrado al público por el plan maestro de renovación, las puertas del Teatro Colón volvieron a abrirse. Dos días antes, en una ceremonia especial, el entonces presidente de la República, Juan Manuel Santos, ofrecía un discurso en el que resaltaba la importancia del arte y la cultura para un país a través de sus edificaciones más emblemáticas.
“Seguramente este Teatro de Cristóbal Colón tiene sus propias presencias del pasado que lo hacen más mágico, más interesante y más auténtico”, decía entonces el mandatario.
Las tres etapas de reconstrucción del Teatro estuvieron alrededor de los 50.000 millones de pesos y tiene pensado realizar nuevas mejoras por un estimado de 3.100 millones de pesos extra.
Ese es el Teatro Colón, el teatro de los bogotanos y los colombianos. Cuando lo visite no deje de recorrer sus pasillos, contemple su elegante vestíbulo, el telón de boca con bellas figuras pintadas por el pintor italiano Annibale Gatti, donde puede identificar 36 personajes de distintas óperas entre las que están Hamlet, Rigoletto y Fausto.
Cuando se siente en una de las 785 sillas contemple el techo y observe la lámpara de Ramelli rodeada por el plafón del teatro, elaborado por Filipo Mastellari y Giovanni Menarini, donde se aprecian seis de las nueve musas griegas.
Hoy el Teatro Colón es el espacio de todas las artes, desde la ópera hasta el Hip Hop tienen cabida en sus presentaciones. Visítelo, no se arrepentirá.