En el colegio Fabio Simonelli de la localidad de Usme, tres docentes exploran la tecnología con creatividad para enseñar a sus estudiantes que en el conocimiento también hay diversión.
-“¿Podrías crear una prótesis para un soldado que perdió un brazo durante un combate?” Pregunta Deivid Tique, un espigado estudiante del colegio Fabio Lozano Simonelli de la localidad de Usme.
-“No tengo idea”, le responde un adulto asombrado.
-“Pues mire, con algunas nociones básicas de hidráulica y un software libre de programación, creamos uno” asegura el joven de 16 años mientras señala una mano hecha con palos de escoba que se mueve al presionar unos cuantos botones.
La mano es rústica pero causa admiración en quienes la ven. No es que este hombre nunca haya visto un ejercicio de robótica educativa, es que “jamás un pelado me había dejado sin respuestas”, como él mismo dice mientras se retira a paso lento.
En resumidas cuentas: eso es Robarte’. Un proyecto que, al sur de Bogotá, enseña a niñas, niños y jóvenes a pensar antes de hacer, y de paso, los ‘roba’ de la calle para cambiar violencia por robótica, arte y tecnología.
“Cuando llegué a mi clase me di cuenta que nos enfocábamos más en el resultado pero no en el proceso. Los niños estaban acostumbrados a resolver el ejercicio pero no a pensar en el porqué del problema. Ellos pensaban que las respuestas las tienen los especialistas y eso no debe ser así porque uno debe potenciar las habilidades de sus estudiantes” dice Alexandra Sierra, la joven y curiosa docente de bachillerato que creó este interesante proyecto.
Tomando su clase de tecnología como escenario, la profe Alexandra decidió investigar más sobre la robótica educativa, tema que aunque no conocía era llamativo para sus estudiantes.
Siete viejos computadores fueron el punto de partida. No tenía mucho, pero como ella dice: “si están las ideas luego llegará el apoyo”.
Alexandra aprendió a manejar un software de programación gratuito, que luego le enseñó a usar a sus estudiantes y fue así como los palos de escoba se convirtieron en brazos artificiales con movimiento y las bolas de icopor en cabezas con ojos que se abren y se cierran al entrar en contacto con la luz.
Rápidamente el intrépido experimento dio frutos y tras conseguir el apoyo de Colciencias, esta docente fue elegida por la convocatoria del Ministerio de Educación Nacional para tomar el curso ‘Uso Pedagógico y la Comunicación "ICT Training for Colombian Teacher"’ en la ciudad de Incheon, en Corea del Sur.
El objetivo se estaba alcanzando pero Alexandra quería más y como les pasa a las buenas ideas, ‘Robarte’ creció y encontró en los profesores Sandra Cárdenas y Boris Rocha la compañía que faltaba para continuar fortaleciéndose.
Una aventura que nadie se quiere perder
“A uno de los profesores del colegio lo robaron cerca al colegio entonces decidimos ponerle al proyecto ‘Robarte’ para mostrar como una realidad tan compleja como la de Usme se puede cambiar de una manera positiva. Esto permite, además, que nuestros estudiantes vean que hay otras opciones”, asegura la profe Alexandra.
“Le robamos los niños a la calle para que cambien la violencia por esperanza”, agrega Sandra Cárdenas, experta en diseño y responsable de incluir a niñas y niños de primaria en este proyecto.
Frente a los 40 estudiantes que conforman el proyecto ‘Robarte’, Sandra inicia una de las tres clases que el grupo tiene a la semana: una de diseño con ella, otra de robótica con Alexandra y una de lenguaje con el profe Boris Rocha.
“¿Cómo pueden transformar el espacio del colegio para que un compañero en silla de ruedas pueda acceder a la segunda planta?” pregunta Sandra a sus estudiantes y tras unos minutos de ponerlos a trabajar en equipo, pasa por cada grupo para ver las ideas que resultaron.
Ángel Cárdenas, estudiante de octavo grado y uno de los nuevos integrantes del grupo le muestra unos trazos de un dibujo y le dice: “pues profe, se nos ocurrió poner en el borde de las barandas un motor con un gancho para que sujete la silla de ruedas”.
-“¿Y por qué no una rampa?”, indaga Sandra.
-“No, porque aquí es inclinado y al compañero le tocaría hacer mucho esfuerzo para subir”, responde el chico.
La profe asiente y los invita a pensar en cómo diseñar el artefacto.
Desde finales de 2013 y principios de 2014 ‘Robarte’ cuenta con el apoyo del proyecto ‘C4: Ciencia y Tecnología para Crear, Colaborar y Compartir’, un convenio entre la Secretaría de Educación y el Centro Ático de la Pontificia Universidad Javeriana que busca que 6.400 estudiantes de colegios distritales potencien "el trabajo colectivo y creativo con ciencia y tecnología".
Este espaldarazo ha impulsado mucho más las ganas de trabajar de estos tres profesores en cada una de sus áreas de experticia. Por ejemplo, Boris Rocha les enseña a los estudiantes técnicas de expresión y manejo del lenguaje para que pierdan el miedo a la hora de exponer y manejen un lenguaje fluido y elaborado.
“Son cosas sencillas, como decir oprimir en lugar de espichar, pero les ayuda mucho y creo que esa es una de las grandes ventajas de este proyecto, pues el carácter interdisciplinario fortalece la formación de nuestros niños”, comenta Rocha.
Con la llegada del profesor de teatro de C4 este trío de docentes y sus 40 pequeños investigadores se encuentran preparando una obra de teatro para mostrarle a todo el colegio que la ciencia y el arte no riñen. Todo lo contrario, entre más lenguajes y ciencias del conocimiento confluyan en un mismo espacio, más grandes son las posibilidades de crear, de imaginar, de aprender.
La escasez, la excusa para crear
Como lo señaló el experto en educación y comunicación Jesús Martín Barbero durante la ‘Semana C4’, que tuvo lugar el pasado mes de agosto y que mostró los procesos que este proyecto adelanta en 200 colegios del distrito, esta iniciativa de la SED y el Centro Ático de la Universidad Javeriana es el sueño de transformación de la escuela.
“Para hablar de una nación feliz hay que hablar de sujetos escritores y esto se debe desarrollar en la escuela, los chicos deben aprender a escribir sus sueños, su vida, y para ello deben crear, indagar, tener curiosidad y creo que esto es lo que busca este proyecto”, señaló Barbero.
Es precisamente esta idea de transformar la realidad para darle a las nuevas generaciones la opción de un futuro mejor por la que Alexandra, Sandra y Boris trabajan sin descanso.
“Yo no me canso de decirle a mis estudiantes que yo, como ellos, fui estudiante de colegio Distrital. He estudiado y he salido del país sin un peso en el bolsillo, demostrando que si yo pude, ellos también pueden hacerlo”, asegura Alexandra, una exitosa egresada de la Escuela Normal Superior Distrital María Montessori.
Para la profe Alexandra ha sido un maravilloso descubrimiento darse cuenta del impacto que ‘Robarte’ ha tenido en sus estudiantes.
La historia de Daniel Contreras, el joven que casi deserta del colegio pero que cuando grabaron el video de C4 se lo mostró a toda su familia y así convenció a su mamá de no enviarlo con su padre a trabajar, es uno de esos casos que tocan sus fibras más sensibles.
“Yo me enteré porque la hermana vino un día y me dio las gracias y fue muy lindo. Ahí se mide el impacto que ha tenido el proyecto. También hemos alejado niños de las drogas porque les decimos que hay que cuidar las neuronas porque para la robótica necesitamos gente pila”, comenta Alexandra.
Lo que Barbero llama ‘traspasar las fronteras de la escuela’ se ha experimentado al 100% con ‘Robarte’ pues, a través de la plataforma digital, los estudiantes del Fabio Lozano Simonelli han compartido sus videos con docentes y alumnos de todo el mundo, con quienes han iniciado un proceso de retroalimentación.
“Un profe de Chile vio el video donde mostramos cómo hicimos una flor y él nos invitó a realizarla con otro mecanismo. Mi estudiante lo hizo y se lo compartimos, fue una gran experiencia” recuerda la docente.
Como lo señala la rectora del colegio Fabio Lozano Simonelli, Amanda Díaz, ‘Robarte’ seguirá creciendo porque “la idea es extender este proyecto a todo nuestro colegio para institucionalizarlo”.
Ojalá que, como lo señaló el maestro Barbero, “todas las iniciativas de estas maestras y maestros dejen de ser individuales para tener por fin el país que todos queremos reinventar”.
Mientras estas ideas se hacen realidad, Sandra y Boris seguirán pensando que en la escasez arranca la creatividad, y Alexandra, continuará estudiando para contagiar a más docentes con la idea de formar estudiantes pensantes y críticos, que construyen robots pero que están muy lejos de ser autómatas.
Por Paula Andrea Fuentes B.
Fotos Julio Barrera