Cuidar el agua, un compromiso que no se puede quedar en discurso
24•Jun•2025
La siguiente frase, más que una reflexión, es casi que un axioma, una afirmación irrefutable: como sociedad estamos obligados a cambiar ciertos hábitos que nos permitan ahorrar agua y usarla de forma eficiente, ¡y es urgente!
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Esta visión sobre el consumo de agua cobra cada vez más fuerza y se ha ganado un espacio en la conducta de más y más personas, al menos en Bogotá, luego del racionamiento que vivió la ciudad durante un año completo que, de paso, fue una decisión acertada. No solo nos permitió recuperar el nivel de los embalses, también fue un cimbronazo a la conciencia ambiental que es hora de despertar.
De acuerdo con cifras de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, del total del agua potable que una familia de cuatro personas consume, un 23 % es ingerida y usada para cocinar. El 58 % del consumo se concentra en aseo personal, 10 % se usa en aparatos sanitarios, 7 % en lavado de ropa y el 2 % en el aseo del hogar. Esta “torta” estadística ya nos da luces para pensar hacia dónde podemos apuntar y lograr un ahorro: sí, los tiempos en la ducha.
De otro lado, antes de las restricciones, la ciudad y municipios vecinos consumían a diario alrededor de 19m3/sde agua potable. Con las restricciones y las campañas en favor del ahorro nos permitieron llegar a un caudal medio de unos 17m3/s. En cuanto a la capacidad de abastecimiento, la ciudad actualmente alcanza los 20,99 m3/s, casi un 20 % más si se compara con los 16,94 m3/s que se registraban en el año 2021, por ejemplo.
Estas cifras de la Empresa de Acueducto asoman ciertos avances que hemos logrado en materia hídrica. El llamado al ahorro y uso eficiente del agua está surtiendo efecto, al punto que ha trascendido más allá de los discursos ambientalistas para popularizarse entre narrativas políticas y conversaciones de a pie.
Bogotá toma acción
Pero no podemos quedarnos en discursos. Hay que intensificar acciones, adoptar políticas para el cuidado del agua y modificar hábitos individuales y colectivos. Y aquí es donde la Secretaría del Hábitat, junto con las entidades que conforman el sector, aparecemos para allanar caminos que protejan el agua en Bogotá.
Fortalecer la infraestructura y optimizar el sistema de abastecimiento, restaurar páramos ríos y humedales, definir un ordenamiento territorial alrededor del agua, promover el aprovechamiento de la ciudad construida, desincentivar el consumo e incentivar medidas de uso eficiente, explorar aguas subterráneas, revitalizar espacios públicos desde el enfoque de soluciones basadas en la naturaleza, son algunas acciones que promovemos y entre las cuales venimos avanzando para lograr ese propósito. Pero hay una en particular que quiero abordar en esta columna: el reúso de agua lluvia.
En Bogotá estamos apostando por el aprovechamiento de este recurso, y lo hacemos desde distintos frentes. Avanzamos en la implementación de kits de reúso de agua lluvia entre los 12.000 mejoramientos de vivienda que tenemos previstos dentro de nuestro Plan de Vivienda ‘Mi Casa en Bogotá’. Este recurso, hay que aclarar, tiene el propósito de capturar el agua para actividades no potables, como riego, limpieza de espacios y los sistemas sanitarios.
Estos kits, que buscamos implementar aplicando todos los criterios técnicos y pensando en que perduren en el tiempo, ya han sido abordados con éxito en ciudades del mundo pioneras en temas de resiliencia y sostenibilidad urbana, como Singapur, Londres, Ciudad del Cabo, Sidney, Madrid, entre otras, lo que refleja un cambio global hacia la gestión eficiente del agua.
Los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), por ejemplo, son otra alternativa de captación de agua lluvia que estamos implementando y que nos permite reutilizarla en tareas como riego para jardinería o limpieza del espacio público.
Esta estrategia, que va más allá de aprovechar el agua lluvia como simple raciocinio, cobra mayor valor cuando estudios y análisis como la Evaluación de Riesgos Climáticos del Distrito Capital, o el Análisis de Vulnerabilidad y Riesgo por Cambio Climático en Colombia del IDEAM, estiman que es cuestión de tiempo, unos 15 años, para que Bogotá presente aumentos considerables en los porcentajes de precipitaciones, es decir, más lluvias en suelo urbano, ofreciendo así una oportunidad para la gestión del recurso pluvial.
A su vez, según estos estudios, en las áreas donde se localizan las infraestructuras de abastecimiento de agua para la ciudad (sistema de embalses), las lluvias tenderían a disminuir, poniendo en riesgo la seguridad hídrica de la capital.
Todo este panorama evidencia la necesidad urgente de actuar con inmediatez, involucrando cambios desde la forma como consumimos agua, que actualmente es de 189,5 litros diarios por habitante en promedio (y piénselo en botellas de 1 litro de capacidad para que dimensione la cantidad), hasta políticas y acciones de impacto a una mayor escala que nos permitan un uso más eficiente del recurso, para no quedarnos en simples discursos.

