Las zonas residenciales están expuestas a ruidos procedentes de muchas fuentes sonoras. La mayoría de estos sonidos proceden del sistema de transporte: automóviles, camiones, motos, trenes aviones, etc. Lo que supone que las zonas más ruidosas de una ciudad son aquellas que están aledañas aeropuertos y vías principales.
Además, algunas zonas residenciales están expuestas a ruidos procedentes por actividades económicas del tipo industria, comercio y de servicio.
Los dueños o propietarios de estas fuentes sonoras deben incluir medidas de control y mitigación para prevenir este tipo de impacto negativo al ambiente y se entiende por afectación de emisión de ruido, cuando estos ruidos trascienden la propiedad privada e impactan de manera negativa el espacio público, extralimitando los estándares máximos permisibles ver Resolución 0627 de 2006.
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Asimismo, las zonas residenciales pueden, ser impactadas por ruidos generados por las actividades propias de ser humano (gritos, llantos, portazos, pisadas, riñas, perifoneo comercial –el cual es prohibido-), estas fuentes de sonidos molestos que hacen parte de la conducta humana, no son cuantificables por las normas ambientales, ahora bien, los ruidos "naturales" como los originados por ladridos, grillos, lluvia, entre otros, tampoco, son cuantificables, pues hacen parte de los sonidos propios del ambiente.
Dicho esto, la ciudadanía puede reportar cualquier exceso o contaminación de ruido en la línea 123 y reportar el hecho a la autoridad competente.