Este 25 de julio el mundo conmemora el Día de la Mujer Afro, por el inigualable aporte a sus comunidades, su labor social y su impacto cultural en los diferentes países, especialmente en América Latina.
Por su parte, Bogotá no puede olvidar la contribución de muchas mujeres a quienes en este día se debe rendir homenaje, como Marina Salazar, quien nació en Tumaco, suroccidente de Colombia, pero llegó a la capital muy joven en busca de mejores horizontes. Fue una de las fundadoras hace 45 años del barrio Nuevo Corinto, en la localidad de Suba, al norte de la capital, en donde se ha dedicado a trabajar por la gestión cultural.
Marina Salazar también es creadora hace seis años del proyecto Mujeres Haciendo Memoria Costurero Suba, del que hoy hacen parte 30 mujeres de la localidad, con el que han ganado varias becas y reconocimientos, entre ellas la de Es Cultura Local 2021, de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte.
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Su encuentro con el arte terapéutico de la costura ocurrió hace unos 11 años, casi por azar, luego de que la invitaran a una charla del Centro Memoria, Paz y Reconciliación. Entró a ser parte del Costurero Kilómetros de Vida y de Memoria, aunque no le gustaba mucho el tema del tejido, pues tenía malos recuerdos de las monjas de su colegio, que eran muy perfeccionistas en las clases de tejido.
“Yo no me quería quedar a remendar, pero muchas mujeres que llegaban allí muy dolidas, dentro, con las terapias y las cosas que se hacían y el coser, ellas iban sacando un poco todo ese dolor. Además empezamos a conocer muchos literatos y cuenteros que nos enseñaron cosas nuevas, y pues, ¿a quién no le gusta aprender?”, cuenta Marina Salazar.
Al darse cuenta de que a través del tejido muchas mujeres víctimas del conflicto podían ir destejiendo su dolor y dando puntadas hacia el reconocimiento de sí mismas, varios años después decidió replicar estas acciones en su localidad e impactar la vida de muchas familias.
Fue hace seis años que habló con el padre Juan Carlos, de la parroquia Santa Gertrudis. Gracias a la ayuda del sacerdote y a los avisos parroquiales después de la misa de los domingos que logró conformar el primer grupo de nueve mujeres costureras.
“Ahora también hacemos muchos talleres con niños y niñas en los colegios. Hemos tenido exposiciones internacionales, como en universidades de Estados Unidos, y tenemos prácticas de corresponsabilidad social en convenio con la Universidad Minuto de Dios (...) A raíz del proceso de coser y de tejer la terapia sanadora de las personas va surtiendo sus efectos”, agrega Salazar.
Por su trabajo cultural, Marina se ha convertido en una lideresa de su comunidad y un referente a seguir en términos de reconstrucción de tejido social, por lo que su rostro ha sido inmortalizado en un mural de la localidad de Suba, una iniciativa que apoyó la Comisión de la Verdad.
“Siempre llevo mi raza por delante y eso a uno le da unos dones aunque a veces uno no sabe que los tiene. Las personas cuando me ven no dan ni una moneda por mí, pero yo ya he acumulado un aprendizaje de muchos años, de unas escuelas que han sido como un multinivel en términos de crecimiento personal, y por supuesto el leer es lo que también me ha hecho lo que soy y descubrir mis capacidades. Hace 12 años jamás me habría imaginado estar en esto, y si me hubieran dicho me habría reído”, cuenta esta lideresa afro.
Sobre conmemorar el Día de la Mujer Afro, Marina concluye lo siguiente: “Nos lo merecemos, porque la raza negra siempre ha estado tapada, siempre nos han visto como si no fuéramos seres humanos. Hay mucho que trabajar en esta parte, ha sido grande el rechazo por el racismo. Nos ha tocado sobresalir muchísimo para que las personas nos vean inteligentes y capaces”.
El proceso universal que ha ido forjando la población afrodescendiente en la búsqueda de la igualdad de derechos y autonomía, es una de las luchas más representativas a lo largo de la historia, en las que las mujeres han sido protagonistas.