Fanny Sosa tiene 43 años y por circunstancias ajenas a su voluntad pasó de trabajar en una oficina, en servicios generales, a vender empanadas en la calle.
Madre soltera de una hija, que entonces tenía 15 años, comenzó a vender en la Plazoleta del Rosario y en sus alrededores: “Ser vendedora ambulante es muy duro, porque hay que levantarse todos los días y estar debajo del sol y la lluvia, corriéndole a la policía y además de todo preocuparme por vender todas las empanadas”.
Su experiencia como vendedora en el espacio público duró poco más de seis meses. No se sentía a gusto con las miradas de la gente: “A los clientes les gustaban las empanadas. Era cuidadosa con la preparación y con mi presentación personal. Sin embargo, sentía que las personas desconfiaban de la higiene. Había días que vendía muy poco”.
Una decisión que cambió su vida
Cansada de esta situación y motivada por personas cercanas, inició su capacitación en manipulación de alimentos en el SENA. Reunió lo que había ahorrado y, con ayuda de sus familiares, comenzó a tramitar todos los permisos y registros necesarios ante las autoridades distritales. Así, abrió las puertas de su propio local, el cual está ubicado en los alrededores de la Plaza de Bolívar desde hace ya casi tres años.
Hoy en día, no solo vende empanadas, también amplió su oferta de productos y sus ventas aumentaron.
“El cambio ha sido total, la gente confía en lo que vendo, tengo clientela fija. Me he dado a conocer en la zona y estoy tranquila de tener mi negocio, bajo un techo que me protege del sol y la lluvia”.
En cuanto a los ingresos, el cambio también ha sido positivo. Incluso tiene un empleado que ayuda con la producción mientras ella se dedica a la atención al cliente y a la contabilidad.
¿Qué opción tienen quienes aún venden en el espacio público?
La Alcaldía de Bogotá, a través del Instituto Para la Economía Social (IPES), ha llevado a cabo 1093 jornadas en las que ha caracterizado 35.441 vendedores informales en 19 localidades.
En todos los casos, se les mostraron las diferentes alternativas comerciales a las que pueden acceder de manera gratuita. De este gran total, 11.008 aceptaron vincularse en alguna de las opciones y dejar de ejercer su actividad económica en el espacio público.
La oferta del IPES, para quienes aún siguen vendiendo en el espacio público, es seguir el ejemplo de los más de 11.000 vendedores que eligieron mejorar su calidad de vida e ingreso.
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Dicha oferta está conformada por la reubicación en zonas habilitadas, los kioscos y triciclos con identificación de la Alcaldía de Bogotá. En todos estos casos, deben cumplir con unos requisitos básicos que garanticen la calidad del producto y servicio a prestar.
Cursos y convenios
En lo corrido de 2019 se han vinculado 5635 vendedores informales a los diferentes cursos de formación como: cursos de limpieza de superficies, comercio electrónico, call center, logística, tafilería, mantenimiento de dispositivos móviles, atención al cliente y protocolo, entre otros. El beneficio está en que, para quienes finalicen satisfactoriamente alguno de los cursos existe salida laboral casi inmediata, gracias a los convenios vigentes con importantes empresas de varios sectores económicos. Si tienes interés en conocer y acceder a los cursos que ofrece el IPES, ingresa a su página web.