Flor Marina Niño defiende con fuerza la premisa de que el “que quiere puede”. Sin mucho más conocimiento en los detalles de montar una empresa que los que adquirió durante sus 20 años como empleada en el sector textil y mínima experiencia en marketing o nuevas tecnologías, dio vida a Watila, una firma dedicada a la producción de ropa con sentido ambiental.
“Me quedé desempleada luego de la pandemia, y me dije, esta es la oportunidad que necesitaba para ser empresaria, le aposté a este sueño. Tenía unas ganas inmensas de salir adelante: comencé de cero, pese a que no tenía suficiente capital, ya con más de 50 años, y estaba tratándome un cáncer de seno del que ya estoy completamente recuperada, y lo he logrado”, asegura.
Su principal capital, dice, ha sido el aprendizaje. “Realicé muy juiciosa todos los módulos de Ruta E y Creo en Mí, de la Secretaría de Desarrollo Económico. Eso es muy importante, conocer, aprender, explorar. Todo eso es fundamental para sacar adelante un proyecto”.
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Sus habilidades digitales, admite entre risas, solo llegaban hasta el uso de WhatsApp. Incluso, los primeros pedidos que recibió durante su participación en una feria en Bogotá, los anotó en un cuaderno y tenía problemas con los pagos porque no tenía datáfono. Pero ahora es toda una experta.
Tiene cuenta en las redes sociales, hace pedidos y promoción por esos medios, reuniones por plataformas digitales y a sus 52 años incluso ha participado en Smartfilms con videos sobre su empresa.
En el siguiente video, Flor Inés cuenta su experiencia para sacar adelante su empresa de ropa:
No sabía de cómo tomar las fotos y videos que ayudar a promocionar su unidad productiva, a hacer un guion promocional o producirlo, pero, se lanzó al ruedo, y aunque no ganó en el concurso audiovisual, ya sabe qué puede hacer para ayudar a mejorar el conocimiento de su marca.
“Admito que tengo la permanente asesoría de mi hija de 13 años, ella si es una “dura” en estos temas, yo soy de una generación menos digital, pero he aprendido. No me pierdo un curso relacionado con esas habilidades de los que hace la Secretaría. Quizá no tengo todos los conocimientos, pero sí tengo las ganas”.
Watila tiene un año de vida, se dedica a fabricar ropa de casa o casual con materiales como algodón y tela de plástico reciclado – con 6 botellas se puede hacer un metro de tela -. Ha participado en ferias, y lo más importante, está promocionándose y vendiendo.
“Mi Watila es con w, no con g como el alimento, y el nombre la creé en la cocina, haciendo el almuerzo. Vamos a seguir creciendo, de eso estoy segura. Yo les digo a todos los que tienen una idea de negocio que persistan, que aprovechen las oportunidades, que se capaciten, se puede”, enfatiza.
Mientras busca un nuevo curso en el que formarse, que la ayude a fortalecer su negocio, y entre reuniones para conseguir clientes y aliados, usa el celular que ganó por su constancia en Smartfilms para mejorar las fotos y videos que tiene en sus redes sociales de los productos.
El miedo es solo mental, insiste, y esa la convence a que se destaque. Seguirá aprendiendo, porque, asegura, no hay límites.