"Nos cansamos de correr": vendedores de la calle 72

Vendedores informales - Foto: Diego Bautista
Vendedores informales - Foto: Diego Bautista
Publicado:
23
Feb
2016
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La vida de los vendedores ambulantes de la calle 72, en la localidad de Chapinero, que por años deambularon de un lado al otro, hoy en día tiene otra cara. El gobierno del alcalde Enrique Peñalosa les tendió la mano y ahora su situación cambió del "cielo a la tierra". Se sienten felices y agradecidos con Dios por la oportunidad que les ofreció el Instituto para la Economía Social (IPES).

El día a día de los vendedores informales tenía una característica en común: correr, correr y correr. Así transcurrían las horas, huyendo de las autoridades para evitar sanciones y desplazamientos. Hoy, cansados de ese agite diario, decidieron acogerse a las oportunidades que brinda la Administración Distrital y están estrenando quioscos. En zonas aledañas a la calle 72, en donde abunda el comercio, las oficinas, las universidades y los colegios, los vendedores pretenden rehacer su vida en la formalidad empujados por la buena energía visiblemente notoria.

De las ventas ambulantes en la calle 72, y que ahora es cosa del pasado, también hubo un espacio para el amor. Un amor que surgió para Pedro y Rosa Elena hace 25 años, cuando se conocieron vendiendo periódicos, tinto y dulces a la altura de la avenida Caracas. Era 1990 cuando gracias a las ventas se dieron cuenta que eran el uno para el otro. Desde ese momento no se han separado un solo instante y hoy recibieron juntos un quiosco que se convierte en una nueva base para su familia y del que están seguros sacarán el mejor provecho.

Pedro Suárez tiene 70 años y desde hace 45 se dedica a las ventas en la calle. Dice que se cansó de correr de un lado al otro y que por eso aceptó la oportunidad que le brindó el Distrito. Junto a su esposa, con la que no tiene hijos, asegura que hoy comienza una nueva vida, pues este martes recibieron en la calle 76 con carrera 11 un quiosco.

“Yo siempre he trabajado de 5 a.m. a 6 p.m., me siento feliz y con más verraquera, como se dice popularmente. Esta oportunidad no nos la esperábamos porque en años anteriores nos dieron muy duro. Yo invito a mis compañeros a que se acojan a la reubicación, que nos organicemos y sobre todo que vivamos mejor y así le demos ejemplo a otras ciudades”, con estas palabras Pedro, quien pasa sus horas libres leyendo, manifiesta su satisfacción por la ayuda brindada por la Alcaldía de Bogotá.

La historia de él y su esposa Rosa Elena se ha teñido por momentos amargos por cuenta de personas inescrupulosas que han intentado opacarlos; sin embargo, también han vivido situaciones gratificantes debido a las buenas personas que se han encontrado en el camino, como María Gladys Valero, directora del Ipes, quien no ha parado de trabajar desde que arrancó la administración Peñalosa para brindarle garantías a los vendedores que buscan un espacio digno en donde puedan trabajar. 

La felicidad no es solo para Pedro y Rosa Elena, también lo es para María Elvira Moreno y su esposo Juan, quienes tras abrir el candado de su nuevo quiosco de venta de dulces, finalizan 14 años de recorrer las calles de la carrera 12 con calle 72. Esta pareja también afianzó su amor con el agua, el sol y el frío como testigos y hoy inician un nuevo recorrido, menos azaroso y más tranquilo.


Nerviosa y con los ojos aguados de 'lágrimas de alegría', María Elvira relata cómo diariamente madrugaba junto a su esposo desde su casa en el Rincón de Suba, en donde pagan arriendo, para luchar por el pan de cada día, y ayudar con el sostenimiento propio y de sus cinco hijos, huyéndole en una faena cotidiana a la Policía y a los ladrones por igual.

“Recibir este quiosco es un logro muy grande, quizás el más grande que yo haya vivido. Es un sueño hecho realidad”, cuenta María Elvira mientras distribuye de chicles, cigarrillos, dulces y tinto su nuevo y confortable espacio ubicado en la carrera 15 con calle 79. “Después de tanto sufrimiento, tanto pelear, se cumple un sueño, se viene una vida mejor y ya no nos vamos a mojar, ni nos va a tocar correr. Lo que hay es que meterle toda la energía al quiosco para surtirlo y vender”, dice la emocionada mujer de 62 años.

“Ojalá se acaben los vendedores ambulantes y que todos sean reubicados como nosotros. Hay que luchar, todo no llega porque sí, las cosas luchadas son mucho mejores. Hay que tener paciencia y fe en Dios. Ahora ya no lloro de tristeza, lloro de infinita alegría”, agrega María Elvira.

Una situación similar enfrenta María Ruth Díaz, una señora de 49 años, madre de un niño de 14, y abuela de dos pequeños de 6 y 9, por los que tiene que velar. El quiosco que le entregó el Ipes queda ubicado en la calle 79 con carrera 16, a tan solo unas cuadras de donde trabajó por más de 20 años en la calle 72. 

María Ruth, una bogotana echada 'pa' lante', con una gran sonrisa dice que los que no se acogen a las oportunidades que brinda el Ipes es porque no quieren, e invita a sus compañeros de la calle 72 a que se agremien y así lograr el cambio "para poner a Bogotá más bonita". Le pide a Dios que no se olvide de ellos y les insiste que si no quieren quioscos se vinculen a uno de los empleos que está brindando el Distrito, así como lo han hecho hasta el momento 11 vendedores que también trabajaban en la calle 72.

“Yo vendo de todo, desde dulces hasta sombrillas. Antes de que me dieran este quiosco, después de la salida de la 72, subsistí con la venta de tintos. El Ipes me contactó y yo no lo pensé dos veces. Estaba cansada de pasear y correr por todo lado”, cuenta Ruth.

Como Pedro, Rosa, María Elvira y Ruth hay 28 vendedores más a los que seguramente les cambiará la vida y dejarán el estrés que cargaban a cuestas por cuenta de la informalidad. El Ipes ha brindado oportunidades laborales a los 235 vendedores ambulantes que se encontraban en la calle 72 con el fin de mejorar la calidad de vida de estos comerciantes.

“Vamos a seguir ofreciendo oportunidades a los vendedores, con mucho respeto y trabajando arduamente por Bogotá. Atenderemos a la población que se encuentra en la informalidad en el espacio público para que se formalicen con diferentes alternativas”, sostuvo María Gladis Valero.

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