Juan Sebastián Hernández va a cumplir trece años, padeció leucemia y debido a su enfermedad sufrió un paro cardiorespiratorio que lo dejó en coma y con problemas de movilidad en su cuerpo. Él es uno de los niños que se beneficia del programa de aulas hospitalarias en el Hospital Simón Bolívar, pues sus condiciones de salud no le permiten ir al colegio con normalidad.
La familia de Juan intentó durante algún tiempo que él asistiera de manera normal a una institución educativa pero no fue fácil. “Estaba estudiando en colegio regular, me pegaban, me hacían matoneo, me rompieron las gafas tres veces”, narró Juan Sebastián.
Esta historia cambió cuando ingresó al programa de aulas hospitalarias, que garantiza desde hace dos años su educación formal. “Él estaba sin estudiar, no tenía movilidad de nada y aquí me dieron la oportunidad de que pudiera estudiar y aprender, pues no sabía leer ni escribir y ahora sí”, aseguró Martha Lucía Vásquez, mamá de Juan Sebastián.
“Yo llegué acá y me abrieron los brazos y desde ese día soy feliz con mis profes”, con estas palabras Juan Sebastián describe lo que significa este espacio para él, hoy se encuentra en tercero de primaria y su proceso en materia académica y de salud es muy favorable.
Él y sus compañeros de esta aula hospitalaria se encuentran matriculados en el colegio Agustín Fernández, de donde son las maestras que les dictan clase y es esta institución la que certifica su proceso educativo. “Me parece muy bueno porque ha evolucionado y aprendido muchas cosas que sinceramente no sabía, por eso estoy muy agradecida por este espacio, es una bendición de Dios para los niños que no pueden ir al colegio normalmente”, resaltó Martha Lucía.
Convertirse en profesores, ingenieros y hasta chefs, son los sueños de los niños que hoy se benefician de este programa en el hospital Simón Bolívar, una iniciativa pionera en el país con la que los niños con difíciles condiciones de salud pueden estudiar.
“He aprendido mucho, cuando ingresé estaba en segundo y ya estoy en séptimo, sé multiplicar, dividir, fracciones, todo eso. Las profesoras son muy bonitas con nosotros, y mi sueño es ser ingeniero de sistemas”, expresó José Osuna Barreto, otro de los niños beneficiarios del aula hospitalaria de este centro asistencial.
José, de 13 años, y su hermana menor, sufren de anemia de células falciformes, una enfermedad genética que los obliga a realizarse transfusiones de sangre permanentemente. “Las aulas me parecen muy buenas, los médicos, todo mundo en el hospital son muy especiales, a él lo conocen desde los tres años de edad y a la niña desde el año y medio. Siempre los he tenido estudiando acá porque ellos no pueden tener contacto con muchos niños porque se les baja las defensas”, afirmó Flor Marina Barreto Reyes, mamá de José.
A pesar de las condiciones de salud que los aquejan estos niños encontraron en este espacio un encuentro de amigos y familia que les ayuda en sus procesos hospitalarios.
Maestras de las aulas hospitalarias
Luz Helena Peñuela es una de las dos maestras que lidera el aula del Hospital Simón Bolívar y se encarga de los procesos académicos de los niños de este lugar. “Las clases son en la tarde porque hemos evidenciado que es el espacio en el que más podemos acercarnos a los niños, lo que primero hacemos es buscar a los que están en las habitaciones y cuáles de ellos podemos traer al escenario educativo”, informó la maestra.
Con los niños que debido a su estado de salud no pueden desplazarse al aula se adelanta una atención personalizada en su habitación con actividades diferentes para cada uno de ellos, de acuerdo al curso en el que están y el proceso que llevan.
Garantizar el derecho a la educación de estos niños es el trabajo diario de estas docentes que adelantan los procesos educativos por medio de cuatro campos: el lógico matemático, científico y tecnológico, histórico y comunicativo y artístico.
“A los niños de habitación los visitamos con actividades y clases personalizadas de acuerdo a su necesidad teniendo en cuenta la información que nos da el niño, la familia y si logramos el contacto con el colegio donde se encuentra. Se trabaja en comunicación con el colegio para hacer más asertivo el proceso pedagógico y para que cuando regrese a su aula no está atrasado”, resaltó la maestra.
La acogida de los padres de familia a esta iniciativa ha sido muy buena, ya que poco a poco ven cómo contribuye positivamente a su estado de salud. “La respuesta por parte de los padres ha sido muy positiva, de hecho es sorprendente cuando el padre llega con la angustia de su niño enfermo y encuentra maestras en ese escenario. Entonces es algo muy grato para ellos y lo apoyan completamente, se dan cuenta que el niño recibe no solamente una actividad escolar como tal sino también un acompañamiento para la recuperación emocional”, sostuvo.
Por su parte, Mónica Rivera, líder de la unidad funcional de pediatría del Hospital Simón Bolívar, destacó que este tipo de espacios permite a los niños transportarse a otro lugar. “No se sienten tan encerrados, tan enfermos como lo estarían sino estuvieran con algún tipo de actividad de compartir, de aprender, es maravilloso para el servicio. Los frutos son mutuos tanto para los niños como para el entorno que los acompaña como sus papás y familiares, ya que los integra”, manifestó la pediatra.
Aulas hospitalarias en Bogotá
Bogotá cuenta con 24 aulas hospitalarias, con 50 docentes nombrados por la Secretaría de Educación y 6 por los hospitales privados. Estos maestros están vinculados a 15 colegios distritales distribuidos en las 20 localidades de la ciudad.
De 2010 a la fecha se han beneficiado 18.374 estudiantes con educación formal en las aulas hospitalarias.