Cinco colegios conforman la Agrupación Rural OHACA, un proyecto que se destaca por su aporte al cuidado del medio ambiente.
Los colegios Olarte, El Hato, La Argentina, El Curubital y Arrayanes en la localidad de Usme, se unieron para involucrar a toda la comunidad educativa en el cuidado del medio ambiente.
En esta zona rural de Bogotá, estudiantes y profesores recolectan diferentes materiales, que aparentemente ya no sirven, para darles nuevamente un uso, los convierten en herramientas pedagógicas para su propio aprendizaje o elementos de decoración que les dan vida a sus espacios.
Estas instituciones usan la creatividad y los materiales que recolectan para su infraestructura. Por ejemplo, en el colegio La Argentina, el nombre está hecho con tapas de plástico y metal; el depósito fue construido con botellas llenas de papeles; y el inmenso jardín cuenta con un sinfín de plantas puestas en frascos, canecas, juguetes dañados, electrodomésticos, jeans, botas de caucho, zapatos, llantas y hasta muñecas decoradas.
El ingenio les ha servido para también para construir herramientas pedagógicas que son útiles en el proceso de aprendizaje de sus estudiantes, desde máquinas para armar palabras o hacer operaciones matemáticas hasta elementos para instruirse en acciones básicas como amarrarse los zapatos. Todos estos artículos están fabricados con residuos.
"No es solamente hacer esos elementos. Estos tienen un trasfondo pedagógico muy importante. Por ejemplo, en matemáticas, miramos el espacio que cubre una botella para saber cuántas se necesitan para toda la pared de una de las aulas o un salón prefabricado. Además, los niños aprenden cómo se forma el plástico o por qué le hace daño al ambiente", explicó Jairo Alonso Ramírez, director de la Agrupación Rural OHACA.
Para Sara Rodríguez, madre de una de las alumnas del colegio La Argentina, es muy importante este modelo educativo, ya que los niños toman consciencia ambiental: "Mi hija entró a la escuela a los tres años y ella no permitía que yo fuera por la calle y botara una botella. Los niños aprenden que las cosas no son para desecharlas, sino que les dan otra utilidad. Ellos se motivan a reciclar y no contaminar el medioambiente", expresó.
Además del enfoque de reutilización, el modelo educativo de la Agrupación Rural OHACA les ofrece a los niños la posibilidad de desarrollar otras prácticas que contribuyen a la preservación de los ecosistemas, como la realización de huertas ecológicas, el cuidado de animales y la protección de los afluentes cercanos a la zona.
"A nosotros nos han enseñado a cuidar el medioambiente, el agua y el pasto (a no pisarlo), a reciclar botellas y proteger los animales, porque son muy hermosos y son como los hijos de Dios", dijo Laura Sanabria, estudiante del colegio El Curubital.
La educación ambiental llega a las familias
Durante la pandemia los estudiantes no han dejado de aplicar lo aprendido en sus casas. Este año los niños, en compañía de sus familiares han continuado con su proyecto de recolección y transformación de residuos en artesanías.
Esta ha sido una oportunidad para que las familias también aprendan sobre la reutilización y aplicación de prácticas sostenibles en la agricultura.
“Aquí siempre ha sido como una familia la escuela y las comunidades, porque esta nos ha vinculado mucho. Allá nos aportan ideas para que practiquemos en las casas", destacó María del Carmen Cárdenas, habitante de la vereda Los Arrayanes y abuela de una niña, quien en su huerta tiene diferentes tipos de yerbas aromáticas, frutas y hortalizas.
La Agrupación Rural OHACA es un modelo a seguir y una demostración de que es posible darles una segunda vida a los residuos para contribuir al cuidado y preservación de la naturaleza.