El juego, herramienta imprescindible para la terapia ocupacional

Publicado:
23
Jun
2014
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El juego, además de un espacio de entretenimiento y diversión, se ha convertido en una herramienta terapéutica para toda la familia, sobre todo para los niños. El aprovechamiento del tiempo libre y el esparcimiento son fundamentales en situaciones que comprometen tanto la parte física como aspectos sensoriales, perceptivos y cognitivos. 

Este enfoque se maneja en el programa de Terapia Ocupacional con estudiantes de tercer semestre, quienes comparten con la comunidad universitaria actividades que tienen fundamentos científicos y terapéuticos. 

Eliana Isabel Parra Esquivel, docente de Terapia Ocupacional de la U.N., afirma que el juego es una ocupación fundamental que permite identificar procesos de desarrollo sensorial, físico, motor, cognitivo, perceptual, biológico, psicológico y hasta cultural; además, contribuye al crecimiento personal. Esto se aplica en todo el ciclo vital y tiene consideraciones para las personas con o sin discapacidad. 

La académica añade que, en el caso de la población infantil, son diversas las situaciones que requieren de este tipo de ayuda: dificultades en el comportamiento, déficit de atención e hiperactividad, trastorno del espectro autista, discapacidad y problemas en el procesamiento sensorial. 

“En la parte de promoción, el juego se puede enfocar como una forma de mejorar las condiciones de vida de los niños, retomándolo como un medio para favorecer el desarrollo y la participación social”, agrega. 

En lo que se refiere a alteraciones o secuelas físicas, la profesional relata que, además de conocer la historia del usuario y su familia, se comienzan a trabajar dinámicas que ejercitan los aspectos visual, táctil, muscular, de fuerza y de control de la postura, dependiendo de la situación en la que el niño se encuentre. 

De igual forma, en la parte cognitiva se puede orientar la generalización del aprendizaje, la memoria, la formación de conceptos y la resolución de problemas, elementos fundamentales para tratar personas con y sin discapacidad. 

“A partir de ahí, el terapeuta adapta los juegos, el ambiente y los juguetes para que el niño se desempeñe adecuadamente, de acuerdo a lo que necesita, y pueda participar en distintos espacios de su vida”, expresa la profesora Eliana Parra. 

En el trastorno por espectro autista, uno de los criterios que se afecta es el juego simbólico. Allí es donde el terapeuta ocupacional comienza a conocer al niño y a elaborar dinámicas de tipo social, de ponerse en el lugar de otro, predecir, simular acciones y hacer cooperación. 

“Con niños con déficit de atención e hiperactividad, habrá juegos en los que aprendan a manejar la instrucción y a organizarse. Así, lo ayudamos a participar, no de manera individual sino compartiendo con otros”, afirma. 

Adicionalmente, los juegos también son métodos de terapia ocupacional para la adultez y personas de la tercera edad. Con estos últimos, en la U.N., se ha trabajado en orientación espacial y estructuración de tiempos, adaptados y motivados por el terapeuta, una vez se conoce la historia y proyecciones del usuario y la familia.

Fuente: Agencia de Noticias UN