Para celebrar el Día de las Maestras y Maestros, invitamos a Alexánder Rubio Álvarez, titular de récords y premios por su desempeño docente, para conversar sobre un tema trascendental: ¿cómo educamos mejores seres humanos? Esto fue lo que nos dijo el actual director del IDEP. #MiProfeMiHéroe
¿Qué puede ser más valioso que una persona empática y tolerante, que se ame a sí misma y respete a los demás? Muchas habilidades en esta vida se aprenden, y hoy en día existen miles de tutoriales que te ensenan a realizar diferentes cosas, desde cómo cocinar hasta cómo ser un mejor atleta. Sin embargo, no existe el primer manual que te muestre paso a paso cómo ser una mejor persona. ¿Entonces, qué hacemos?
Alexánder Rubio Álvarez, actual director del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP), licenciado en Educación física de la Universidad Pedagógica, Magíster en investigación en docencia de la Universidad Central de Chile y Doctor en Educación y ciencias del deporte de la Universidad de Baja California, ha logrado transformar las vidas de miles de niños y jóvenes que viven en zonas vulnerables de la ciudad a través de la pedagogía del loto (respirar, pensar y actuar desde el amor), y estos principios se han convertido en el pilar de su enseñanza.
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Este bogotano de 47 años, afirma que un manual para ser mejor persona no lo encuentras por ahí, y contrario a lo que muchos piensan, la mejor guía se encuentra en las escuelas, en el contacto, la palabra y en ponerse en el lugar del otro. “Tener ese diálogo con los estudiantes y con sus padres es fundamental, a ellos también hay que involucrarlos en los procesos de sus hijos porque nadie les ha enseñado”, afirma.
Todo comenzó desde niño, cuando Alexánder acompañaba a su madre, también docente, al colegio donde era rectora, justo en ese entonces, se despertó su pasión. “Mi padre, aunque era abogado, sentía una gran empatía con este oficio y esto permitió que desde la casa comenzáramos los tres a tener una visión de lo didáctico, de lo pedagógico y fue desde allí, mi casa, donde comprendí que se me facilitaba enseñar. Siempre estuve rodeado de eso”.
¿Cómo comenzó su pasión por enseñar?
La vocación pedagógica surgió como algo inherente porque me daba cuenta de las dificultades que había con los niños. Comencé a darme cuenta de cómo la educación se convertía en una manera de mejorar en la escala social. Un par de años más tarde, al graduarme de la universidad, fue cuando llegué por concurso y méritos propios al colegio Rodrigo Lara Bonilla, ubicado en Ciudad Bolívar. Fui influenciado por mi madre, quien me dijo que esa zona era un buen lugar para comenzar a crear procesos pedagógicos que permitieran tener algún tipo de transformación en la sociedad.
Aunque tenía clara su vocación y luego de un par de años trabajando como docente de educación física, la muerte de un estudiante en junio de 1999 le cambió la vida.
¿Cuál fue el detonante?
En ese año este acontecimiento me sacudió, me inspiró y me hizo replantearme en el verdadero objetivo de la educación. “Lo que tenga que hacer de aquí en adelante, tiene que transformar la vida de mis estudiantes”.
No se trata solamente de cumplir unos objetivos al proveerles conocimientos, información sobre temas específicos, lo que yo le vaya a dar a ellos: debe transformar sus vidas, tocarles el alma, mejorar la convivencia, disminuir la violencia, darles herramientas para que se reevalúen frente a la vida y piensen en un mundo distinto, lo importante es que este trabajo me permita ayudar a formar mejores seres humanos.
Pedagogía del loto (desde el cuerpo les proponemos trabajos de convivencia, tolerancia, respeto y colectividad)
Los primeros años, después de este acontecimiento, que sin duda alguna lo marcó, no fueron fáciles. Alexánder asegura que, en una zona vulnerable, donde la violencia y el uso de drogas es parte del día a día, romper el paradigma requirió de mucho esfuerzo, comenzando por un mayor acercamiento con sus estudiantes y aplicando lo que es parte de su discurso académico: la terquedad pedagógica. Es decir, apasionarse por lo que se hace para contagiar, romper los límites, eliminar las barreras y guiar a los estudiantes para que focalicen sus sueños.
¿Qué ha utilizado para llevar a cabo este proceso?
Una acción pedagógica que he denominado ‘Pedagogía del Loto’, basada en tres preceptos: respirar, pensar y actuar. Respirar como una forma de reconocerse y conectarse con la vida. Pensar es el proceso de tomar decisiones asertivas, utilizando las acciones de aprendizaje sináptico. Y actuar desde la alteridad, otredad y empatía para generar dinámicas de convivencia.
Estas herramientas las comencé a aplicar en mi vida desde hace más de 30 años cuando era estudiante, y me acerqué al mundo somático, al yoga, las artes marciales, la meditación, pilates y danza. Estas técnicas me enseñaron sobre el auto reconocimiento, comprendí que son herramientas que, aplicadas desde la educación física, son muy potentes para transformar la vida de todos, porque nos permite centrarnos, focalizarnos y tener una relación directa con lo que hacemos, con nuestro cuerpo, que finalmente se refleja en cómo vivimos.
Foto: “Aprender a respirar es la clave para enfrentar la vida”
De esta manera, Alex empezó a enfocar a sus estudiantes y logró trabajos colectivos de carácter nacional como los récords nacionales de yoga, récords mundiales con trabajo colectivo, resiliencia y tolerancia, ejercicios con niñas, niños, jóvenes, adultos de diversas comunidades, población vulnerable, estudiantes de instituciones públicas y privadas, organizaciones, etc.
“En el 2015, logró la cadena de percusión más grande del mundo, posicionando al Rodrigo Lara Bonilla como el primer colegio en el país en obtener un Guinness Record”.
Los resultados obtenidos, llevaron a que su proceso fuera replicado en países como Dubái, Nueva Delhi, México, Argentina, Perú, República Dominicana y, asimismo, en organizaciones como la Unesco en programas de educación.
¿Cómo define la educación?
Educar es un acto de amor, de pasión y de transformación desde el alma. Cuando asumo la educación me doy cuenta que uno estudia mucho, yo tengo especializaciones, maestrías y doctorados y, comparado con otras profesiones, en lo salarial estamos muy por debajo. Cuando tú decides ser maestro tienes que entender que es para toda la vida, te conviertes en el papá, amigo, médico, psicólogo, consejero de muchos niños y eso es una responsabilidad muy grande.
¿Cuál es la relación entre la convivencia, inteligencia emocional, y el autocontrol? ¿Qué tan necesario es que los estudiantes entiendan estos conceptos y cómo aplicarlos?
Mi experiencia me ha permitido interactuar con estudiantes y maestros, pero básicamente en ponerlos en el lugar del otro. También me ha permitido aprender a conocer el lenguaje técnico que manejan los estudiantes y como maestro es clave involucrarse con ellos. Lo que hago para esto, y que también les enseño a los maestros, es a generar cercanía con los estudiantes, ser más empáticos con ellos, hablarles de su cotidianidad a través de ejemplos de la vida real. Cuando los estudiantes mandan algún mensaje, y se dan cuenta de que conocemos el contexto, abren su mundo y nos permiten entrar en él, en pocas palabras: generar lazos fuertes con ellos.
¿Cuál es la mayor resistencia de los jóvenes hoy en día?
Se resisten a soñar, están llenos de limitaciones y estereotipos, y a través de la educación tenemos la posibilidad de mostrarles que eso no es así, que las barreras que existen sí son insuperables. Simplemente se requiere de disciplina, constancia y esfuerzo.
Yo a mis estudiantes les hablo de temas pedagógicos de alto nivel, es decir, les explico, entre otras cosas, que cuando te abres para aprender cosas nuevas, trazas una nueva ruta en los caminos neuronales y creas un nuevo proceso de aprendizaje. Aquí cabe recordar el famoso refrán de “loro viejo no aprende a hablar” que representa algo que no es cierto, porque toda la vida y en todo momento tenemos la capacidad de seguir aprendiendo.
“Lograr a alguien abrace a la otra persona a pesar de sus diferencias es maravilloso”
También habla de que la educación debe ir ligada al arte como elemento de transformación del cuerpo, pero en la práctica ¿cómo lo logra con niños de diferentes edades?
El arte tiene una línea fundamental y es el pensar divergente. Albert Einstein decía que cuando él pensaba en su teoría de la relatividad era toda una acción quinésica, una función lúdica que surgía en su mente.
Dentro de la ‘Pedagogía del Loto’ hemos incorporado una dinámica, entonces el trabajo se compone de técnica somática, respiración, pero también incorporamos un elemento lúdico, con una sonrisa todo el tiempo, con elementos de percusión corporal, trabajo colectivo y físico como el abrazo.
Cuando tú juegas y creas, te conectas contigo mismo y con el entorno, y cuando no lo haces pierdes hasta el desarrollo de ciertas funciones, la sicomotricidad, la capacidad de hacer análisis matemático.
¿Qué es eso que tiene la práctica de yoga que permite que los estudiantes evolucionen?
Yo tuve la oportunidad de estudiar YIC Yoga en Svyasa Yoga University en la ciudad de Bangalore, allí hice un curso intensivo y lo primero que me enseñaron fue que el yoga significa felicidad, y esa relación ya es muy importante.
Cuando hablamos de la ‘Pedagogía del Loto’ y en especial la práctica del Hatha Yoga, hablamos de felicidad, de estar tranquilos, de estar conectados con nosotros mismos. A los estudiantes le gusta mucho las herramientas que les damos de respiración, de sentir, de auto reconocimiento y de trabajo grupal.
“Vivimos muchas emociones en el día a día, pero en la escuela no nos ensenan que hacer con esas emociones”
¿Cuál es el aporte o en qué se diferencia el yoga de otras prácticas deportivas como el fútbol?
La educación física se divide en la corporalidad donde está el deporte en sí que es lo básico que ya conocemos, el trabajo de entrenamiento, pero también está la otra línea que se llama la corporeidad donde se suscriben técnicas que te permiten el auto reconocimiento, de conciencia cultural, de interrelación. Disciplinas como el yoga y la meditación, aportan para mejorar esas características de la corporeidad, sin dejar de lado lo otro. Es un complemento.
Maestros que inspiran
Este maestro, con más de 21 años de experiencia, también es profesor en la Universidad Distrital en el programa de Artes Escénicas y en la Universidad Pedagógica. Paralelo a esto da clases en maestrías y doctorados en universidades públicas y privadas del país, y ha realizado investigaciones y publicaciones, además de contar con reconocimientos internacionales como ser finalista en el Global Teacher Prize en Dubái (2017), el Global Education Award (2019), dos récords Guinness, entre otros.
Este recorrido le permitió a Alex que, desde enero del presente año, asumiera la dirección del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP) y desde allí comenzar a motivar e inspirar a los cerca de 36 mil maestros del sector oficial de Bogotá.
¿Cómo llegó al IDEP? ¿Qué está impulsando desde esta institución?
En el IDEP llevo desde enero 2020, y es un espacio de maestros para maestros, investigadores e innovadores. Fui seleccionado y gracias a todo el trabajo que he adelantado durante estos años con un gran equipo, me dio la posibilidad de liderar, desde esta institución, a los maestros, que ellos encuentren allí el espacio para que paralelo a la enseñanza, puedan investigar, publicar y fortalecer sus redes de aprendizaje.
Desde el IDEP quiero abrir puertas para que la educación trascienda mucho más, pero principalmente creo que lo que nos debe mover como sociedad es el amor porque el mundo está lleno de carencias.
Todo acto educativo es un acto de amor, porque implica transcendencia. Hay estudiantes que no rinden en muchas áreas y uno como educador se debe tomarla tarea de ver el porqué, de saber cuáles son esas circunstancias que lo rodean, que lo están bloqueando. Hay muchos estudiantes que no tiene como satisfacer sus necesidades básicas y esas cosas te empiezan a tocar el alma. Entonces si la educción no es un acto de amor y transformación no estás haciendo nada.
“No he cambiado de profesión, simplemente cambié de escenario”
La idea es formar un ser humano con principios, con respeto que tenga empatía, eso es, incluso más valioso, que los resultados en otro nivel. No existe ninguna garantía de que una persona formada en las mejores instituciones educativas de Colombia o el mundo, sea un buen ser humano. Hay que buscar la homeóstasis, el equilibrio. Pero nuestra prioridad como educadores es formar seres humanos resilientes, empáticos, tolerantes, que trabajen en equipo, que respeten la vida y encuentren el amor y la armonía.
¡La educación en primer lugar!