Dos ‘profes’ del colegio Fabio Lozano Simonelli transforman las vidas de sus estudiantes y de su colegio, ante una gran tasa de deserción escolar.-
De los 200 estudiantes que Ingresaban a grado sexto en el colegio Fabio Lozano Simonelli , solo se graduaban 25. Más del 70 % de estudiantes no llegaban al final de su recorrido académico, pues el contexto los atrapaba y desviaba, como cuenta el profesor Bladimir Porto.
Por esa razón el profe Bladimir y su esposa Nilsa iniciaron un proyecto de aula con 30 estudiantes de grado octavo. Su estrategia comenzó planteando una reflexión acerca del entorno físico de la institución, “porque los salones estaban rayados con grafitis y groserías y no era un sitio adecuado para el aprendizaje, entonces les propusimos que iniciaran un cambio radical empezando por el salón”, dice Bladimir, orgulloso del gran avance que han podido evidenciar hoy.
Pero esta no fue la única estrategia. También invitaron a sus estudiantes a que experimentaran y vivieran diferentes actividades en distintos lugares de la ciudad. Sus alumnos empezaron a frecuentar el club de astronomía y centrar su atención en experiencias fuera del contexto que los podía llevar por caminos inconvenientes para su porvenir.
Al observar las estadísticas del colegio, los resultados no eran alentadores y notaron que no era atractivo para las niñas, niños y jóvenes. Por esa razón empezaron a desarrollar y pensar sobre la resiliencia. Presentaron el proyecto como obra de teatro para reescribir libretos, dependiendo de las situaciones. Dicho proyecto se divide en 4 grandes escenas ‘El ave que muere’, ‘el resurgir de las cenizas’, ‘La renovación del águila’ y ‘El vuelo del fénix hacia las estrellas’.
Decidieron titular la primera parte del proyecto ‘El ave que muere’. Esta parte tenía como objetivo no permitir normalizar que los salones estén sucios, ni el hecho de no tener los mejores implementos para estudiar y tener que conformarse con las cosas negativas que ofrece el contexto.
La segunda etapa se llamó ‘El resurgir de las cenizas’. Fue aquí donde empezaron a transformar el lugar de trabajo y comenzaron a hacer un estudio del espacio biográfico. “Muchos de nuestros chicos, por la situación económica, no tienen posibilidad de salir del barrio. Entonces, empezamos a llevarlos a diferentes escenarios de Bogotá. Los llevamos al Planetario y universidades…lLa idea era que ellos, viendo diferentes escenarios, pudieran plantearse la transformación de sus propios espacios”, explicó el maestro.
En este punto los chicos podían resurgir de las cenizas al ver que existían posibilidades y realidades diferentes a las que vivían diariamente.
‘La renovación del águila’ es la tercera parte. Los estudiantes ya habían pasado los grados octavo y noveno y comenzaron a cuestionarse qué haces con sus vidas luego de graduarse.
“Empezamos a inscribirlos en proyectos que les ayudaran a definir esto. Nos inscribimos en Ondas, en la Feria Distrital, en el Planetario y empezamos un acompañamiento con el IDEP, que fue fundamental. Queríamos que los chicos determinaran qué habilidades tenían, qué querían ser y se plantearan formas o caminos de encontrar el proyecto de vida”, cuenta el profe.
Todo este proceso lo llevaron a cabo a través de maquetas. Los estudiantes iban formándolas poco a poco y Bladimir y Nilsa revisando, complementando y observando qué aspectos faltaban por fortalecer. A final de año, una vez listas las maquetas, se hacía una gran exposición que involucraba incluso a padres de familia.
La última escena del proyecto es ‘El vuelo del fénix hacia las estrellas’, en esta etapa los jóvenes logran tener claro, al final de su bachillerato, su proyecto de vida y a que querían acceder a la educación superior, técnica, tecnológica o profesional, “incluso hubo un grupito muy reducido que ya tenía planes de emprendimiento para generar sus propias empresas”.
La profe Nilsa llegó de manera indirecta al proyecto. Ella ha sido profesora de inglés y trabajó de la mano con Bladimir para poder mostrar diferentes realidades a los chicos. Sin embargo, desde su asignatura, trabajó fuertemente el inglés para que tuvieran más acceso a la educación superior y también participó en las actividades.
Para Bladimir, algo que ayudó enormemente a los chicos fue el hecho de poder dominar una segunda lengua. “Mi esposa se puso al frente e hizo clases 100 % en inglés. Esto definitivamente ayuda mucho a la confianza de los muchachos”.
Esta pareja, que trabaja desde el año 2010 en el colegio Fabio Lozano Simonelli, ha ido desarrollando, con el pasar de los años, una linda relación que inició incluso con chistes y comentarios de sus alumnos que notaban el amor entre estos dos docentes. Aunque el amor entre ellos es grande, es aún más grande la pasión que sienten por ayudar a sus estudiantes a construir un mejor porvenir.
Los resultados que han obtenido con este proyecto son: disminución de problemas de convivencia, mejoramiento en las calificaciones en rendimiento académico, familias más involucradas y aumento de porcentajes de aprobación de año escolar.
“Esto es una vocación, pero se siente muy bien ver que uno logra un cambio”.
Nilsa y Bladimir siguen construyendo, de la mano de sus estudiantes, espacios de bienestar y reflexión para el colegio Fabio Lozano Simonelli.