Bogotá es el epicentro turístico, cultural, económico y administrativo de Colombia. Sus calles son un legado de tradición, recuerdos y emociones en donde convergen la multiculturalidad y la diversidad.
En Bogotá se entreteje la arquitectura de una modernidad pujante con el testimonio de un rico pasado colonial. Este año, la capital cumple 484 años.
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A la ciudad se le atribuyeron varios nombres antes de que el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada le otorgara el título de Santafé, en honor a la ciudad española del mismo nombre donde había vivido.
El Valle de los Alcázares, Bocatá, Bogoté y Muequetá eran los nombres con los que se conocía al territorio, según lo confirman las investigaciones que realizó la antropóloga de origen inglés Sylvia Broadbent, quien a principios de los años setenta comenzó a viajar al país para profundizar en la investigación de la historia de la Bogotá Chibcha.
En los cerros orientales, se posan los santuarios de Monserrate, Guadalupe y las ruinas del templo de Nuestra Señora de la Peña, una tercera iglesia que estuvo ubicada en el cerro del Alto de la Cruz, contigua a Guadalupe y construida en 1685 por los Jesuitas del Colegio Mayor de San Bartolomé. Hoy es uno de los íconos religiosos más antiguos de la capital.
Acontecimientos como la construcción del ‘Humilladero’ la iglesia en la que se llevó a cabo la primera liturgia de la ciudad, la llegada del aeroplano tipo Blériot que nunca pudo despegar y terminó expuesto en un museo, el nacimiento del café donde escritores ilustres hacían sus tertulias para arreglar la situación política del país, El Bogotazo, la implementación del funicular y el teleférico de Monserrate, son algunos de los hechos que hoy marcan la memoria de la arquitectura bogotana.
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