Los albergues nocturnos de los mayores bogotanos

Centro Noche - Foto: Andrés González
Centro Noche - Foto: Andrés González
Publicado:
16
Feb
2016
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El Centro Noche es un programa de la Secretaría de Integración Social, que alberga a personas mayores de 60 años que no tienen referentes de apoyo, pero que son independientes en sus actividades básicas; es decir, no necesitan protección y atención permanente, pero sí un lugar donde cenar, dormir y desayunar dignamente.

Entre lágrimas, José Rogelio Ruiz Gómez recuerda su vida antes de llegar al Centro Noche ubicado en pleno corazón de Bogotá, en el bario San Bernardo. Vivió con su esposa durante 53 años, hasta que la muerte los separó hace un año, tiempo desde el cual Rogelio empezó a divagar entre distintos hogares de paso por unos meses, llegando a dormir un par de noches en la calle. Todo eso hasta que conoció este, el lugar en el que por fin se siente otra vez protegido y querido.

“Antes de llegar al centro noche y después de que mi compañerita murió, me empecé a quedar donde una hermanita de la caridad, pero ella me exigía un pago mensual, y no me quedaba dinero para mis cosas personales, así fue que divagué y llegué a dormir en la calle por un par de días… hasta que me enteré de los centros noche que ofrece la Secretaría de Integración Social y vine. Desde ese momento vengo todas las tardes muy puntual a dormir aquí”.

“Dormir en la calle es duro. Yo solo me quedé en la calle como dos o tres noches. Soy manizaleño y Manizales es frío, pero es mas frío aquí y en la calle peor, uno arriesgando la vida, todo”, dice Rogelio limpiando las lagrimas que le traen los recuerdos.

En el centro noche del barrio San Bernardo, al que asisten Rogelio y sus 46 compañeros (en Bogotá también están Santa fe, Policarpa y Antonio Nariño) se realiza acompañamiento en salud para que sepan cómo solicitar una cita medica y acceder a otros servicios. Les ayudan a sacar la cédula si la perdieron y los orientan sobre cómo inscribirse y manejar su seguridad social. También los forman como emprendedores productivos, realizando artesanías que también pueden vender.

Con 73 años y un corazón que irradia amor, ganas de enseñar y de aprender, Rogelio reconoce que “uno en la juventud no aprecia lo que tiene, consigue dinero y así mismo lo gasta, porque mañana es otro día, la plata se consigue. Lo duro es administrarla para no llegar a mi edad así, sin nada; gracias a Dios existe este lugar que es una luz en medio de la oscuridad”.

“Aquí no nos falta nada gracias a Dios, tenemos bañito de agua caliente, agua fría, hay un muy buen compañerismo. He encontrado un apoyo moral que me han dado los profesionales, porque aquí tenemos psicólogos, médicos, trabajadora social, enfermera, servicio de lavandería y nos han dado un apoyo muy bueno”, cuenta.

En sus arrugas está la experiencia del hombre que fue: payaso, latonero, profesor de danza y hasta bombero voluntario. “Cuando envejecí, por la edad no me daban trabajo en ninguna parte, ahí empecé a sufrir”, afirma agarrando en su mano el sombrero café que siempre lo acompaña.

“Ya llevo 8 meses viniendo. Llego a las 6 de la tarde, juego ajedrez un rato con mis compañeros, me dan mi pijama, me baño, recibo mi buena comidita, a veces vemos una película de historia de Colombia o hacemos un taller o una actividad lúdica y me voy a dormir, al día siguiente me levanto, oro, le pido a mi padre celestial por todos, le pido por aquellas personas que duermen en la calle, me baño y subo a desayunar, vuelvo a jugar ajedrez, dialogo con mis compañeros y salgo a dar una vuelta”, dice agarrándose las manos curtidas de experiencia, aquellas que antes ofrecieron servicio y ahora lo reciben.

Alejandra Ramírez Zamora
Periodista - Alcaldía Mayor de Bogotá

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