Más reencuentros felices tras la intervención del Bronx

Reencuentro habitante de calle - Foto: Prensa Secretaría de Integración Social
Reencuentro habitante de calle - Foto: Prensa Secretaría de Integración Social
Publicado:
11
Jul
2016
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Doña Oneida Isaza esperó por más de seis años que sucediera un milagro para poder reencontrarse con su hijo Mauricio, quien se perdió en el mundo de las drogas y se refugió en el Bronx 72 meses. Cuando se enteró del operativo que realizó la Policía y que fue liderado por el alcalde Enrique Peñalosa pensó de inmediato que esta sería la oportunidad perfecta para rescatar a su hijo.

Luego de la intervención en el Bronx, Mauricio llegó al Centro de Acogida Óscar Javier Molina, en Puente Aranda. En ese lugar, pensó que el paso a seguir sería verse con su mamá a quien no veía seis meses atrás, cuando se vieron por unos instantes el día del cumpleaños del habitante de calle. En esa oportunidad se vieron en el centro, comieron algo y se despidieron mientras él caminaba hacia el que era su hogar en ese momento: la ‘L’.
 
“Hijo, hijo, que alegría de verte”, fueron las primeras palabras que dijo Oneida antes de verse abrumada por las lágrimas del reencuentro. En un fuerte abrazo se entrelazaron sus cuerpos y se quedaron así por varios minutos. El llanto hablaba por sí solo, no eran necesarias las palabras.


 
Cuando Oneida supo a través de los medios del operativo en el Bronx le suplicó a Dios que si en esta ocasión no podía salvar a su hijo, se lo llevara con él a los cielos.  “Me sentí triste y contenta, de todo al mismo tiempo. Me dio alegría que acabaran con esa corrupción y pensé en mi hijo. Que si esa era la última oportunidad que Dios me le estaba dando y no quería salir de esta vida que Diosito se lo llevara más bien. Estaba muy aburrida de verlo sufrir de esa manera. Oraba mucho y pensaba que si me volvía a encontrar con él fuera para brindarle una ayuda definitiva”.

En una de las imágenes que mostraban los noticieros, Oneida reconoció a su hijo y le pidió a Andrea, su otra hija, que lo buscaran para tenderle la mano. Fue por Internet cómo hallaron el lugar donde estaba siendo atendido. “Yo estaba con mi hija y mi esposo y claro, lo reconocimos. Pensé en que quería verlo, saber que sí estaba allá y que va a estar bien. Que esta vez sí va a ser y que ahora sí vamos a salir de este problema”, cuenta Andrea, quien se emociona al evocar cómo fue el reencuentro.

“Me puse una cita con mi mamita y nos vinimos caminando desde el centro. Encontramos una muchacha afuera que recordó el apellido y nos hizo el favor de buscárnoslo. Fue una sola alegría de saber que estaba bien en medio de tanto problema que hay en la calle. Feliz de verlo mejor y deseando que esta vez sí se recupere, que la familia lo va a apoyar y que vamos a estar para lo que él necesite”, agregó Andrea.
 

Antes del reencuentro con Mauricio, quien en su rostro y sus brazos tiene señales de su paso por la calle, recordó cómo llegó al centro en una situación que fue algo ‘milagrosa’. 

“Cuando llegó la noche los ‘Sayayines’, ósea los sicarios de El Bronx, nos dijeron que nos iban a regalar todo el bazuco que quisiéramos pero que teníamos que apropiarnos de la casa. Estaban regalando el bazuco para que atracáramos,  rompiéramos e hiciéramos y deshiciéramos. No quise hacer caso, entonces cogí mi camino y antes de la calle 13 con Caracas, miré para todos los lados y pensé que mi mejor opción en ese momento era un centro de acogida. Llegué como a la 1 de la mañana y aunque yo sabía que a esa hora no me iban a recibir, detrás mío llegó un camión con cuatro personajes y fui tan de buenas que me ingresaron y aquí estoy, ahora con mi familia”, relata Mauricio, quien confía en que con amor y voluntad dejará por fin las calles.

Junto con Mauricio, tres habitantes de calle ya se reencontraron con su familia en los centros de Integración Social y esperan que esta nueva oportunidad, sea a su vez un nuevo comienzo.

La hermana de Mauricio aconseja a los familiares que tienen a sus seres queridos en la calle que los busquen, que no se desentiendan de ellos por no saber nada de su paradero. Insiste que son personas que necesitan apoyo, cariño y amor.



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