De la megápolis de hoy a la apacible ciudad de comienzos del siglo veinte hay una gran distancia.
Bogotá se apiñaba en lo que hoy es apenas una parte de su zona central, tenía de norte a sur unas 32 cuadras y de oriente a occidente unas 22, para un total de 260 manzanas, donde vivían unas cien mil personas.
La Iglesia de Las Cruces estaba situada a poco menos de doscientos metros del límite sur de la ciudad, hasta la quebrada de San Jacinto; de allí en adelante se presentaba una amplia zona de labranza, lugar de asentamientos artesanales y manufactureros, rudimentaria localización industrial (fábricas de pólvora, naipes y loza)
El río Fucha recorría apaciblemente su cauce suministrando la fuerza hidráulica para los numerosos molinos situados en su vecindad.
A las faldas de la majestuosa cordillera, camino a Ubaque, se desplegaban los terrenos de las grandes haciendas rabaneras de la época: La Milagrosa, Las Marías, La Fiscala y otras más.
Fue precisamente ahí, donde entre 1890 y 1905, apareció el primer asentamiento suburbano que fue llamado desde entonces San Cristóbal.
San Cristóbal se consolidó entre 1915 y 1920, dando inicio al desarrollo de la ciudad hacia el suroriente.
La aparición del barrio San Francisco Javier, hoy Villa Javier, se dio en 1915. Es el primer barrio obrero de la ciudad, impulsado por los jesuitas.
En 1920, apareció el Veinte de Julio, asentamiento que se consolidó hacia 1930, generando desde allí nuevos núcleos urbanos que acogieron la población que la violencia desenfrenada de las zonas rurales del país arrojaba sobre la ciudad capital.
Para esta época, los sacerdotes salesianos instalaron un campo de deportes en la zona donde se organizaban campeonatos de fútbol y se celebraba misa, convirtiéndose en sitio de reunión del sector.
En 1930, los barrios que estructuraban el sur-oriente eran: San Cristóbal, Villa Javier, Vitelma, por el camino de San Cristóbal, 20 de Julio, Santa Ana, 1° de Mayo (hoy Velódromo), Santa Inés y Sudamérica.
En los años cincuenta la migración aumentó considerablemente, tenía como fuentes principales las ensangrentadas comarcas de Cundinamarca, Boyacá y Tolima: como consecuencia del fenómeno migratorio (desplazados) aparecieron barrios como Buenos Aires, El Sosiego, San Isidro, Bello Horizonte, Córdoba y Santa Ana, entre otros.
En las décadas posteriores, el suroriente tuvo un crecimiento súperacelerado de asentamientos espontáneos, dando lugar a una gran presión sobre el espacio urbano, debido a las diferentes transformaciones urbanas en la capital, sin dejar de lado el proceso migratorio hacia la misma.
Esto dio origen a nuevos barrios como Los Alpes, Bellavista, San Martín de Loba, Altamira, Guacamayas, Juan Rey y Rama, entre otros.
Según el parecer de expertos en la problemática propia del desarrollo urbano, la localidad de San Cristóbal ha agotado la capacidad física de expansión para el asentamiento de nuevos grupos humanos.
* Tomado de "Diagnósticos Locales con Participación Social" de la Secretaría de Salud del Distrito, facilitado por el Archivo Distrital
Historia del poblamiento de San Cristóbal
26·NOV·2012
De la megápolis de hoy a la apacible ciudad de comienzos del siglo veinte hay una gran distancia.
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