Con 20 bebés robot que simulan a un bebé real de un mes de nacido (53 centímetros de largo y 3.250 gramos de peso), el Hospital Pablo VI de Bosa busca prevenir y reducir los embarazos adolescentes de la localidad, a través del programa 'Bebé, piénsalo bien'.
La campaña, que inició en el segundo semestre de 2014, ha atendido a 440 estudiantes de octavo, noveno y décimo grado de colegios de Bosa. Los jóvenes se vuelven multiplicadores de esa experiencia dentro del colegio y en sus barrios.
Según la líder del programa, la doctora Gloria Libia Polanía, gerente del hospital, antes de implementar la estrategia, 29 casos de embarazos tempranos fueron reportados en 2014. En 2015 reportaron solo cuatro.
La estrategia 'Bebé, piénsalo bien' consiste en que los estudiantes deben cuidar a un bebé robot por dos noches y tres días seguidos. Los bebés lloran, ensucian el pañal, sienten hambre, les da hipo, hay que sacarles los gases, les da fiebre y se deben arrullar para que puedan dormir.
Los estudiantes varones deben alimentar a los bebés con un tetero y las niñas, a través de un simulador de lactancia materna. La alimentación se realiza cada 2 o 3 horas durante todo el día y toda la noche por unos 40 minutos.
Dentro de la estrategia, los estudiantes, además de encargarse de su bebé robot, reciben una pañalera con una cobija, biberón, pijama, sudadera, dos pañales (uno verde y uno amarillo), un cargador o canguro y las niñas un simulador de lactancia.
Alexandra Serrano, 16 años, estudiante de 11 del colegio Liceo San Pablo de Bosa, cuenta que “fue muy difícil y frustrante porque es una responsabilidad muy grande. Yo caminaba por la calle y la gente me miraba feo. Las noches eran difíciles, no podía dormir, porque el bebé lloraba mucho… tenía que levantarme seguido”.
“A mi bebé le dio fiebre, pujaba, le dio hipo y me tocaba pasearlo en la noche y yo tenía mucho sueño. La experiencia es chévere, pero dura”, agrega Serrano.
El padre de Alexandra la apoyó un poco más que su madre, según relata: “Ella tenía la actitud de 'usted verá cómo se las arregla', sentía que era mi bebé y ya. Un embarazo a esta edad es una responsabilidad muy grande, ahora hay muchas formas de cuidarnos y debemos hacerlo, no solo por nosotros sino por el futuro del bebé”.
Juan David, también de 16 años y estudiante de mismo colegio, asegura que “fue muy educativo, esto te da una idea de qué es tener un hijo y qué se siente. No me gustaba que llorara, una noche me tenía muy desgastado, yo me quedé dormido y él lloró toda la noche”.
¿Qué cosas buenas les pasaron con esta experiencia? Algunos estudiantes en el salón de clases respondieron entre risas que las únicas ventajas que vieron es que “en el bus me daban la silla azul” y, en algunos casos, “atraemos mujeres”.
Como un bebé real que llora cuando tiene hambre, frío, siente dolor o necesita cambio de pañal, estos robots también necesitan que se les descifre su incomodidad o llanto. Cuando ya está satisfecho deja de llorar y simula una risa, sinónimo de bienestar.
Este ejercicio recibe calificación de los maestros. A través de una manilla ID logran que el bebé solo responda a los estímulos, cuidados y mimos del estudiante, con el fin de evitar que otros miembros de la familia quiten la responsabilidad de ser padre o madre al joven. Al finalizar el ejercicio, se puede saber si dejaron llorar demasiado al bebé, o si no atendieron alguna necesidad del recién nacido.
Ana Mercedes Bolívar, trabajadora social y referente del programa, asegura que “al principio los chicos sienten miedo, pero al final se encariñan. Algunos son radicales y dicen que nunca en sus vidas quieren ser padres o madres”.
Según Bolívar, esta experiencia también ha servido para unir a los estudiantes con sus familias, pues en oportunidades el bebé ha logrado recuperar la comunicación, el entendimiento y el acompañamiento de padres con los jóvenes. “Es satisfactorio escuchar a los estudiantes decirme: ¡profe! mis hermanos mayores me hablaron de sexo, mi papá me acompañó al colegio con el bebé, mi mamá está más pendiente de mi”, dice Ana Mercedes con voz entrecortada.
“Como experiencia propia, pienso que muchos problemas de los adolescentes como el embarazo temprano o el consumo de drogas y de alcohol radica en la falta de cariño y afecto al interior de los hogares”, concluye Bolívar.
Trío Pro-Salud
No todos los robots son bebés normales. Dentro de la estrategia, el Hospital Pablo VI de Bosa cuenta con el Trío Pro-Salud, que son bebés con problemas al nacer.
Por último, en los talleres se presenta el robot con síndrome de bebé sacudido, que es cuando los padres son jóvenes o impacientes y generalmente sacuden a los bebés cuando se desesperan por el llanto de ellos. El bebé se calla pero los hemisferios del cerebro se ven gravemente afectados, una leve sacudida puede generar discapacidad visual, dañar la motricidad gruesa y fina, hasta se pueden producir pequeños derrames cerebrales, pues los recién nacidos tienen el cerebro más pequeño que el cráneo.
Estos tres bebés robot no son entregados a los estudiantes para que los lleven a sus casas, solo se trabaja con ellos en los talleres y sensibilizaciones.
El programa 'Bebé, piénsalo bien' es subsidiado en su totalidad por el Hospital Pablo VI. Los bebés fueron traídos de Canadá, país que implementó esta estrategia.
Diana Carolina Duarte Martínez
Redactora bogota.gov.co
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