Lee el discurso completo de la alcaldesa en la instalación del Concejo de Bogotá

1·ENE·2020
Después de reunirse con la ciudadanía la alcaldesa Claudia López se presento enfrente del Concejo de Bogotá. Conoce el discurso completo.
Discurso completo de la alcaldesa en la instalación del Concejo
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, invitó durante su discurso de instalación del Concejo de Bogotá a construir una ciudad desde las diferencias.

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Es un honor enorme para mi instalar como la primera mujer elegida popularmente Alcaldesa Mayor de la Ciudad de Bogotá a este Concejo con una representación histórica de jóvenes y de mujeres. Hoy 1 de cada 3 cabildantes de la capital es mujer y haciendo un promedio de las edades de todos ustedes no se llega a los 42 años. Esto es una muestra extraordinaria de renovación y del cambio que está teniendo nuestra ciudad. Esto es un motivo de orgullo para nuestra capital, sin duda, por lo que representa en la historia de la democracia, en la larga y tortuosa conquista de los derechos y en el reconocimiento de los movimientos cívicos y ciudadanos.

Hoy llega a este recinto el cabildante más joven en la historia de la ciudad: Julián David Sastoque, de la Alianza Verde. Además, más de 14 mujeres también llegan a este recinto, maravilloso.

Hoy, ustedes y yo podemos celebrar nuestra democracia como posibilidad privilegiada de construcción de una sociedad más justa e incluyente a partir del debate y el disenso. Solo de eso, y de nada más, se trata lo que en este recinto ocurre. De confrontar miradas y formas de entender el mundo, de estar en desacuerdo y, aún así, construir alianzas y diseñar estrategias para encontrarnos desde orillas diferentes y, así, construir consensos en pro del beneficio colectivo de la ciudad. De honrar la esfera pública como escenario sagrado del interés común y colectivo, y de dignificar la política, lo político, como el lugar donde se agencian los cambios y las transformaciones que Bogotá está pidiendo a gritos.

La democracia en nuestro país está cambiando rápidamente y, en ningún lugar el cambio es tan vertiginoso como en nuestra capital. La superación de la pobreza extrema, el aumento del nivel educativo y el acceso inédito a la información, cosas en las que Bogotá ha avanzado mucho han permitido que cada vez más ciudadanos voten libremente y a conciencia. Por eso, y solo por eso, estamos hoy aquí, ustedes y yo. Esa es la fuente de la profunda renovación de este Concejo que hoy instalamos. 

Más de la mitad de los integrantes de esta Corporación ocupa, por primera vez, una curul en este cabildo. ¡Esto es verdaderamente histórico!. Este es un Concejo joven, como jóvenes son las cientos de miles de personas que han salido a las calles de Bogotá a recordarnos, una vez más, que este país es otro, que es el momento de la ciudadanía y que el cambio es imparable.

Cada uno de ustedes tiene sobre sus hombros la enorme responsabilidad de interpretar y de representar, con lealtad, esa demanda ciudadana de cambio. Cada uno de ustedes representa la esperanza de muchos y es su deber, y su exclusivo privilegio, honrar esa confianza ciudadana.

A quienes lograron su reelección, e incluso aumentaron su votación, quiero felicitarlos. Su experiencia será decisiva para lograr el buen funcionamiento de la Corporación y para que las iniciativas que aquí presentemos y trabajemos juntos, lleguen a buen puerto. Ustedes saben muy bien cómo construir consensos en la diferencia, tienen conocimientos y habilidades que hoy necesitamos para afrontar los retos comunes, que son muchos.

Durante meses ustedes y yo recorrimos las calles de Bogotá, hasta el último rincón, haciendo campaña al Concejo y a la Alcaldía. Hablamos con gente de todas las edades, y de todas las localidades.  Escuchamos, caminamos, palpamos y experimentamos directamente la infinidad de realidades y matices que encierra esta ciudad diversa y de profundos contrastes. Y si hoy estamos aquí, es porque cada uno de nosotros supo escuchar y representar a esas nuevas ciudadanías. Creo que todos acá nos preciamos de entender algo de política, y sin embargo, no sé ustedes, pero yo no vi venir lo que estamos viviendo en Bogotá desde el pasado 21 de noviembre.

Sabía muy bien que existe un profundo un deseo de cambio y que, de alguna manera, el éxito de nuestra campaña dependía de interpretar y representar genuinamente ese anhelo. Sin embargo, lo que vive hoy Bogotá va mucho más allá. Como lo mencioné esta mañana en nuestro acto de posesión en el parque Simón Bolívar, yo no siento que Bogotá salió a las urnas o a las calles simplemente para cambiar de gobierno o cambiar unas políticas. Yo francamente lo que creo es que los ciudadanos nos están pidiendo un cambio de identidad, de prácticas, de ruptura con el pasado, con el debate, con las disputas del siglo XX, que a veces parece que nos quieren atrapar y mantener encerrada a las nuevas generaciones cuando ya estamos dos décadas adentro del siglo XXI.

En el fondo lo que esos ciudadanos nos dicen es no más, no nos amarren a ese viejo país, no nos amarren a sus viejas agendas, a sus pugnacidades. Déjenos crecer en las causas, en las agendas, en los anhelos del siglo XXI, déjennos ser.

Los ciudadanos que han marchado, o que han sacado sus cacerolas por la ventana, o que, sin marchar, simpatizan con las causas de quienes lo hacen, reclaman ante todo un cambio profundo en nuestra actitud como dirigentes.

Lo he venido manifestando desde que tuve la oportunidad de atender la invitación que nos hizo el señor presidente a la Casa de Nariño hace ya algunas semanas. Fue para conversar sobre la situación nacional. Yo francamente creo que a todos: al gobierno nacional, al local, a las corporaciones de representación pública lo que más nos pide la ciudadanía es humildad. Para entender el descontento, para escucharlo, para interpretarlo.

No podemos seguir siendo los mismos, tenemos que cambiar, es un imperativo político, pero sobre todo ético.

Nos reclaman que seamos humildes y que seamos capaces de escuchar, no cada cuatro años, sino cada vez que sea necesario. De entender que surgen los cambios, que estos surgen de la ciudadanía. Yo lo he dicho y supongo que muchos de ustedes tienen la misma sensación, yo tengo la impresión de haber competido en una ciudad, ganado en una y estarme posesionando en otra. Así de vertiginoso y ágil está siendo el cambio en nuestra ciudad. Algunos le temen, lo miran con recelo, como si quieran aferrarse al statu quo.

Entendemos que el poder lo tiene la gente y no lo va a soltar, que este no le pertenece al gobierno si no a los ciudadanos.

Necesitamos un Concejo y una Alcaldía que le devuelva el poder a la gente, que le devuelva el sentido esencial a la democracia que no es otra cosa diferente que obedecer el mandato de los ciudadanos. Honorables concejales, Bogotá necesita un Concejo que esté dispuesto a construir consensos para afrontar, juntos, los grandes problemas de la ciudad, para imaginar e implementar grandes iniciativas y para construir el futuro a la medida de los sueños de la ciudadanía. Bogotá necesita un Concejo grande, grandioso, a la misma altura de sus ciudadanos. 

Que ese cambio que los ciudadanos eligieron se nota en el estilo diario, en la forma en que aquí trabajaran ustedes y trabajaremos juntos.

Las protestas tienen un común denominador, son la expresión de una ciudadanía joven y empoderada. Una ciudadanía consciente de su papel activo en la movilización de opinión y de su enorme capacidad de incidir en la realidad que le rodea. Las protestas, en sus más variadas, inusitadas y creativas formas, expresan las demandas de una nueva generación que aflora hoy en Colombia y en otras partes del mundo. Las calles están hablando, señoras y señores; las calles nos están interpelando y no es posible, de ninguna manera, hacer oídos sordos a tales manifestaciones de indignación y de esperanza.

Yo no sé ustedes, pero lo que yo he sentido en todos estos meses es mucha esperanza. Mucha esperanza por lo que cada uno de ustedes representa, por lo que podemos hacer desde la alcaldía, por los mensajes para combatir la corrupción, lo que va mal, pero de igual manera por la humildad y la generosidad de reconocer y continuar lo que va bien.

La ciudadanía tiene la agenda muy clara, solo es cuestión de asomarse a la ventana, aguzar el oído y fijarse bien en los carteles. Educación de calidad, que les dé a los jóvenes las pertinencias para la vida, para el empleo del siglo XXI. Los jóvenes y los niños serán los maestros de Bogotá, lo están siendo ahora mismo. Durante milenios la humanidad creyó que los adultos teníamos que formar a los niños, lo que las gretas thunbergs colombianas nos demuestran es que en esta era es al contrario. Son los niños y jóvenes los que nos están educando en cultura ambiental, lo que nos dicen que el cambio climático no es teoría, es una realidad y que nosotros no tenemos el menor derecho de dejarlos a ellos sin planeta. Nos están pidiendo una cosa elemental: que no se abuse del poder, que no se roben los recursos, que haya ética en el servicio público, increíble que tengamos que recoger 3 millones de firmas, sacar 12 millones de votos para 7 mandatos obvios que aún no son leyes.

Nos están pidiendo profundización de las libertades y reconciliación de nuestra sociedad; de eso están hablando las cientos de miles de personas que salen a las calles de Bogotá desde el 21 de noviembre. Los veo yo desde mi ventana en la Plaza de los Hippies, que es la nueva plaza de la democracia para mi fortuna. Son las demandas de esta nueva generación de ciudadanos que está transformando la democracia y la forma de hacer política en Colombia. Son el anhelo y la esperanza compartida de un futuro mejor para todos y todas. Por las causas de esa nueva generación debemos ser capaces de trabajar unidos, incluso en medio de nuestras diferencias. Es lo que ellos esperan de nosotros y es lo que nos corresponde hacer para estar a la altura de sus demandas y de este momento histórico.

Unidos seremos capaces de responder a este inmenso reto que nos plantea Bogotá en este momento, no tengo la menor duda. La amplia coalición de partidos que hoy inicia para definir el funcionamiento del Concejo durante los próximos cuatro años, es la mejor prueba de que vamos a lograrlo. Es la mejor señal de que empezamos bien. Este es el primer paso para aprender a trabajar juntos en medio de las diferencias. No tenemos que pensar igual, ni siquiera tenemos que estar de acuerdo en todo, solo tenemos que aprender a escucharnos para reconocer y aprovechar a nuestro favor las diferencias y para sacar adelante a Bogotá. Ese es el reto enorme que compartimos y asumimos hoy todos nosotros. Solos no podemos, unidos somos imparables.

El pasado 27 de octubre, casi 650 mil Bogotanos salieron de sus casas a ejercer su derecho al voto y eligieron alguna de las opciones a la alcaldía, sin embargo, también decidieron no marcar, o marcar en blanco, su voto al Concejo de Bogotá. Eso también nos está diciendo algo. Ese gesto también expresa un desafío enorme para nosotros pues significa que, juntos, debemos conquistar a más de medio millón de votantes que no se sintieron convocados ni aludidos por la figura del Concejo.

Uno de cada cuatro Bogotanos, o mejor, uno de cada cuatro votantes en Bogotá, elige blanco o no marca el tarjetón de Concejo. ¿Qué esperan ellos de esta Corporación de la ciudad? ¿Qué los hubiera motivado a votar por alguno de ustedes, en vez de hacerlo en blanco?

Está claro que muchos de ellos no se interesan por la labor del Concejo o desconocen el enorme efecto que tienen las decisiones que aquí se toman para sus vidas. En cualquier caso, el desafío es grande para todos nosotros y la Cultura Ciudadana tiene mucho trabajo por hacer en este campo. Es de vital importancia que la ciudadanía comprenda, por entero, las implicaciones de votar y elegir a los concejales de la ciudad. Aquí, en este recinto, se toman decisiones trascendentales sobre el ordenamiento del territorio, sobre las inversiones en salud y en educación, o sobre el uso de importantes activos ambientales de la ciudad. Aquí se definen normas, se aprueban los proyectos presentados por la Alcaldía y se hace seguimiento y control político a la inversión; las decisiones que aquí se toman afectan, para bien o para mal, la vida de los más de siete millones de habitantes de Bogotá. No es poca la incidencia, ni es menor la responsabilidad del Concejo de Bogotá, por eso es mi deseo que la ciudadanía participe más activamente de las discusiones que aquí se dan y conozca mejor la labor que cada uno de ustedes desempeña por la ciudad. Cuenten con la institucionalidad de la alcaldía para este propósito y para fortalecer el ejercicio consciente de la participación en todas sus formas.

Durante la campaña por la alcaldía nuestros partidos y movimientos compitieron por proyectos y visiones distintas de ciudad, pues justo de eso se trata la democracia, de poner en diálogo la pluralidad de miradas y perspectivas. A pesar de esto, todas las bancadas han expresado un ánimo de construir con nuestra alcaldía desde la independencia. Hoy recibo con enorme responsabilidad y humildad este generoso gesto de los distintos sectores políticos representados en el Concejo, y prometo honrarlo con mi compromiso indeclinable, y el de todos mis secretarios, de atender a sus llamados con celeridad y eficiencia.

Cada vez que alguno de ustedes reclame de nuestro equipo de gobierno alguna gestión en materia de salud, de servicios públicos, de educación o de otro sector, tendremos presente que ustedes representan a tres millones de Bogotanos que votaron para que hicieran esa gestión por ellos. Es nuestro deber honrar ese mandato y darle a cada concejal el lugar preponderante que tiene en nuestra democracia capitalina, en tanto representante directo de la voluntad popular.

Hoy inicia una nueva etapa de las relaciones entre el Concejo y la Alcaldía de Bogotá, una era marcada por la transparencia, por el liderazgo plural y por la capacidad de construir en medio de las diferencias y a partir de la argumentación y la inteligencia colectiva. La máxima prueba de estos nuevos tiempos es la elección de Carlos Fernando Galán como primer presidente de la Corporación. Carlos Fernando fue un maravilloso contendor que, con respeto y altura, fijó sus diferencias y, a la vez, se dio a la tarea de estudiar y reconocer lo mejor en los programas de sus competidores para incorporarlos al suyo.  Por ese motivo, y como compromiso con una nueva forma de entender y hacer la política en nuestra capital, le he pedido a la bancada de mi Partido, el Verde, a la cual le correspondería la presidencia en el primer año por ser la bancada más grande, que permita que sea Carlos Fernando Galán quien ejerza la Presidencia del Concejo, en representación del más de millón de Bogotanos que votaron por él. Nos corresponderá a los dos, a Carlos Fernando desde el Concejo y a mí desde la Alcaldía, liderar de manera constructiva en medio de las diferencias por el bien de nuestra Bogotá.

Se trata de desarrollar la habilidad para encontrar lo común, aprovechando nuestras diferencias. Se trata de encontrar una forma de nombrarnos y de representarnos a todos y todas, sin que se pierda la riqueza de la pluralidad.

Siguiendo ese principio orientador hemos decidido acoger la marca-ciudad que desde hace años busca posicionarse como referente común y colectivo de la ciudad, más allá de los gobiernos y las administraciones de turno.

Aquí llevan años luchando para que la administración se tome en serio la marca ciudad, aproximándonos a eso mucha gente me preguntaba cuál es el eslogan de su alcaldía y donde está su símbolo, hay un símbolo de la alcaldía, uno aprobado por este concejo y me parece de elemental respeto usarlo. No debemos ponerle una competencia que no es más que vanidad y desperdicio de recursos públicos.

Así que aquí hemos venido con esa marca, representada en un rompecabezas de 46 piezas, una que pretende simbolizar a la administración y las otras 45 a cada uno de ustedes. Por eso quiero invitarlos a que hoy cada uno nos quedemos con una pieza de esas, que nos recuerde cada día que esta ciudad solo funciona si tratamos de coincidir nuestras posiciones en pro de una causa común que se llama Bogotá.

Vamos a construir un sentido común alrededor de esa forma de nombrar y de representar a Bogotá, enclavada en las montañas y cerquita a las estrellas. Vamos a buscarnos, a reconocernos y a encontrarnos ahí en el propósito compartido de tener un buen vivir.

Este primer año tramitarán ustedes las iniciativas más importantes para el futuro de Bogotá en los próximos años. En este recinto se definirán el Plan de Desarrollo, el Plan de Ordenamiento Territorial y las inversiones que harán posible la transformación de Bogotá en una ciudad para el buen vivir; en una ciudad que abrigue la vida, que proteja la diversidad en todas sus formas y que sea sostenible como legado a las generaciones por venir. 

Para lograr la ciudad que hemos soñado nos hemos propuesto cinco grandes metas, siguiendo el curso demarcado por la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS.  La primera, trabajar para que en Bogotá se viva sin miedo, en paz, con justicia y con seguridad. Trabajar para construir una ciudad libre de impunidad frente al delito, donde ciudadanos y autoridades cooperemos para que la vida y los recursos públicos sean sagrados y los bienes de los ciudadanos se respeten. La segunda, hacer todo lo que sea necesario para garantizar una vida digna y con oportunidades para todas las personas. Bajo el enfoque de la cultura ciudadana, nos proponemos ofrecer opciones liberadoras a través de la educación, la cultura, la recreación, la salud y la protección; opciones que garanticen el ejercicio autónomo y competente de la ciudadanía a todos los sectores, géneros y generaciones. Nuestra tercera gran meta será propiciar las condiciones para que la ciudadanía pueda disponer de más tiempo para estar con la familia, para divertirse, para crear, para innovar y para construir un desarrollo humano y sostenible; y deje, por fin, de consumir su vida en el trancón.

Los jóvenes del siglo XXI van a escoger donde vivir y tienen un amplísimo margen para ello. Lo harán por ciudades con calidad de vida. Si nuestra ciudad sigue siendo, insegura, con miedo, con robo, sin oportunidades, contaminada, el arma letal hoy en Bogotá es el aire contaminado, no las armas blancas.

Lo que más contamina hoy es el diésel y gasolina, yo no quiero que Ecopetrol nos dé un mejor diésel, yo quiero que no usemos diésel. Que tratemos de hacer un tránsito rápido, a pasar a combustibles Euro VI mínimo, es decir, gas o energía eléctrica.

Por eso esta mañana expliqué por qué Bogotá debe construir una red masiva multimodal no solo que haga el Metro, el Metro lo vamos a hacer hasta Suba y Engativá como lo dijeron los estudios siempre, sino que además lo integre con la red férrea, con la red de Regiotrams, para que la carga, en vez de entrar en viejos camiones y tracto mulas pueda entrar en un Regiotram limpio y también los dos millones de personas que entran a diario a Bogotá.

Nuestra cuarta gran meta será reverdecer a Bogotá para vivir mejor. Vamos a emprender las medidas necesarias para lograr la sostenibilidad ambiental para sellar el pacto de reconciliación entre nosotros mismos y con el medio ambiente, para legar una ciudad protectora y cuidadora a las generaciones de hoy y a las que están por nacer. Nuestra quinta gran meta, es unirnos, aliarnos, para hacer de Bogotá el mejor hogar de los colombianos. La invitación es a construir este sueño conjuntamente con la ciudadanía, con ustedes, con los servidores públicos, con las organizaciones sociales y comunitarias, con los empresarios y emprendedores, con los formadores de opinión, con la región, con la nación y con la cooperación internacional.

Aquí quiero invitarlos a que construyamos todos a una muy humilde, empática y colaborativa relación con los ciudadanos de Cundinamarca. De los departamentos de la región central. Somos una región en lo geográfico, en lo ecológico, en la vida, pero no lo somos en la institucionalidad. Y mientras no lo seamos, estaremos pendientes si los alcaldes y gobernadores no se la llevan bien, de que si les conviene o no a los políticos de turno y mientras tanto los ciudadanos padeciendo infinitos problemas en innumerables temas.

La participación directa de la ciudadanía tendrá un lugar prioritario en la definición de la agenda común y en la construcción de los caminos compartidos. Bienvenidos ustedes también, al lugar de honor que les corresponde, como máximos representantes de la voluntad ciudadana y popular de esta ciudad. Bienvenidos siempre a construir este sueño común que se llama Bogotá.