Pedro Antonio González y Ana Cecilia Romero se conocieron en la flor de su juventud cuando vivían en una de las zonas rurales del sur de Bogotá. Ambos recuerdan que fue amor a primera vista y por eso se ennoviaron a los pocos días de cruzar sus miradas.
La pareja tenía varias cosas en común, como la siembra de hortalizas y plantas de jardín, el cuidado de la naturaleza y el reciclaje. “Eso hizo que nos enamoráramos aún más. Luego de ser novios durante unos años, decidimos casarnos para construir nuestro hogar”.
Los recién casados se convirtieron en una clase de nómadas, ya que pasaron por muchos barrios de las localidades del sur de la capital. “Estuvimos varios años en la localidad de Kennedy, donde criamos a nuestros hijos y seguimos cuidando los recursos naturales”.
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En todas las casas que arrendaron, Pedro y Ana Cecilia intentaban montar pequeñas huertas para tener alimentos propios; también llenaban sus hogares con plantas de flores vistosas. “En algunas casas no pudimos hacerlo por la falta de espacio, pero sabíamos que íbamos a cumplir nuestro sueño”.
Hace tres años, los enamorados encontraron una vivienda en el barrio Los Alpes, ubicado en una montaña empinada de la localidad de San Cristóbal. “Nos pusimos muy contentos porque dimos con el sitio ideal para poder sembrar”.
Pedro, que desde muy pequeño trabajó en los cultivos de papa de la Bogotá rural, se encargó de darle vida a una huerta en la terraza de la casa, donde siembra cebolla, arveja y frijol. Ana Cecilia, por su parte, reverdeció el sitio con un nuevo jardín.
“Una de las actividades que más nos gusta hacer es caminar por las montañas de la capital, donde aún sobreviven árboles hermosos y antiguos que nos dan oxígeno. El amor por la naturaleza es el protagonista de nuestra historia juntos”, dice Ana Cecilia.
Cuando salen a caminar por el barrio, estos ambientalistas recogen todas las botellas plásticas que encuentran en la calle. “Nos encanta reciclar. Lo hacemos de corazón para darle una manito a nuestra hermosa naturaleza”.
Reverdecer comunitario
Todos los días, cuando el sol despunta sus primeros rayos, Pedro y Ana Cecilia llegan al parque del barrio Altos del Poblado (carrera 10A este con calle 40 sur), ubicado a 15 minutos de su casa, para hacer ejercicio y despejar la mente.
“Primero caminamos un rato por la cancha de baloncesto y luego nos ejercitamos en las máquinas. Antes de regresar a la casa recorremos el parque y nos deleitamos con sus árboles; a los más altos los abrazamos”.
En una de esas caminatas por este parque empinado desde donde se aprecia una gran panorámica de la localidad de San Cristóbal, la pareja vio un montículo de tierra negra en uno de los andenes.
“Yo quería llevarme un pucho de tierra para echarla en los cultivos de mi huerta; se notaba que estaba abonada y era muy buena para las plantas”, aseguró Pedro.
Los esposos esperaron unos minutos para ver si llegaba el dueño de la tierra. “Apareció una funcionaria del Jardín Botánico de Bogotá (JBB), uniformada con una chaqueta verde, y nos dijo que la tierra era para una jornada de plantación”.
Era Yenny Rosas, profesional social de la Subdirección Técnica Operativa del JBB, quien estaba invitando a la comunidad a participar en la plantación de 29 nuevos árboles en el parque de Altos del Poblado.
“Aunque no vivimos en el barrio, la señora nos invitó a la actividad. Quedamos muy contentos porque siempre hemos querido plantar árboles, pero no habíamos tenido la oportunidad”.
Más de 20 adultos mayores de la zona, la mayoría del comedor comunitario Cocina Popular, le ayudaron a los operarios e ingenieros del Jardín Botánico a reverdecer el concurrido parque, un sitio que también tiene juegos para los niños.
Pedro plantó tres árboles y escribió su nombre en los tutores de madera que los acompañarán durante aproximadamente tres años. “Como vengo todos los días al parque, voy a estar muy pendiente de estos hermosos árboles”.
Ana le rindió un homenaje a su mamá en el cayeno que plantó. “Mi mami falleció hace siete meses. Por eso bauticé al árbol con su nombre, María Estér Romero, y ahora le daré mucho amor porque ella sigue viva en este cayeno”.
María Sarasti, quien vive desde hace varios años en este barrio de la localidad de San Cristóbal, decidió plasmar una frase religiosa y el nombre de una de sus nietas en su árbol, un chicalá amarillo: “Gratitud a Dios: Dana María”.
“Gracias a Dios por todo lo que están haciendo por la comunidad. Estos nuevos árboles que nos regaló el Jardín Botánico mejorarán el medio ambiente de nuestro hermoso barrio”, dijo la ciudadana.
Los nombres de los nietos, bisnietos e hijos de mujeres como Filomena Pérez, Esperanza Nivia, Diana Guzmán, Segunda Gómez, Ana Tonusco y Claudia Bramsilla, quedaron inmortalizados en los 29 nuevos árboles.
“Nuestro parque Altos del Poblado quedó mucho más verde con estos nuevos árboles. Vamos a cuidarlos y darles mucho amor, pero necesitamos de la ayuda de toda la comunidad para que crezcan hermosos”.
Sitio priorizado
Los habitantes del barrio Altos del Poblado tienen un gran sentido de pertenencia por su parque. Además de poder ejercitarse en sus canchas y gimnasio o caminar por sus recovecos, sus árboles les brindan un mejor aire.
Esta zona alberga aproximadamente 190 árboles de especies como jazmín del Cabo, alcaparro enano, cedro, hayuelo, falso pimiento, liquidámbar, chicalá amarillo, roble, guayacán de Manizales, cerezo, eucalipto pomarroso, abutilón y pino romerón.
Con los 29 árboles que fueron plantados con la comunidad, el parque ahora suma cerca de 220 individuos arbóreos, tesoros biodiversos que son cuidados por los visitantes del lugar.
“Para la nueva plantación escogimos tres especies nativas: yarumo, chicalá amarillo y cayeno, las cuales generarán un impacto visual muy bonito por sus coloridas flores”, informó Leonado Murcia, ingeniero del Jardín Botánico encargado del arbolado de San Cristóbal.
No es la primera vez que el JBB reverdece este parque. “En 2019 realizamos una plantación con varios cedros y pinos romerones, los cuales hoy en día superan los tres metros de altura y son cuidados por la comunidad”, mencionó el profesional de la entidad.
La localidad de San Cristóbal, un sitio que en el pasado fue habitado por los muiscas, alberga más de 66.900 árboles en sus zonas urbanas, de los cuales más de 820 han sido plantados por el Jardín Botánico desde el año 2020.
“Nuestro objetivo es enriquecer las coberturas vegetales existentes con árboles de especies nativas. Seguiremos realizando plantaciones en los espacios disponibles que hay en la localidad de San Cristóbal”, afirmó Murcia.
Acupuntura urbana
El parque del barrio Altos del Poblado cuenta con dos pequeñas huertas, sitios que son aprovechados por el comedor comunitario Cocina Popular para prepararles recetas saludables a las personas de la zona que almuerzan allí.
Estas huertas, además de varios senderos en cemento y una plazoleta con mobiliario, hacen parte de la estrategia de acupuntura urbana de la Secretaría de Hábitat, la cual busca mejorar el espacio público a través intervenciones puntuales que generan un impacto transformador.
“La acupuntura urbana pretende generar el mejoramiento integral y en cadena de un sector a través de intervenciones puntuales en lugares estratégicos, a partir de entender a la ciudad como un organismo conectado y sistémico”, aseguró la entidad.
Las acciones de acupuntura urbana tienen como eje central la participación comunitaria, reconociendo su visión acerca del territorio que habitan y las potencialidades y necesidades físicas, sociales, culturales y económicas.
“En otras palabras, esta estrategia busca transformar el espacio público mediante intervenciones sostenibles, puntuales, rápidas, acotadas, articuladas y permanentes, que permitan crear reacciones positivas y en cadena estimulando un cambio”.