Sara Vargas es una súper campeona, no solo de la natación, también lo es de la vida.
Con una sonrisa casi infantil, no para de reír y agradecer por todas las bendiciones que ha recibido desde cuando, a los cinco años, se metió a una piscina y empezó a cosechar victorias por el mundo. La última de ellas, en Berlín, Alemania, donde ganó 5 medallas de oro.
A continuación, una foto de Sara Vargas en la ceremonia de premiación de las competencias de Berlín, Alemania.
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Su rico y dorado palmarés internacional lo abrió, con apenas 11 años, en Indianápolis, Estados Unidos, donde ganó tres oros: 50, 100 y 400 m. libres. Al año siguiente, en el 2019, volvió a brillar por su velocidad y ganó 4 medallas de oro y una de plata, a la vez que rompió cuatro récords, siendo elegida la mejor atleta de los Juegos Parapanamericanos de Lima. En su camino a la Olimpiada de Tokyo también se bañó en oro en la Serie Mundial de Natación en Italia.
Aquí, un tuit del IDRD con la actuación de Sara Vargas en la Serie Mundial de Italia
🎉🎊 ¡ORO! 🎉🎊 La deportista Sara Vargas, del #EquipoBogotá, se lleva la preciada medalla de la Serie Mundial de Natación paralímpica realizada en #Italia, sumando puntos para llegar a @Tokyo2020es. 🏅🏅🏅 pic.twitter.com/Dcu0jNt8Eh
— 🟨🟥Recreación y Deporte (@IDRD) April 17, 2021
Sara ha ganado cerca de 30 medallas en la natación
Una cosecha de medallas que florece en un sitio que le arregló su mamá en la sala de la casa y que está cerca a la treintena. “¿Todas de oro?”, le preguntó y responde con picardía: “¡Uuyyy como que todas! -ríe-. No, mentiras…la mayoría. Gracias a Dios”.
Inspirada en su hermana, una nadadora de alto rendimiento; Sara, Sarita, Saris, o La Pulga –como le dicen su entrenador y sus compañeros- encontró en la natación el medio perfecto para convivir con la acondroplasia, que caracteriza a las personas que suelen tener brazos y piernas cortos, cabeza más grande de lo normal y tronco de tamaño promedio. Ella ya fue operada para corregir la desviación de algunos huesos que le podían generar lesiones, pero todavía no le han hecho cirugías para aumentar su estatura.
“Desde un principio, nunca lo vi como un impedimento, o por lo menos cuando niña, nunca estuve triste, ni nada de eso por mi condición. Aparte que mi mamá también tiene talla baja, entonces yo también he convivido con esa discapacidad”, recuerda la deportista que mide 1.29 m. y pesa 46 kilos.
La siguiente es una foto de Sara Vargas con su mamá: Leonor Blanco Piñeros:
"Si usted quiere salir adelante, tiene que ser disciplinada"
Sara, además, se siente muy orgullosa de su mamá (Leonor Blanco Piñeros), convertida en un referente para ella. “Siento que lo que me da a mí, mi mamá y me sigue dando, es súper bueno. Ella tuvo negocios, un montón de cosas y pues normal, o sea yo veía que ella hacía las mismas cosas que cualquier otra persona podía hacer”.
Esa mentalidad positiva y ese respaldo han sido fundamentales para seguir en su proceso de formación para el deporte y para la vida. “Mi mamá me dice: 'Mire china, mamita, si usted quiere salir adelante tiene que ser disciplinada. Siga así'”.
En ese camino tapizado de baldosines de piscina, se cruzó un hombre que le daría el impulso que le faltaba para convertirse en una ganadora: Steven Ruiz, un cazatalentos que supo ver en ella las bondades y la potencia moral del vencedor. “Fue una coincidencia de objetivos, la familia tenía el interés de integrar a Sara al sistema paralímpico y yo buscaba buenos deportistas. De ahí en adelante ha sido un proceso muy positivo”, dice el entrenador que hoy en día es un referente para Sarita.
“Lo admiro mucho, es muy estudiado; entonces me ha incentivado a seguir estudiando; que aprenda un idioma, que vamos a un país y me enseña un montón de cosas. Siempre es a enseñarme, a enseñarme, es una gran persona, una persona muy íntegra”, recalca la deportista que nacida en La Mesa, Cundinamarca, hace parte del Equipo Bogotá y recibe todos los beneficios que ello implica.
Los días de Sara giran alrededor de las piscinas
Cuando conversamos, acababa de tomar el almuerzo en el restaurante que el IDRD tiene para los deportistas, después de cumplir con parte de su intensivo entrenamiento y que le copa casi todo el día en el complejo acuático en el occidente de Bogotá. Son dos horas de natación en la mañana, una hora de gimnasio, otras 2 horas en la tarde y el tiempo de la recuperación.
A continuación, una foto de la participación de Sara Vargas en los Juegos Paralímpicos de Tokyo.
Un ritmo que solo es posible gracias a su inquebrantable disciplina y fuerza mental, dos de las cualidades que la han vuelto exitosa y que le permiten cumplir con su vida de adolescente de 15 años: seguidora de la banda irlandesa The Cranberries, toca guitarra eléctrica, acústica, ukelele -un instrumento de cuerda pulsada-, cencerro y guacharaca. “Me gusta mucho la música porque me relaja, me gustan los sonidos de la guitarra, las letras”, sostiene.
Además de leer de todo -ahora tiene en su mesa de noche “No eres tú, es el cosmos”-, Sara también estudia inglés; cursa virtualmente el 8° grado de bachillerato y saca tiempo para un emprendimiento que acaba de iniciar en bisutería para diseñar collares, tobilleras, manillas y “otras cositas que están de moda”.
Enamorada de la vida y la actividad física, le gustaría estudiar ciencias del deporte. Por lo pronto ya cumplió uno de sus grandes sueños: estar en una paraolimpiada. Fue en Japón, donde vivió la emoción de estar en las finales. No hubo medallas, pero sí pudo cumplir con los objetivos trazados, entre ellos el de mejorar sus tiempos.
En Tokyo 2021 conoció a la que es su ídolo: Eleanor Simmonds
Allí mismo, conoció de cerca a la mujer que ha inspirado su carrera: Eleanor Simmonds, una nadadora británica que también tiene acondroplasia y es todo un referente mundial. “Le pude hablar y también nos pudimos tomar una foto, y de ahí en adelante en la competencia me saludaba, y yo, ¡ahhh!, muy normal, pero por dentro me estaba muriendo, obviamente”. -Ríe tímidamente-, y con su voz siempre alegre añade, “pero fue súper buena gente”.
En seguida, una foto de Sara Vargas al lado de Eleanor Simmonds en los Juegos Paralímpicos de Tokyo.
¡Súper bonito, súper genial, súper emotivo, súper normal, súper chévere, súper bien!, estos son solo algunos de los superlativos que, dentro de su lenguaje juvenil, usa Sara del Pilar Vargas, una súper nadadora que convirtió las limitaciones en grandes oportunidades para fortalecerse como persona y como una deportista ejemplar que ahora sueña con el oro en París 2024.
“A todos los que me están leyendo, que sigan adelante, que se disfruten la vida, que sean muy felices; que si quieren triunfar en el arte, en la música, en el deporte, en la danza, en lo que quieran hacer -escritores, artistas, etc-; que lo hagan con mucho amor, con mucha disciplina, con mucha paciencia, con mucha fe y se van air dando las cosas, pero que hagan siempre lo que quieran hacer, con mucho amor”. Sara Vargas.
Aquí, un video de YouTube con algunas de las actuaciones de Sara Vargas, además de una entrevista (15:55).