“Si yo no hubiera aprendido música, gracias al profe Carlos, yo no sabría que estaría haciendo ahorita. Prácticamente el me cambió la vida. ¿Cómo? Gracias a la música he visto tantos cambios, digo: ¡guau!, es gracias a él. Porque él fue quien me impulsó”.
El testimonio es de Esteban Villamil, un joven beneficiario del Centro Amar, de la localidad de Kennedy, a donde empezó a asistir hace unos años para tomar el servicio de comedor, por ser uno de los cientos, miles de niñas, niños y jóvenes con alto riesgo de vulnerabilidad y posibles víctimas del trabajo infantil en ese sector de la ciudad, cercano a Corabastos.
“Al principio no quería ir al comedor. Comencé a verlo y lo vi con la música, con guitarra y amplificador y nos enseñaba pequeñas cosas de la música”, recuerda Esteban, quien hoy ya está a punto de terminar su bachillerato y no concibe los días lejos de su guitarra.
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En la siguiente foto aparece Esteban con su inseparable guitarra:
“Él es tan chévere que una noche me subí a un bus y se me rompió la guitarra. Al otro día fui y le conté y me dijo, consiga pegante y libros y la arreglamos. Le puso pegante y peso con los libros, la dejamos secar y la guitarra volvió a estar buena y seguimos ensayando”, rememora el joven que hoy sueña con ser músico profesional y vive “re agradecido” con el profe Carlos.
El profe Carlos ha transformado con su música a más de 700 niños y adolescentes
La de Esteban es apenas una de las más de 700 historias dignas de resaltar de jóvenes que han sido guiados por el músico Carlos Alberto Molina Caro, el profe Carlos, quien ha trabajado casi 10 años con el Centro Amar de Kennedy, al que llegó recién graduado de la Universidad Incca, uniéndose a la causa de atacar la problemática del trabajo infantil.
“El Centro Amar en que estamos, está diseñado para sacar a los niños de la plaza de Corabastos, de El Amparo, para todo lo que tiene que ver con el acompañamiento laboral del reciclaje, todo ese tipo de circunstancias que de alguna manera están afectando a los niños de la localidad”, afirma el tallerista musical que conoce de raíz ese problema, pues, cuando pequeño, de alguna manera lo padeció.
“Yo soy de la localidad de Bosa y hoy trabajo para Kennedy. Con vulnerabilidades muy similares en cuanto al tema de la niñez y ha sido para mí significativo aportarle a la misma comunidad de donde yo salgo. Yo también salgo del estrato 2, también conozco cuáles son las dificultades de quedarme solo en la casa mientras mis papás salían a trabajar y muchas veces acompañaba a mi papá a trabajar”, confiesa el docente bogotano.
Todo cambió por una guitarra que le regalaron
Con ese mismo orgullo relata que su afición por la música nació gracias a una guitarra que le regalaron en su casa. Un obsequio, que, sin tener vena artística, le llenó de notas musicales su día a día y le trazó en un pentagrama el derrotero de su vida.
Después de experimentar como músico en su juventud, se convirtió en maestro para -entre guitarras, tambores, corcheas, bemoles y todo ese lenguaje- transformar vidas y maneras de pensar, apoyado en los valores y la reconstrucción del tejido social, para mostrarle al niño, a la niña y al adolescente otra forma de ver la vida.
“Dándoles la posibilidad de aprender una habilidad, desde el aprendizaje y la ejecución de instrumentos de percusión, de la guitarra del canto y llevarlos a creer que es posible ser profesionales, salirse del mundo en el que ellos actualmente están por todas las situaciones de pobreza y de vulnerabilidad que viven en su familia”, resume el maestro profesional en música.
A continuación, una foto de uno de los grupos musicales que ha conformado el profe Carlos.
El Centro Amar les ofrece una atención integral
Con la promoción de hábitos de vida saludable, un apoyo alimentario con calidad y oportunidad, seguimiento a su estado nutricional y la gestión y articulación con las familias para la generación de oportunidades laborales y de cualificación, los asistentes al centro Amar, interesados en la música, tienen el soporte necesario para enfocarse en disfrutar de esos años maravillosos de la infancia y la adolescencia, para luego construir un proyecto de vida promisorio.
Gracias a ese trabajo interdisciplinar los pupilos del profe Carlos, ya han tenido la oportunidad de presentarse en escenarios como el Coliseo el Campín, la Plaza de Bolívar, la Cinemateca de Bogotá y el Cayetano Cañizares. “Incluso, uno estuvo en un concurso de televisión, pero competir no es un objetivo nuestro”, aclara el docente que basa toda su enseñanza, en el folclor del Caribe y el Pacífico.
Aquí, un dossier con algunas de las actividades que ha adelantado el profesor Molina en el Centro Amar de la localidad de Kennedy.
Enfatizando siempre en la formación en valores y en cuatro aspectos fundamentales -aprender, interpretar, sentir y transmitir- el profe, además de la música, les infunde a los niños y jóvenes que pueden ser artífices de su propio destino, siendo protagonistas de la transformación de la historia de Colombia.
Le arrebata los niños a la calle para que sean artistas
“Les digo que no es prepararse para delinquir o para ser una persona que consume drogas; es prepararse para aportar a la sociedad, y ese es el premio más grande”, afirma con la satisfacción que le brindan muchos de sus pupilos cuando pasan a decirle “¡gracias!” porque unos ya están estudiando, otros consolidaron un proyecto de vida y otros –ya mayores- tienen un trabajo y han impactado positivamente en la reconstrucción de su tejido social y familiar.
“Le estamos arrebatando un niño a la calle, le estamos arrebatando un niño al trabajo infantil, y nos los estamos ganando para que sea artista, para que sea profesional y para que, de alguna otra forma, en las siguientes generaciones puedan ser ellos los gestores del cambio”, dice y se adentra en el ‘Taller del Profe’, para -entre partituras e instrumentos- seguir transformando vidas.
En seguida, un video de 'El Taller del Profe' en YouTube