“Somos una pareja que hemos trabajado como recicladores durante casi toda nuestra vida. Hoy nos atrevemos a contar nuestra historia porque queremos enseñarles a todos y todas cómo es el mundo REAL del reciclaje para que puedan aprender y juntos salir adelante. ¡Bienvenidos y bienvenidas!”
Esta es la presentación que hacen de su recién creado canal de YouTube, Jhon Fredy Cruz y su esposa Luz Aida Calderón, dos recicladores bogotanos a quienes, en una tarde de descanso, hace un par de meses y en medio de la pandemia, se les metió en la cabeza la idea de hacer más visible su trabajo y sobre todo, tratar de llevar un mensaje para que la gente se haga más consciente de la importancia de reciclar los residuos de una mejor manera.
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“Estábamos nosotros, aquí en mi casa, con mi señora, y le dije a mi señora: Mamita, y ¿Qué tal si hiciéramos un canal de YouTube? Me dijo papi, pero ¿Cómo hacemos eso? ¿Quién nos va a ayudar?”. Entonces, John recordó que en medio de sus largos recorridos por la ciudad como reciclador había conocido a una señora de la Secretaría de Integración Social a la que le podían preguntar pues era una periodista, según le había contado.
Toda una vida ligada al reciclaje
De esta manera echaron a rodar un sueño, que, por supuesto nunca habían contemplado en sus vidas, en las que casi siempre los han acompañado los cartones, los residuos y, en general, todo aquello que pueda ser rescatado de la basura y clasificado con el rótulo de reciclable.
Con una niñez marcada por la desgracia, que tuvo su punto más duro cuando su papá mató a su mamá y luego se suicidó, Jhon, con apenas tres años, empezó a dar tumbos en la vida. Una naciente existencia en la que cayó en las manos de una tía que lo usaba para cometer pequeños robos y lo maltrataba “porque ella llegaba con su vaina en la cabeza”. “Gracias a Dios” encontró una señora, “un hada madrina” que lo rescató, lo adoptó como hijo y le cambió, no solo el nombre, también la vida, una vida que estrenó con nuevos apellidos: Cruz Sánchez.
Después de vivir encerrado en una habitación de inquilinato y aguantar hambre; un hambre que espantaba con la comida que le daban almas caritativas por debajo de la puerta; John pasó a tener su propio cuarto, con televisión incluida, y todas las comodidades que hasta entonces no conocía. Incluso pudo estudiar hasta quinto de primaria.
Pero como “la buena vida cansa y la mala amansa”, Jhon se peleó con su nueva mamá por cualquier cosa que hoy lamenta, y tras desangrar una alcancía que tenía su benefactora, siendo aún niño se voló para la calle, donde conoció a un señor que fue el que lo metió al mundo del reciclaje. “En Patio Bonito me recogía y me llevaba en la zorra de caballos a Trinidad Galán y yo aprendí a reciclar”.
"El reciclaje es Dios y suerte y es la verdad"
Ya son más de 30 años de recopilar experiencias empujando una carreta por las calles de la ciudad, en especial la zona de Centro Mayor y Santa Rita, en el sur de Bogotá, “Me gustan los barrios donde la gente es como limpia porque a uno le dan buenas cosas”, dice, dándole un poco de brillo a su voz ronca, para agregar que el reciclaje es “Dios y suerte”. “Alguna vez tuve un problema de dinero, sobre el arriendo. Y necesitaba una plata urgente. Y resulta que yo estaba trabajando, reciclando y encima de toda la basura había un bolso nuevecito y dentro aparentemente no había nada y abrí un bolsillo pequeño que traía por dentro. Y aparecieron 25 billetes de veinte mil. Cosas que no le pasan a cualquiera. Pagué el arriendo y comimos muy bien”, dice como saboreando las palabras con la satisfacción del suertudo que se considera.
Una suerte que también le permitió encontrarse, en una caja de chicles, unas cadenas y unos anillos de oro. Tantos, que se le escurrían por entre los dedos de su mano. “Eran hartísimos. Ahora ya estamos en otros tiempos es muy difícil encontrar y no es porque la gente no los use. Lo que pasa es que con la pandemia y lo que estamos viviendo, la gente ya no los bota, ya sale y vende en las prenderías por las dificultades económicas que hay”.
Luz también empezó a reciclar desde muy joven
Así, rodando por las calles, también conoció a su esposa, Luz, en la chatarrería donde vendían lo que recogían, pues ella también se vio forzada a iniciarse en el reciclaje empujada por el hambre y las necesidades que abundaban en su casa. “Yo empecé a reciclar con mi mami porque la situación era muy crítica con mi familia. Me conseguí un carro de mercado y así empecé a reciclar”.
Después de un año de noviazgo formaron una pareja de la que nacieron dos hijos, los mismos a los que por algunos problemas y una caución no podía ver, situación que lo hizo recaer en el consumo de drogas, del que solo pudo salir cinco años después gracias al apoyo de un 'ángel' de Integración Social del Distrito que lo motivó para iniciar un proceso y rehacer su vida.
Un 'ángel' de Integración Social lo sacó de la droga
“¿No quiere cambiar, no quisiera hacer un proceso? Usted tiene buenas actitudes y no es ñero, no es grosero, debería intentarlo. Yo le dije: que cuando me sienta seguro yo lo haría. Y el día que me decidí le dije profe estoy listo. Hice el proceso y cuando salí de allá, yo me decidí a venir a buscar a mis hijos y la vida me cambió”.
Soportado en su familia aspira a un nuevo cambio de rumbo en su vida, esta vez gracias al canal de YouTube que bautizó ‘Jhon y Luz: reciclamos en la vida real’ que vio la luz el 19 de abril de este año, donde cuentan quiénes son y qué los motivó a hacerse ‘youtubers’. “Les vamos a contar cómo es la vida de un reciclador”, dice Luz, mientras que Jhon agrega que “lo que queremos hacer con ustedes es enseñarles cómo reciclar correctamente. La bolsa blanca para lo reciclable y la bolsa negra para la comida, lo orgánico”, enfatiza y complementa con la idea de hacerle entender a los fumadores que no deben botar las colillas a la calle porque son un gran contaminante para el planeta, “una bomba”, como lo son los plásticos.
¿Será que tú si sabes reciclar?
¿Será que tú si sabes reciclar?, ¡Lo que nos encontramos en la basura! y ‘Llegamos a nuestros primeros 100 suscriptores’ son los videos que, con la ayuda de una periodista y un realizador audiovisual, han publicado en el canal en el que en cada capítulo invitan a que sus seguidores los apoyen adquiriendo un tablero adhesivo para poner en la nevera y saber qué reciclar y qué no.
“La meta es la placa dorada, la del millón de suscriptores al canal. Esa es la moral, pero el tiempo lo dice todo”, anhela esta pareja de recicladores que sueña con ganar algo más de los 20 ó 25 mil pesos que recogen tras largas y agotadoras jornadas, en medio de la lluvia, el sol, el hambre y los riesgos que implica su sacrificado oficio. Todo para dejar de pagar arriendo y darles una casa decente a sus hijos, por los que luchan y hoy también, juntos, viven felices.
‘Somos Luz y Jhon, nos amamos y reciclamos en la vida real’