Colegio Cultura Popular educa para la paz

27·OCT·2016
En el barrio Santa Rita, niñas y niños del colegio Cultura Popular se han convertido en multiplicadores de pensamientos de amor, respeto y tolerancia...
Colegio Cultura Popular promueve la paz - Foto: Alcaldía Mayor de Bogotá

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En el barrio Santa Rita, niñas y niños del colegio Cultura Popular se han convertido en multiplicadores de pensamientos de amor, respeto y tolerancia. Tienen apenas 7 años, pero su corta edad nada tiene que ver con la grandeza de sus mensajes. Bogotá educa para la paz.

Por las calles reparten mensajes a quienes se cruzan en su camino. También brindan abrazos y le cantan a un mundo mejor. Ellos son los misioneros por la paz de Puente Aranda, un grupo de niñas y niños de grado 2º del colegio Cultura Popular que está sembrando semillas de reconciliación en los corazones de estudiantes, maestros, padres y vecinos del sector.

Recorriendo el barrio Santa Rita, los estudiantes se acercan sin timidez a sus vecinos para ‘echarles el cuento’ de lo que hacen en su colegio: un proyecto que bajo el nombre ‘Soy cultura, soy paz, soy misionero por la paz’ los convirtió en multiplicadores de sentimientos de amor, respeto y tolerancia.

Los pequeños, que tienen entre 7 y 8 años, son pacificadores de su colegio y de su barrio. Hablan del valor de la amistad, del poder del perdón y de lo que significa, en su día a día, construir un mundo más pacífico.

Junto a ellos van también madres de familia que acompañan la jornada y la profesora Carolina Montagut, quien lidera esta iniciativa para implementar la Cátedra de la Paz con estudiantes de primaria, convencida de que la escuela y su entorno deben ser territorios de paz.

Mensajeros de paz

“Para mi es importante hablar de paz porque es la única forma de solucionar los conflictos”, dice con seguridad Valentina, una de las participantes de este proyecto. Minutos después se le acerca a dos señoras que caminan por el andén frente al colegio para entregarles una hoja de papel.

En la hoja, escrita y coloreada por ella misma, se lee claro: “la persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero”. Su compañera Michelle, mientras tanto, estira su mano con un papelito que trae varias palabras: cooperación, diálogo, amor, comprensión, solidaridad, igualdad. “Así se gana la paz todos los días”, dice orgullosa, luciendo una camiseta blanca que en la espalda resalta coloridamente estas frases.

“Es muy divertido hablarle a la gente de lo que se trata la paz”, señala Valentina, sin temor de acercarse a grandes o chicos, hombres o mujeres, trabajadores, vecinos o habitantes de calle, generando todo tipo de reacciones en las personas que transitan por el sector.

Mientras algunos las miran con sorpresa y ternura, otros parecen desconcertados ante este gesto. Incluso, en un lichigo que se ubica a pocas cuadras del colegio, la llegada de estos misioneros se transformó en un profundo debate luego de que Andrea, una de las vendedoras, preguntó que qué podían enseñarle estos estudiantes “si los niños no saben nada de paz”.

Al escucharla, Jesús, su hermano y compañero de trabajo, le respondió: “Al contrario, ellos son los que saben de paz porque no conocen la violencia. Se están formando para ser los ciudadanos del mañana, por lo que es muy bueno que el colegio tenga esta iniciativa”.

Así como Jesús y Andrea, otros vecinos también tuvieron la oportunidad de reflexionar y aprender de esta iniciativa de los niños del colegio Cultura Popular. Por ejemplo, Camila, otra de las pequeñas misioneras, se emocionó al escuchar a un trabajador de un taller. “Él me dijo que mi mensaje siempre va a estar en su corazón”, recordó.

Aprendizajes que trascienden el aula

Más allá de las cuadras aledañas, es un largo camino el que han recorrido estos estudiantes para convertirse en misioneros por la paz. Primero aprendieron sobre autoconocimiento y reconocimiento del otro, sobre los derechos y deberes de cada uno. Luego, hablaron de paz y construyeron los acuerdos que guían su convivencia.

El suyo es un salón donde prima el respeto, pues, como les dice la profe Carolina, es normal enfadarse, pero no gritarse, ofenderse o golpearse en respuesta. Para ella, “las matemáticas y las ciencias básicas son importantes, pero para garantizar el éxito de una persona se necesita formarla en habilidades sociales para relacionarse con los otros”.

Esta maestra de la educación pública de Bogotá está convencida de que la escuela tiene que fomentar una cultura de paz a través los comportamientos y valores de niñas y niños, que son los responsables de construir una convivencia armónica. “Esta es una semilla que hay que regar todos los días”, asegura.

Ella, por ejemplo, ha sembrado muy bien este mensaje en sus estudiantes, quienes a viva voz y entonando una canción con la que han sido invitados a diferentes escenarios locales, hacen un claro llamado a todos los ciudadanos: "Canta conmigo canta, gritaremos basta ya. Ven y dame la mano, ¡los niños queremos la paz!”.

Aunque su edad es corta, con sus palabras demuestran que, a la hora de hablar de una sociedad más pacífica, los niños tienen mucho que enseñar. “Ellos no tienen prejuicios, lo que hacen es de buena fe, por el bien suyo y de los demás. Por eso, con su comportamiento y su facilidad de perdonar, son gestores de paz”, resalta la profesora.

Su iniciativa, además de mejorar la convivencia en el salón de clases, ha trascendido a las familias de los estudiantes, con las que se trabaja para que estos mismos valores sean replicados en los hogares. Por supuesto, su mensaje también llega al barrio, porque como explica la maestra, “este es nuestro territorio y debe ser un espacio seguro para nuestros niños”.

Para Milena Botina, la mamá de uno de los estudiantes, “con este proyecto los niños aprenden a respetar, a ser tolerantes y a convivir unos con otros. Ellos son la nueva generación y es muy importante que estén hablando de paz en el colegio, en nuestros hogares y también en el barrio donde vivimos”.

Como bien lo indica la palabra misionero, su labor es replicar un mensaje de paz y con sus palabras enseñar cada vez a más personas sobre el amor, la amistad, el perdón y la reconciliación. Así, en la Ciudad Educadora, este colegio público educa para la paz desde sus aulas y más allá de los muros de la escuela.

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