Así dio cuenta el estudio de la Secretaría Distrital de Planeación (SDP) ‘Perspectiva de Envejecimiento y Vejez en Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales’, que permitió documentar las situaciones particulares asociados a este grupo etario, a través de la recolección de historias de vida.
Para muchas mujeres adultas, reconocer su identidad lésbica las ha convertido en víctimas de violencia física y sexual, incluso las obligó a llevar estilos de vida con los que no estaban de acuerdo. Muchas de ellas han tenido que llevar una doble vida estando casadas con hombres con los que tuvieron hijos e hijas.
Por su parte, el reconocimiento de las identidades de hombres homosexuales ha estado trazado por la discriminación y violencia. Situaciones que les ha implicado ruptura de sus redes de apoyo y ocasionado que muchos de ellos se encuentren solos y/o en condición de vulnerabilidad social.
Las formas de violencias más frecuentes hacia los hombres gais son la verbal, física y sexual. Algunos se han sentido obligados a llevar estilos de vida que difieren con los esperados, como matrimonios y paternidades en contra de su voluntad.
Su condición de vida en muchos casos se ha visto asociada a diagnósticos de infecciones y/o enfermedades de transmisión sexual (VIH/SIDA por ejemplo) y ciertos estilos de vida o imaginarios culturales han influido en sus construcciones estéticas corporales.
En el caso de las personas mayores bisexuales, éstas han sido víctimas de discriminación por el prejuicio. Su orientación sexual se interpreta como una “indecisión o doble vida”. Algunos de ellos han asumido su orientación sexual en la adultez y/o vejez, generándoles una condición de vulnerabilidad asociada a mayores probabilidades de violencia intrafamiliar, abandono y/o violencias en hogares de protección.
Las condiciones de vida de las mujeres transgénero se han asociado, por lo general, a situaciones de pobreza, violencias y distintas formas de discriminación que han acelerado sus procesos de envejecimiento. De hecho varias de estas mujeres no alcanzan a sobrepasar los 45 años de edad. La automedicación de hormonas, así como la intervención corporal con distintas sustancias químicas, aumentan la probabilidad de muerte.
Todos estos factores negativos a los que se han visto enfrentadas estas personas de los sectores LGBTI han generado miedos, distancias y actitudes, que se reflejan a través del aislamiento social, bajo estado de ánimo y poca autoestima, precarias condiciones materiales de vida, signos y síntomas de enfermedad física, poca o inexistente asistencia médica e, incluso, mortalidad prematura.
De acuerdo con el Director de Diversidad de la SDP, David Alonzo, “gracias a los hallazgos de este estudio, el Distrito cuenta con insumos para la formulación de lineamientos para orientar a las entidades responsables de la Política Pública LGBTI del Distrito Capital en el desarrollo de acciones para la atención integral a personas mayores de los sectores LGBTI. Así como la formulación de un lineamiento técnico y un modelo de atención, para la creación de un Centro de Atención Comunitario para las Personas Mayores más vulnerables de los sectores sociales LGBTI”.