Los tres médicos que se la juegan por la salud de los privados de la libertad

Visitan las estaciones de Policía y URIs para realizar chequeos médicos sobre la Covid -19.
Visitan las estaciones de Policía y URIs para realizar chequeos médicos sobre la Covid -19.
Publicado:
2
Jul
2020

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Uno a uno los tres médicos se visten con sus trajes de bioseguridad, ajustan sus gafas protectoras, se ponen el tapabocas y los guantes. Cogen en sus manos el termómetro infrarrojo y se entrelazan en su cuello el estetoscopio. Una mirada entre ellos y un leve movimiento de cabeza significa que ya están listos. Los tres caminan tranquilamente rumbo a las celdas en donde están las personas privadas de la libertad a quienes les harán un chequeo o tamizaje médico para conocer su estado de salud en esta época de pandemia.

Dentro de la celda se oyen murmullos y se nota en los rostros de los privados que tienen curiosidad por saber lo que va a pasar. De un momento a otro todo queda en silencio y solo se oye la voz de uno de los médicos que se asoma en medio de los barrotes de acero, solo se le ven sus ojos y sus manos forradas en guantes de látex.

“Buenos días, mi nombre es Diego Gracia, soy médico desde hace más de 20 años y estoy aquí junto con mis dos compañeros para hablar y despejar dudas sobre el coronavirus. También hablaremos del correcto uso del tapabocas y del lavado de manos. Esto es importante para su salud”, asegura.

Dentro de los calabozos, algunos internos interactúan y le hacen preguntas al médico. Otros siguen atentamente las instrucciones de cómo es el lavado de manos y hacen el ejercicio, mientras se miran entre ellos y es como si el tiempo se detuviera y con esto se olvidaran de que están allí por algún delito que cometieron. En el fondo de este lugar, en medio de las cobijas que cuelgan del techo que usan como improvisados colchones y de la ropa que ponen como espontáneas cortinas en los barrotes de un ventana para mitigar el frío y las colchonetas de diferentes colores tiradas en el suelo, otras personas se acomodan el tapabocas que previamente la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia les ha entregado, pero siguen atentos a las instrucciones que les da el galeno.

Luego de esta conversación, los médicos se alistan para examinar a los detenidos. La doctora Martha Cecilia Ladino es la encargada de dar el primer paso y les pide que cada uno se siente en una silla mientras les llega su turno. Antes de empezar les cuenta sobre su experiencia laboral, les dice que es profesional desde hace 10 años y ha laborado en consulta externa, urgencias y hospitalización.

“Cuando los privados nos ven con los trajes se asustan, pero les informamos que estamos ahí para protegerlos, entonces entienden y se tornan más cordiales, cambian su actitud. Cuando los revisamos empiezan a decir sus necesidades, sus síntomas y tratamos no solo de enfocarnos en Covid -19, también aprovechamos para darles una orientación médica”, relata Martha, al momento que toma su estetoscopio para empezar el tamizaje médico y cada dato es escrito en una libreta para luego hacer un análisis junto a sus compañeros.

Unos metros adelante de ella se encuentra Andrés Doncell, médico con más de 12 años de experiencia. “He trabajado en la parte asistencial, urgencias, consulta y tengo varias especializaciones en salud pública”, se le escucha decir a un grupo de privados que están atentos para su revisión médica.

“Los internos nos preguntan del porqué estamos acá. Entienden que hacerles un tamizaje en Covid - 19, no es lo mismo que una consulta médica porque obviamente no contamos en ese momento con

las mejores condiciones, pero si tenemos la posibilidad de resolverles dudas adicionales lo hacemos, por ejemplo sobre problemas de salud crónicos como hipertensión arterial, diabetes, Enfermedad Pulmonar Obstructible crónica (EPOC), asma, VIH, dolores, cuadros virales y gastrointestinales”, destaca el galeno.

Agrega que estos controles les ayudan porque necesitan activar las rutas de salud y así poder tramitar medicamentos, entre otros.

En las 20 estaciones de Policía y URIs que han visitado y en la que han valorado a más de 1.000 personas privadas de la libertad y alrededor de 200 custodios, Andrés se concentra en un grupo que pasan de los 60 años de edad y asegura que este tipo de personas suelen ser muy agradecidas con la atención. Algunos son hipertensos, diabéticos que requieren insulina, con problemas de asma que necesitan inhaladores y oxígeno y personas que son VIH positivos sin tratamiento. “Nosotros les hacemos una valoración y ellos quedan satisfechos. No es usual que los visiten en la celda o en la estación”, destaca Andrés.

Los médicos coinciden que estas visitas además de detectar posibles casos activos de Covid-19 también tienen un enfoque biopisicosocial, enfoque de género y enfoque diferencial.

“En muchas estaciones encontramos mujeres a quienes les hablamos acerca de derechos sexuales y derechos reproductivos, les aclaramos dudas frente a los métodos para regular la fecundidad, hablamos de métodos para gestionar la higiene menstrual. Hemos encontrado mujeres que estaban lactando en el momento de la captura y les damos las recomendaciones necesarias para evitar problemas como mastitis. Hablamos de la prevención de violencias, también hemos valorado personas de la comunidad LGBTI, especialmente mujeres transgénero, quienes se consideran uno de los grupos más vulnerables”, describe el médico Doncell al instante que va examinando a los privados.

Al final de la jornada

Luego de un extenso día de trabajo en el que hicieron el tamizaje a más de 60 privados de la libertad y de escuchar algunas historias personales, vienen las reflexiones para estos médicos, quienes se han convertido en héroes anónimos durante esta pandemia.

Para Gracia, cuando terminan las visitas se vienen muchos pensamientos a la cabeza sobre todo el comprender y entender la situación de los privados de la libertad. “Uno muchas veces solamente los juzga como personas que cometieron algún delito y que por algo merecen estar detenidos, pero por encima de todo son personas” describe.

Sobre esto, la médica Martha, asegura que al culminar el trabajo en la estación o URI se siente agotamiento físico por vestir el traje de bioseguridad, las gafas y el tapabocas que aprieta. “Pero al mismo tiempo se siente la satisfacción de poder ayudar a estas personas que tanto lo necesitan.Siento mucha felicidad porque sé que les pude dar una mano a aquellos que tienen una condición compleja”, destaca al momento en que se va retirando sus elementos de seguridad.

Pero estos tres médicos no solo tienen que arriesgar su vida para salvaguardar la de otras personas, también deben alejarse de su familia o tomar muchas precauciones al momento de regresar a sus hogares para seguir con su vida cotidiana. Doncell describe que finalmente todo esto hace parte de la labor que realizan las personas que trabajan con la salud. “Para eso es importante usar los implementos de protección personal y cuidarnos nosotros mismos. Nuestro lema en el grupo de médicos que visitamos estaciones es cuidándome te cuido, si yo me protejo y extremo las medida pues voy a disminuir el riesgo de que otra persona le suceda o viceversa”, describe.

Pero la convicción y el querer ayudar a los demás sobrepasa todos estos miedos y así lo deja claro la doctora Martha. “Es una situación difícil el venir a estos lugares, porque no sabemos que nos podamos encontrar, pero pues es la vocación, es el hacer nuestro trabajo, es el hacer lo que escogimos, entonces nos damos cuenta que en realidad es algo muy bonito porque podemos ayudar a estas personas que tanto lo necesitan”.

Pero lo más difícil que le toca vivir es ese instante en el que llega a su casa y debe acercarse a su familia después de compartir con varias personas desconocidas. “Tengo mi esposo y mis dos hijos, uno de 20 años que entiende muy bien mi trabajo y esto de la pandemia, pero mi hija pequeña no entiende muy bien y a pesar de que se le ha explicado, cuando llegó a casa ella quisiera abrazarme y me ha tocado frenarla varias veces, eso es duro para evitar un posible contagio, es una situación difícil pero hay que seguir adelante”, reflexiona.

Algo parecido vive el médico Gracia, quien asegura que siente temor por el riesgo de contraer algún virus. “Mi hija me dice que me cuide, que use los elementos de seguridad. Junto con mi esposa me piden que me encomiende a Dios, pues ellas son muy creyentes y oran mucho por mí y por mis compañeros”, concluye.