Buenas tardes a todos y a todas. Qué gusto tenerlos en esta, su casa: la Alcaldía Mayor de Bogotá y, sobre todo, para tener una tarde muy feliz, que nos gratifica muchísimo por cada uno de ustedes, por sus familias, por sus padres, sus hijos, sus hermanos. Porque era una promesa, sin duda, un compromiso que habíamos adquirido y honrar los compromisos y cumplir la palabra siempre es algo que regocija.
Si, además, es para cumplir un compromiso y honrar la palabra para cada uno de ustedes, para la gente del sector salud de Bogotá pues mucho más, porque la verdad es que todo lo que nosotros podamos hacer por ustedes es mínimo, comparado con lo que ustedes han hecho siempre y, en particular, en estos últimos dos años por Bogotá.
Así que mil gracias a todos y a todas por su dedicación, por su valentía, como bien decía Alejandro (Gómez); porque, claro: ¿Quién no tuvo miedo en esta pandemia? ¡Todos, absolutamente todos! Pero ustedes que tenían que darle la cara a la pandemia, todos los días; a pacientes que no sabían si iban a poder sobrevivir o no; a la incertidumbre absoluta de cómo iba a evolucionar o no esta enfermedad; si el tratamiento x o y; o la instrucción cualquiera que pudieran dar, en cualquiera de las salas de trabajo en que ustedes están, iba o no a funcionar.
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Por supuesto, cada uno de nosotros hizo lo mejor que pudo pero el temor siempre decidió hacer suficiente; de si íbamos a dar abasto, de si en algún momento íbamos o no a colapsar.
Yo le contaba el otro día a alguien: – Mire, yo he trabajado mucho para llegar hasta aquí. ¡Mucho, muy duro! Y éste era un enorme sueño –. Llegué, y a los dos meses exactos de llegar, un día, el Secretario de Salud me dijo: –Tenemos un Comité Epidemiológico, hay una pandemia, como te había comentado hace algunas semanas, la cosa parece un poquito complicada, entonces te vamos a hacer un balance de qué podría pasar en Bogotá–.
Muy bien Alejandro, ¿Qué podría pasar en Bogotá?, le dije. – Pues Alcaldesa, todo indica que el Sistema de Salud de Bogotá puede colapsar y podemos tener 40.000 personas muertas en los próximos seis meses –.
Bueno, siquiera son buenas noticias, ¡Qué tal que fuera algo difícil! Era algo realmente muy complicado, qué hacer o qué no hacer. Bueno, ¿cómo cierra uno una ciudad de ocho millones de personas? ¿Cómo logramos, además, que la gente entienda, se prepare, haga caso, valore la dificultad de lo que estamos enfrentando? Que les demos la información y que la gente sea cauta, pero tampoco la queremos paralizar, no la queremos aterrorizar, la queremos preparar para una situación difícil, en fin.
En este mismo sitio, marzo de 2020, declaramos por primera vez alerta amarilla en Bogotá, fue la primera ciudad del país que lo hizo y con eso sentó un precedente y dio un ejemplo, y le enseñó a Bogotá y motivó a Colombia a tomar decisiones difíciles pero correctas, basadas siempre en la ciencia, en el rigor, por difíciles que fueran.
En este mismo sitio hemos tomado e informado decisiones fáciles y decisiones difíciles, decisiones populares y decisiones impopulares, pero siempre decisiones basadas en la evidencia, en el rigor, en la ciencia, en lo que los expertos nos indican, en lo que sea más pertinente para salvar la vida, proteger la vida, mejorar el bienestar y mejorar la calidad de vida de todos los bogotanos porque a eso fue que vinimos.
Nos tocaron dos años especialmente difíciles, ustedes lo saben mejor que nosotros, porque, sin duda, el trabajo de ustedes ha sido más difícil que el nuestro, sin duda, mucho más difícil.
Dentro de esos compromisos y esos esfuerzos pues está hacer lo urgente, ¿cierto? Teníamos que atender la pandemia, comprar Unidades de Cuidado Intensivo, UCI, aprender a hacer pruebas, poner más camas. Muchos de ustedes que eran enfermeros y enfermeras, pero no necesariamente eran expertos en terapia respiratoria, los tuvimos que entrenar a la velocidad de la luz en temas de cuidado respiratorio, porque eso era lo que demandábamos.
No recuerdo yo a una persona en Bogotá que haya dicho: – No, yo de eso no quiero aprender. Yo estoy es en esto. Yo no voy a pasar a esa sala. Yo estaba era en urgencias. Yo no me voy a pasar a cuidado intensivo –.
Aquí todo el mundo aprendió a la velocidad de la luz a estar en donde los necesitaban: entregando un mercado, censando a la familia que necesitaba Renta Básica, ampliando el cuidado de urgencias o el cuidado respiratorio de miles y miles de pacientes a lo largo y ancho de la ciudad.
Pero a la par que hacíamos eso, pues, la Alcaldía tenía que seguir funcionando, y yo tenía varios compromisos como, por ejemplo: el de ayudar a mejorar las condiciones laborales de las personas que trabajan en el sector salud.
Para poder hacer lo que hoy estamos haciendo, apreciados amigos, tuvimos que ir al Congreso de la República, y tuvimos que cambiar una ley orgánica. Insisto en lo de orgánica porque una ley orgánica tiene mayorías especiales, no se vota por mayoría simple como cualquier ley ordinaria.
Para poder llegar a este feliz día tuvimos que llegar al Congreso, tuvimos que hacer una reforma al estatuto orgánico de Bogotá, tuvimos que convencer a los congresistas de que, así como usamos vigencias futuras para construir hospitales, escuelas, o grandes obras de infraestructura, pues también nos permitieran usarla para poder contratar al personal que trabaja en la Alcaldía por lo menos por varios años, por lo menos por la vigencia del periodo de Gobierno.
Tuvimos que ir y decir: ¡Oiga, vigencia futura!, yo entiendo que uno tenga que ir al Concejo, me parece bien si uno va a comprometer plata del gobierno siguiente. Yo soy Alcaldesa de Bogotá, si es que no me recortan el periodo, hasta el 31 de diciembre del 2023.
Si uno va a comprometer plata más allá de su periodo, está bien que eso se llame vigencia futura extraordinaria y toque ir y decirle al Concejo: ¡Oiga! ¿Nos da permiso para comprometer recursos de la próxima Administración para una obra como el Metro? Por decir algo.
Hasta ahí, vaya y venga. Pero que uno no pueda comprometer, de sus cuatro años de Gobierno, periodo de varios años, hasta cuatro años, para, por ejemplo, contratar en condiciones más dignas al personal de salud.
Apreciados congresistas a las enfermeras de Bogotá les hacen cinco y seis contratos, les decía yo en el Congreso, por dos o tres meses, que, porque la plata llega así, que, porque hay que girarla, una cantidad de temas administrativos que no tienen que ver con su labor y que no tienen que ver con su vida.
Nuestra labor administrativa, la de Alejandro y la de todo el equipo de la Secretaría de Salud y de las Subredes, está en facilitarles la vida, no en hacerles la vida a cuadritos, hacerles llevar los mismos papeles, los mismos certificados, las mismas fotocopias, cinco y seis veces al año, a la misma oficina, a hacer el mismo trámite.
El trabajo de ellas y ellos no es ese, no es gastarse su vida en eso, y de paso, que eso se preste a que tengan que llamar a fulanito a ver si se los van a dar o no se los van a dar, y sí se los van a renovar o no se los van a renovar, porque eso, además de ser pernicioso administrativamente, puede volverse, como era, pernicioso políticamente.
Eso es someter a la gente a un chantaje inaceptable cuando lo que nos está prestando es un servicio público. Evaluemos su trabajo, por supuesto, con rigor. Si hay que hacer algún cambio por cuenta de una evaluación rigurosa, pues que se haga, pero no que se preste a esta pérdida de dignidad, de tiempo, de propósito como nos toca hacerlo y no crean que es fácil convencer al Congreso, yo que estuve allá sentada cuatro años, no es fácil.
Para empezar el primer año, el Congreso se demoró como seis meses decidiendo si se sesionaba, si no sesionaba, si aprendía a votar por internet o no aprendía a votar por internet, en fin. Pero finalmente, en el año 2021 logramos cambiar esa ley, logramos cambiar el Estatuto Orgánico de Bogotá; logramos convencer al congreso, por ejemplo, de que las vigencias que se usan dentro de un mismo gobierno las decide.
El gobierno decide en qué las prioriza y para qué las usa, y que, así como se pueden usar para contratar obras, pues también se pueden usar para contratar de manera digna y por varias anualidades al personal, que sabemos, vamos a necesitar o: ¿Es que vamos a cerrar el servicio de enfermería en los hospitales? No lo vamos a cerrar, ¿Verdad?, todos los días se necesita, eso no es una cosa como que uno diga: – No, es un servicio eventual, de pronto pasado mañana no necesitamos el servicio de enfermería en los hospitales. ¡No! Siempre lo vamos a necesitar, entonces para qué.
Hay cosas que realmente son más eventuales, no sé: vamos a lanzar un programa equis y vamos a armar un portal de una cosa. Bueno, de pronto no sabemos si ese portal lo volvemos a volver a usar o no lo volvemos a usar (vaya y venga), pero un servicio recurrente como el que ustedes prestan: necesario, indispensable, esencial, pues deberíamos poderlo organizar, por supuesto con la opción ideal, solo que un poco más costosa y dispendiosa, que es ir ampliando nuestra planta de personal, la hemos usado para 700 y pico de casos en lo que va corrido de estos dos años.
Creo que en estos dos años hemos hecho más vinculación a planta de la que se había hecho en varios gobiernos en la Secretaría de Salud en Bogotá.
Pero, esta es una segunda herramienta, no es la ideal, pero es la que tenemos a la mano porque para eso convencimos al Congreso de que nos la diera y es que podamos hacer por lo menos contratos por varios años, para no ponerlos a hacer vueltas administrativas, innecesariamente, para no hacerles gastar la vida en eso, no es para eso para lo que queremos que gasten su tiempo.
En ese mismo Estatuto Orgánico de Bogotá decidimos, por ejemplo, que Bogotá va a tener 33 localidades en vez de 20, porque queremos eso, y a su vez hace parte del Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá, que Bogotá sea una ciudad más próxima, más humana, más cerquita, con mejor calidad de vida.
Bogotá es una ciudad en promedio de dos horas, eso le toma a uno ir desde la casa al trabajo o desde la casa al estudio. A una persona que ustedes atienden le toma en promedio hora y media, o dos horas, salir de su casa para ir a una cita médica. Tenemos niños atravesando localidades de una a otra en transporte escolar porque no dan abasto los colegios en una misma localidad como Bosa, por ejemplo. Lo ideal es que pudiéramos hacer una Bogotá a 30 minutos.
Donde usted a 30 minutos tenga el jardín de su niña, el colegio de su niño, el centro de salud que lo va a atender recurrentemente en su salud familiar, que tenga empleo a 30 minutos (no a dos horas) y que tenga transporte público limpio, digno, que, en 30 minutos, máximo, le permita llegar al sitio al que va o trabajar o estudiar o a cuidarse o a tener la Manzana Cuidado para las mujeres.
Esos cinco servicios esenciales para la calidad de vida de cualquier bogotano: jardín infantil, Manzana del Cuidado para las mujeres, centro de salud, educación, trabajo y transporte público digno.
Si logramos que esas cinco cosas nos quedaran a 30 minutos de la casa y no a dos horas, cómo sería la vida de distinta, cómo estuviéramos más tiempo para cuidar a los niños, para compartir con la familia, para descansar, para leer, para hacer otro ciclo educativo, porque entonces ahora surgió una nueva carrera o profesión o especialización que muchas de ustedes querrán hacer, pero para eso en la vida se necesita tiempo y el tiempo no nos lo van a alargar nadie. Los días van a seguir siendo de 24 horas, las semanas de siete días.
De manera que devolverle tiempo y calidad de vida a la gente es un propósito absolutamente fundamental, todo eso tocó hacer para poder llegar a este feliz día, lo hicimos la primera vez, ya para la Secretaría el año pasado, lo alcanzamos a hacer porque salió la ley y alcanzamos a aprobar esas vigencias para el personal de la Secretaría de Salud. Las Subredes, como son grandotas, las dejamos para este año, pero queríamos hacerlo desde el principio de año para facilitarles la vida.
Gracias a esa herramienta que nos aprobó el Congreso, no le gustó mucho al Concejo, por lo menos a algunos concejales. Pero nosotros realmente queremos ese tipo de cosas que le mejoran mucho la vida de la gente que trabaja con nosotros. No tiene sentido ir a hacer esa discusión política cada vez en el Concejo, no. Si se va a pasar el período de gobierno vaya y venga, pero si no, no tiene mucho sentido la verdad.
Por fortuna, el Congreso tuvo la sabiduría de darnos la razón y aquí estamos, estos 3.099 contratos con cada uno y cada una de ustedes, más que un contrato, por supuesto para reconocer y agradecer su trabajo, es una manera de honrar su tarea, de honrar su calidad humana, de honrar a su familia, de honrar su tiempo, de honrar su aporte a Bogotá, de decirles gracias de una manera más de las muchas que podríamos decirles.
De decirles que nos sentimos muy honrados de trabajar con ustedes. Honrados del trabajo que ustedes hacen en cada entidad, en cada centro de salud, en cada sala de urgencias, en cada hospital, posiblemente lo hubiera hecho, pero la vida me puso, literalmente, a conocer cada hospital, cada sala de urgencias, cada sala de cuidado intensivo de esta ciudad, tanto del sistema público como del sistema privado.
He aprendido mucho, he llorado con muchos de ustedes en cada una de esas salas, fui la primera vez a entregarles materiales de protección a ustedes. Me acuerdo qué fue lo primero que fuimos a ver con Alejandro, después, a ver cómo íbamos a hacer el plan de expansión hospitalaria, después a ver cómo teníamos más camas de cuidado intensivo, después a ver cómo poníamos puestos de vacunación, y así.
Ahora, para fortuna de todos, que ya digamos no que creemos que la pandemia está del todo superada, pero pues estamos en otro nivel y en otras circunstancias. Ahora voy para ver cómo van sus contratos, cómo van las obras, cómo estamos ya poniendo al servicio los nuevos centros de salud que habíamos encontrado tirados porque: el alcalde “no sé quiencito” decidió que como era del alcalde “no sé quiencito”, entonces no terminaron los centros de salud.
La última vez que estuve en el de Manuela Beltrán, me hizo sentir profundamente orgullosa. Yo crecí en Ciudad Bolívar, fue la primera vivienda propia que tuve con mi familia, yo llegué siendo adolescente, yo soy la mayor de seis hermanos, mi madre ha sido maestra en Ciudad Bolívar toda la vida, de sus cuarenta y pico de años de maestra debió trabajar en Ciudad Bolívar la mitad de años de su vida.
Así que yo me conozco esa localidad calle por calle, palmo por palmo, escuela por escuela y vi esa estructura del Manuela Beltrán tirada 20 años, y vi a muchos líderes y lideresas comunitarias pelear por que les hicieran ese centro de salud, con el uno, con el otro, con la carpeta debajo del brazo, con aquel, con el otro, en fin; no hacían falta sino 14 mil millones de pesos y un año y medio.
No era nada del otro mundo de verdad, o terminar la segunda torre del Hospital de Kennedy, que lleva 13 años tirada. Llegamos con Alejandro y era un sótano, ¡un sótano con agua! Eso era la segunda torre del Hospital de Kennedy, y pues, ¡En diciembre de este año estará en funcionamiento la segunda torre del Hospital de Kennedy, también a finales de este año, tendremos la nueva torre del Hospital de Meissen y el nuevo servicio de emergencias del Tunal!
Y nos encontramos varios proyectos en salud andando y nos encanta, digamos, lo que estaba enterrado y tirado, pues nos encanta haberlo sacado adelante, después de 10 o 15 años, y había cosas que venían y venían bien.
Pero, por ejemplo, llegamos aquí ¿Cierto Alejandro?, y nos dijeron: – No, el Santa Clara, si, muy lindo el Santa Clara, pero vamos a cerrar el Santa Clara. Ahora vamos a hacer el nuevo Santa Clara, ¿Cierto? ¿Cómo? ¿Pero cómo vamos a cerrar el Santa Clara? El Santa Clara que es semejante hospital, que además es de referencia, justamente en el tema respiratorio. ¿Estamos en la mitad de una pandemia de afección respiratoria y vamos a cerrar nuestro hospital de referencia en ese tema? No, eso no tiene el menor sentido.
No, es que queremos hacer el nuevo Santa Clara en el antiguo lote de San Juan de Dios, entonces dijimos: – Ah no, pues entonces dejemos el Santa Clara y hagamos el nuevo Juan de Dios, si quieren. ¡No, buenísimo!, y entonces la ciudad no se queda con un hospital nuevo sino con dos. ¡Ah no, eso sí qué maravilla!
¿Cuánto cuesta hacer eso? ¿Lo conseguimos? Esa es nuestra tarea y ahí vamos, ha sido un poquito un parto sacar adelante el nuevo Hospital San Juan de Dios, un poquito, pero lo vamos a sacar adelante, lo vamos a sacar adelante porque las obras, apreciados amigos, las obras no son de los alcaldes, las obras son de los ciudadanos, ningún alcalde vino aquí con su tarjeta de crédito y muy generosamente puso la plata de sus ahorros para hacer ninguna obra.
Nosotros no somos sino temporales administradores de los impuestos de los bogotanos; cada hospital, cada centro de salud, cada bus, cada troncal, cada escuela, es de ustedes, es de los ciudadanos de Bogotá y no tiene ningún sentido que cosas que necesita la ciudadanía, se trunquen o se frustren simple y sencillamente por vanidades políticas.
Yo les quiero decir la verdad: ¡Hacía falta una mujer! Punto. Que no viniera aquí a pensar quién es más importante que quién, quién es más grande que quién, no, yo mido metro y medio en la vida, yo no necesito sentirme grande para nada, si mi vida dependiera de eso pues estaba muerta ¡Estaba muerta!, pero ese es el tipo de cosas, con todo respeto por los señores, que las mujeres llevamos en el alma, que sabemos cuidar cada centavo, cada peso, las cosas son cuando se necesitan para el que las necesita.
Donde comen dos, pues comen tres, donde se atiende a cuatro, pues se atiende a cinco, no se necesita mucho más y en vez de dedicarnos a ver quién estropea a quién, nos gastamos el tiempo en ir a convencer al Congreso de que su dignidad personal, su tiempo, su trabajo, debería estar concentrado en cuidar a los enfermos y no en cuidar el contrato.
Son dos tareas muy distintas en la vida, así que bienvenidos y bienvenidas a seguir cuidando gente que se enferma, gente que necesita cuidado, gente que necesita cariño, gente que necesita que le den afecto, fuerza y fe; porque tal vez eso es lo que más sabe transmitir un enfermero o una enfermera: – Tranquilo que de esto vamos a salir –, es lo primero que cualquiera de ustedes les transmite a sus pacientes.
Uno llega dolorido, magullado, enfermo, se siente pésimo, como cuando uno llega a urgencias, y a cuidados intensivos, peor. Uno llega a un piso hospitalario y pues, por algo llegó ahí.
De manera que esa fuerza, esa fe, esa empatía que se lleva en el alma, esa no se la enseñaron en ninguna facultad de enfermería, eso: o se tiene o no se tiene, y cuando se tiene entonces a la gente se le ocurre estudiar enfermería, por ejemplo, o estudiar alguna de las cosas de la medicina, porque lo conmueve ese servicio por el cuidado de lo más importante que cualquiera de nosotros tiene que es la vida.
Eso es lo que ustedes hacen, eso es lo que nos honra acompañar, agradecer y dignificar hoy. Así que mil gracias por ser los primeros 3.000, pero no los últimos 99 servidores públicos de las Subredes de Bogotá, que por primera vez podrán tener un contrato plurianual en condiciones dignas para que cuiden de la vida y no se gasten la vida en cuidar del contrato.
Un abrazo para todos y muchas gracias.