Cuentan los que cuentan cuentos, que una vez fue alcalde una zanahoria en Bogotá.
Cuentan que hace 25 años la capital colombiana fue invadida por unos personajes cara blanca y con camisa de rayas conocidos como mimos, que se tomaron las calles para enseñar el respeto por las normas de tránsito.
Algunos aseguran también que tarjetas blancas y rojas eran usadas por los habitantes de esta renaciente ciudad para expresar su descontento o aprobación ante los actos de sus vecinos y conciudadanos.
En esta época de pandemia e incertidumbre, aquellos de memoria fotográfica y, más precisa, relatan la existencia de una vacuna, pero no contra el COVID-19, una vacuna contra la violencia; unas cuántas góticas de agua enfrascadas que psicológicamente cambiaron el chip de una ciudad gobernada absolutamente por la intolerancia y el irrespeto por el otro.
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Quién diría que un hijo de inmigrantes ucranianos sería esta “zanahoria”, un símbolo de sensatez y actitudes sanas, de respeto por la vida porque esta es sagrada.
Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Šivickas, matemático, filósofo, político y sobre todo profesor, el educador de Bogotá. ‘El profe’ Mockus como fue denominado por muchos y a quien le recordamos su aporte a la ciudad.
Precisamente 482 años después de su fundación, Bogotá, la Atenas Suramericana, atraviesa por una situación caótica y desconcertante a causa de una pandemia, por culpa de un virus que pone a prueba de nuevo la cultura ciudadana de Mockus; que con seguir tan solo tres patrones básicos como usar un tapabocas, lavarse las manos y mantener un distanciamiento social, puede garantizar nuestra supervivencia.
El legado cívico de ‘el profe’, ese que se había inyectado simbólicamente en el ADN de los habitantes de Bogotá, está desapareciendo lentamente ante nuestros ojos y que mejor momento para recordarlo y entender que no todo vale, que nuestra vida y la de todos es sagrada, que si me cuido, te cuido y si nos respetamos entre todos volveremos a ser una metrópolis mejor.
Una tarea difícil pero no imposible que asumió Claudia López, en esta ocasión no recibió una postal sino el lápiz gigante de Mockus, otro símbolo del poder de la pedagogía y la educación para avanzar como sociedad.
Serán los años los que den el crédito a Mockus y López por los resultados de este desafío. Serán los bogotanos, todas y todos los habitantes de nuestra amada ciudad los que unidos sobrevivan, no solo a un virus que nos tiene en jaque, sino también para recuperar esa cultura ciudadana tan necesaria en estos tiempos espinosos.
¡Nuestra voz la repiten los siglos!
— Alcaldía de Bogotá (@Bogota) August 6, 2020
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