BLANCA LUZ: ¡LA MUÑECA QUE COBRÓ VIDA EN LA ESCUELA!

13·AGO·2014
No es un juguete cualquiera. Su color de piel y sus pequeños ojos negros la hacen especial: compañera de aventuras para las niñas y ni...

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No es un juguete cualquiera. Su color de piel y sus pequeños ojos negros la hacen especial: compañera de aventuras para las niñas y niños de un colegio de Kennedy y una amiga que genera convivencia e inclusión racial. Historia de una princesa de ébano, a propósito de la celebración del Día Nacional de la Afrocolombianidad. 

“Yo quería una muñeca que fuera de mi color, con ojos de chocolate y la piel como un carbón”. Esta frase del libro ‘Muñeca negra’ de la poeta afrocolombiana Mary Grueso, expresan muy de cerca la historia de Blanca Luz, la muñeca que transformó el día a día de los estudiantes de primaria del colegio Alfonso López Pumarejo.
 
Blanca Luz llegó a la vida de la profesora Carmenza Novoa hace 8 años. El primer día en que la llevó al colegio, cargada como un bebé, provocó todo tipo de miradas. Algunos la veían con ternura, mientras otros no entendían por qué la maestra jugueteaba con una muñeca frente a todos en el patio.
 
Ese día, definitivamente, la muñeca no pasó inadvertida para Kevin y Zuly, dos estudiantes afrodescendientes que se cautivaron muy rápidamente con su sonrisa y sus dos ‘moñas’ sobre la cabeza. 
 
“Cuando Zuly notó que yo estaba consintiendo a la muñeca, sonrió. A mí se me iluminó todo, porque ella normalmente no hacía eso, así que sentí una inmensa felicidad”, recuerda la maestra. 

Una estudiante más

Al igual que todas las niñas, Blanca Luz porta el uniforme del colegio Alfonso López Pumarejo: un saco azul de lana y una faldita a cuadros, ajustados perfectamente a sus medidas. También tiene su propio cuaderno, en el que sus compañeros le escriben mensajes al terminar las clases.
 
Cada día, la profesora encarga a un estudiante de cuidar a Blanca Luz, durante las clases y el recreo. Es una tarea que asumen con mucha responsabilidad y amor, pues dejó de ser una muñeca y se convirtió en un personaje significativo para todos.
 
Por primera vez, Sergio tiene la oportunidad de pasar el día junto a la muñeca. Observándola detenidamente, le ha escrito un mensaje que inicia con la frase ‘eres muy bonita, me gustan tus ojitos y eres muy brillante como la luz’.
 
Pero hoy ya no es la única de su tipo en el salón, pues a lo largo de su historia también aparecieron nuevos familiares. Francisco, el hermanito que la acompaña actualmente, se ve muy divertido entre el uniforme de deportes en colores azul y amarillo.
 
Francisco llegó en una experiencia fascinante en la vida de Blanca Luz, cuando viajó en compañía de los demás estudiantes a presentar una comparsa en la ciudad de Barranquilla y conoció el mar. Allí, la creatividad de Carmenza dio pie para construir la historia de un hermanito perdido, a quien encontraron en este lugar distante de la capital del país.

Así nació Blanca Luz

Frente a todos los estudiantes de su salón, el de grado 5º, Carmenza ha contado en varias ocasiones la historia de Blanca Luz. Con emotividad, les narra sobre el día en que la vio por primera vez, posada en una esquina del comedor de la casa de su mamá. Inmediatamente encontró una conexión con ella.
“A mí me impactó mucho porque hasta ese momento no había visto una muñeca negra. ¡Me pareció tan hermosa! Pregunté de quién era y me explicaron que era de mi sobrina, pero se la pedí prestada porque sentí que podía hacer un gran trabajo con mis dos estudiantes ‘afro’”, recuerda la profe.
El día en que conoció a la muñeca, Carmenza debía hacer un trabajo en la Universidad Distrital, en donde una conocida le sugirió llamarla Blanca Luz. Espontáneamente explicó la razón: “lo que pasa es que ella va a brillar con luz propia”, le dijo, con una sonrisa expresiva. Y efectivamente ha sido así.
 
En el colegio, la maestra se encargó de darle un lugar en su salón, sentándola en clase, hablándole y vinculándola a las actividades que hacen los estudiantes en el aula. Niñas y niños se volvieron cada vez más cercanos, jugando y compartiendo con ella, al punto de volverla parte de su vida cotidiana y considerarla ‘la compañera más pequeñita’ del salón. 
 
Así, desde que Blanca Luz llegó a iluminar el aula de la profesora Carmenza, los estudiantes Kevin y Zuly se transformaron y empezaron a integrarse con los demás compañeros alrededor de la muñeca.
 

Miles de aventuras

Alrededor de la vida de Blanca Luz se han tejido una gran cantidad de historias y Carmenza recuerda con exactitud los detalles de la mayoría de estas, con el mismo orgullo con que una madre sigue todas las vivencias de una hija. 
 
En los primeros meses, los estudiantes querían llevarla a su casa y pedían a sus papás que realizaran un compromiso para que la profesora lo permitiera. Aunque Carmenza nunca imaginó que tendría tal acogida en los hogares de los niños, todos esperaban el momento en que pudieran llevarla consigo.
 
“Así empezó Blanca Luz a despertar los corazones de mis estudiantes. Teníamos una fila grandísima para que la llevaran a las casas y las mamás le hicieron una maleta para que tuviera su ‘ropita’ de cambio durante los fines de semana”, dice la profe.
 
Esta fue una oportunidad perfecta para que Carmenza incentivara en los pequeños aquello que ella deseaba que replicaran en sus casas. Decía: “Blanca Luz, por favor, te vas a portar juiciosa, vas a hacer las tareas, te acuestas temprano y alistas tu uniforme” y los niños aceptaban todos los compromisos para conseguir la autorización para llevarla a sus casas.
 
El lunes siguiente, el afortunado contaba lo que había hecho con Blanca Luz durante el fin de semana. En el salón de Carmenza se escucharon un sinfín de anécdotas, entre ellas, la de Maryori, una estudiante que tenía a la muñeca un día en que hubo un temblor muy fuerte en la ciudad hace un par de años.
 
La pequeña se encontraba sola en la casa, mientras su mamá trabajaba en un local del barrio. En el momento en que se sacudió la tierra, ella se dirigió rápidamente a la casa, en donde la niña le contestó con tranquilidad: ‘mami, nosotras estábamos con Blanca Luz y las dos nos cuidamos’.
 
Blanca Luz cobró vida. De eso no tenían duda los pequeños que cuando la llevaban a su casa intentaban también darle comida. Esta es la razón por la que en su boca se encuentra una pequeña rotura, la cicatriz que dejó la cirugía que una mamá tuvo que hacerle para tratar de remediar las consecuencias de que muchos niños no quisieran que su compañera favorita pasara hambre en las noches.
 

Un proyecto de afectos

Blanca Luz, como proyecto de aula, se convirtió en una estrategia de disciplina, convivencia e inclusión racial, pero sobre todo, de mucho amor y cuidado por el otro.
 
Con la muñeca negra, amiga, compañera y confidente, se despertaron sentimientos de aprecio y alegría en las niñas y los niños, quienes mejoraron su expresión narrando las vivencias que surgían en torno a ella.
 
El propósito, según Carmenza, es que los niños repliquen este amor hacia sus compañeros ‘afro’. Una historia con la que la maestra dejó volar su imaginación que demuestra cómo, a través del afecto, los pequeños encuentran otra manera de ver la vida para que cuando sean adultos recuerden y repliquen estos aprendizajes.
 
Con la experiencia significativa afro de Blanca Luz, Carmenza ha recorrido diferentes escenarios, como el seminario ‘África en la escuela’, en donde recibió retroalimentaciones muy positivas. Además, gracias a su participación en la estrategia ‘De cero a siempre’, Blanca Luz tiene ahora su propia página web, en la que puede recorrerse la vida de esta pequeña de 8 años. 
 
Con el paso del tiempo, Carmenza tiene claro que el principal aprendizaje con Blanca Luz ha sido que “nunca es tarde para fantasear y al lado de nuestros estudiantes construir un mundo mejor en el que exista el respeto por todas y todos sin excepción alguna”.
 
Por Diana Corzo Arbeláez
Fotos Julio Barrera