Acostumbrado a escribir con su regleta y punzón en sistema Braille, Duván Fúquene, un joven en condición de discapacidad visual, describe su experiencia con las herramientas digitales como un “amor a primera vista”. Historia de un amante de las tiflotecnologías.
Sentir, tocar y utilizar por primera vez el teclado de un tiflo-computador fue para Duván Fúquene, un estudiante de 17 años en condición de discapacidad visual, como un flechazo de Cupido.
Confiesa que le enamora y le emociona navegar en internet, escribir en Word, hacer diapositivas en Power Point, pero sobre todo oír música a través del reproductor de canciones y emisoras en línea. “Es una bonita historia de amor que aquí les contaré”, dice con una gran sonrisa.
Duván, al igual que otros 300 estudiantes en condición de discapacidad visual que asisten a los 10 colegios oficiales de Bogotá que lideran la atención a esta población, según la Secretaría de Educación del Distrito, hoy cuentan en el aula de clase con las tiflotecnologías. O lo que es más claro: equipos tecnológicos de apoyo como portátiles, impresoras o escáneres que cuentan con teclas en relieve, braille o audio.
“Yo oía que mis compañeros videntes hablaban mucho de las tecnologías. Una vez me puse triste porque pensé que nunca podría saber qué era un computador o una impresora, pero vaya sorpresa la que me llevé” afirma Duván, mientras camina hacia la sala de informática del colegio República de China, ubicado en la localidad de Engativá.
Luego de guiarse con su bastón hasta una de las mesas donde hay un computador, Duván estira sus brazos para encontrar una de las sillas. Habla de nuevo sobre la primera vez que utilizó un computador, un recuerdo de hace ya cinco años que sigue latente como si hubiera sucedido ayer. “Es utilizar los sentidos, palpar, oír y hasta oler. Las tiflotecnologías me gustan mucho, es más, siento que me han acercado a otra realidad en la que nada me es imposible y me reflejan un estilo de vida. Quiero ser Comunicador social y periodista enfocado a la locución en línea” dice con una sonrisa, mientras sale de lo más profundo de su pecho un suspiro.
El ‘Proyecto de Tecnología’ del colegio República de China lidera la implementación de iniciativas de desarrollo de habilidades motoras, cognitivas, comunicativas y socio-afectivas en niñas, niños y jóvenes con baja visión o ceguera. Por esto, mientras Duván se acomoda en su silla frente al computador, manifiesta que es un chico afortunado. Él y los otros 51 estudiantes con discapacidad visual que son atendidos en el colegio, viven y sienten las tiflotecnologías en las aulas de clase, pese a que en sus casas no haya el dinero suficiente para poder comprar un computador.
“Cuando llegaron estos equipos todos estábamos llenos de intriga porque nunca habíamos interactuado con un teclado o una impresora. Hoy el colegio me brinda esta oportunidad que me llena de fuerza para ser un gran locutor” asegura.
“Es necesario trabajar en la accesibilidad de la información y en una calidad de vida que genere una verdadera inclusión social, en donde un niño en condición de discapacidad visual pueda, de forma autónoma, hacer lo mismo que un niño vidente” afirma Ivanna Velásquez, tiflóloga del colegio.
Gabriel González, docente experto en tiflotecnologías en Bogotá, destaca la iniciativa de este colegio y manifiesta que es una de las mejores en el Distrito. “Buscamos esa equidad en la que todos manejamos el mismo lenguaje y tenemos las mismas oportunidades. Yo también soy una persona en condición de discapacidad visual y recomiendo el software gratuito lector de pantalla, para que los colegios lo descarguen y todas y todos utilicemos la tecnología para ver” Consúltelo en:http://www.vivedigital.gov.co/convertic/
Sumergido en la era digital
Mientras palpa suavemente el computador en la búsqueda del botón de encendido, Duván cuenta con una amplia sonrisa que esta historia de amor entre las tiflotecnologías y él jamás terminará. “Estoy sumergido en estos equipos que nos garantizan aprendizajes importantes y nos integran con los compañeros videntes”.
Duván enciende el equipo y pone sus manos en el teclado. En ese momento se acortan sus palabras pero son visibles las emociones en su rostro: puso en acción todos sus sentidos. “Se trata de concentrarse, quedarse en silencio y ponerse pilas para oprimir las teclas que son. Primero me meteré a Word y escribiré algo que me inspire y luego entraré a internet para oír un rato música”.
Por Catalina Zuluaga
Fotos Julio Barrera
Por Catalina Zuluaga
Fotos Julio Barrera