Segunda Tique cursa 4º de primaria en el colegio Paraíso Mirador de Ciudad Bolívar. Tiene 79 años y es la más en todo: la más aplicada, la que tiene mejores notas, la más querida por sus compañeros.
Todos los fines de semana, apoyada en su bastón, doña Segunda Tique llega al salón del ciclo 2 del colegio Paraíso Mirador de Ciudad Bolívar.
Se sienta en uno de los primeros puestos para poner toda su atención a los profesores. Su visión y su oído ya no son tan buenos. Sin embargo, Segunda no tiene miedo de aprender con personas mucho más jóvenes que ella. “Me di cuenta de que a los viejitos, como yo, nos tienen mucho respeto y nos ven como un ejemplo a seguir”, afirma.
Su materia favorita es matemáticas. No porque sea apasionada por los números sino porque es la única forma de llevar las cuentas de sus gastos y de lo que se gana vendiendo los manteles que ella misma decora.
“A veces me toca preguntar mil veces para entender algo, pero me tienen que tener paciencia”, dice Segunda al describir su vida en el colegio.
Una mujer digna de admirar
Desde que llegó a Bogotá se desempeñó como empleada doméstica para pagar su estadía y enviarles a sus padres dinero para subsistir en Fresno, Tolima. Nunca asistió al colegio.
“Ya a esta edad no sirvo para trabajar, entonces me metí a estudiar para ocupar mi tiempo, distraerme y aprender”, dice doña Segunda.
Desde hace 2 años, esta campesina tolimense asiste a las clases en el Paraíso Mirador. Empezó desde primero de primaria y hoy está orgullosa porque, como dice, ya sabe leer, escribir, sumar y restar.
En el salón en donde aprende doña Segunda, hay 41 estudiantes: personas que solo tienen los fines de semana para estudiar en el marco del programa de educación para adultos del Distrito y quienes, en algún momento de su vida, abandonaron las aulas.
Su grupo de amigas son 5 mujeres, entre 60 y 70 años, que fueron matriculadas por sus hijos o sus nietos. Doña Segunda, en cambio, es una persona solitaria, no tiene hijos ni familia en Bogotá. Por eso, ha adoptado a las chicas de la clase como sus nietas y ellas le responden con el mismo cariño y respeto que la mujer les brinda.
Dos de sus compañeras más cercanas son Rosalba Parrado de 51 años y su hija Rose Mery de 26, las dos cursan 4º grado al igual que Segunda.
Rosalba dice que uno de sus nietos fue el que la matriculó y, gracias a eso, se le “despertó la memoria”. Idea que también comparte Segunda y afirma que antes empezar a estudiar se le olvidaba todo. Ahora “no es que haya mejorado mucho, pero al menos me acuerdo de hacer mis tareas”, comenta en medio de risas.
La más juiciosa del salón
Tener 79 años no es impedimento para cumplir sus sueños. “Todo está en la mente y en las ganas que uno tenga para superarse” expresa Segunda mientras hace un par de planas en su cuaderno para mejorar la caligrafía.
Su madrina en el colegio es Karen Castro, profesora de español, quien ve en ella una persona con muchas ganas de vivir a pesar de que “la vida se le está acabando” como dice “su viejita”.
Es una afirmación que a muchos de sus compañeros estremece. Sin embargo, Segunda es una de las alumnas que mejores calificaciones tiene, no sólo en el salón, sino entre todos los estudiantes de la jornada de fin de semana del colegio Paraíso Mirador de Ciudad Bolívar.
Y mientras la vida le pasa cuenta de cobro, como ella misma afirma, Segunda solo se preocupa por aprender y por enseñarles de la vida a los jóvenes que hasta ahora están empezando su camino. “Lo más importante es dejar huella en alguien y si con mi actitud les ayudo a enderezar su camino, es suficiente”.
Por Carolina Buitrago O.
Fotos Julio Barrera