Un contrato social y ambiental para la era post Covid-19

21·MAYO·2020
Bogotá, la capital de Colombia, se prepara para iniciar un ‘New Deal’ verde en tiempos de pandemia y crisis climática.
Imagen de un hombre de la Cruz Roja desinfectando ciclas de usuarios en la calle.
Bogotá ha iniciado la implementación de un sistema de transporte multimodal basado en energías limpias que mejora la calidad del aire.

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El mundo entero se prepara para reabrir sus ciudades, volver al trabajo, reiniciar clases, y reactivar el comercio. Todo esto en medio de un clima de incertidumbre por una pandemia que sigue causando estragos y que, según los científicos, está lejos de terminar.

A pesar del aparente retorno de la normalidad, gobiernos y funcionarios siguen bajo presión mientras muchos se preguntan si quieren retornar a la misma normalidad de antes. La discusión sobre cómo enfrentar el caos económico que se avecina y mantener los sistemas de salud funcionando en alerta, no cesa. Por eso los expertos buscan respuestas en distintas partes del mundo.

En este contexto, el foco de las miradas se ha desplazado. Las soluciones no parecen vislumbrarse en las grandes potencias mundiales que se encuentran diezmadas por el virus. Por el contrario, de manera inesperada otros países como Costa Rica, Nueva Zelanda y Taiwán han tenido mayor éxito con la pandemia. En este sentido, un caso de estudio sobre posibles soluciones y alternativas para el escenario post Covid-19, puede ser el de Bogotá, Colombia.

Esta ciudad es de las más pobladas de América Latina, con más de 7 millones de habitantes, y actualmente es gobernada por Claudia López, la primera alcaldesa proveniente de un partido verde. La filiación política de López no es casual. Desde su llegada al poder se ha propuesto impulsar un nuevo contrato social y ambiental para que la ciudad cumpla los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el año 2030.

Y, aunque la llegada del Covid-19 ha tenido un fuerte impacto (más de 4000 contagios en 72 días), la alcaldesa ha aprovechado la oportunidad para ajustar su contrato ambiental y que sirva como herramienta para corregir todo aquello que hace insostenible la vida en Bogotá.

Nunca antes había sido tan apremiante conciliar el crecimiento económico y la sostenibilidad de la vida en el planeta, por eso López plantea combinar la reactivación económica después del desconfinamiento junto con la mitigación de la crisis climática en una ciudad donde mueren anualmente 2.000 personas a causa de enfermedades relacionadas con la mala calidad del aire.

Para empezar, López ha diseñado una estrategia para crear nuevos empleos que se perdieron durante la pandemia con la construcción de obras de infraestructura enfocadas en el medio ambiente y en servicios sociales. Esta propuesta tiene elementos que recuerdan al New Deal de Roosevelt para recuperar la economía estadounidense durante la Gran Depresión.

Por eso Bogotá ha iniciado la implementación de un sistema de transporte multimodal basado en energías limpias que mejora la calidad del aire. Este proyecto está estructurado alrededor de una primera línea de metro y en dos tranvías regionales; Además se complementa con la realización de 7 ciclocarriles que se suman a los más de 500km de vías exclusivas para bicicleta con los que ya cuenta la ciudad.

El proyecto incluye también un Fondo de Reconversión Tecnológica con incentivos para la transición a tecnologías no contaminantes en el transporte de carga y en la industria. Este modelo de movilidad, sumado a la reorganización de la ciudad en distintos turnos de trabajo y horarios de actividad productiva y comercial, se muestra como la estrategia que permitirá garantizar mayor distanciamiento físico entre las personas para afrontar el Covid-19.

Otra línea de acción importante para generar empleos es el plan para la descontaminación del Río Bogotá. Incluye el saneamiento de 4 ríos pequeños que actúan como sus afluentes, la activación de una estación elevadora y la construcción de dos mega plantas de tratamiento de aguas residuales.

Este paquete de generación de empleos verdes se complementa con el nuevo contrato social que está construyendo López, el cual incluye el robustecimiento de los servicios sociales de la ciudad para enfrentar los estragos de la pandemia. Por eso se ha puesto en marcha una estrategia acelerada para la construcción de más hospitales, nuevos colegios y la creación de un ingreso mínimo que garantiza una renta básica para hogares vulnerables, una medida pionera para América Latina.

Con este plan para los tiempos post Covid-19, la alcaldesa de Bogotá avanza en la construcción de una nueva normalidad, en un sentido más sostenible. “No es posible retomar la ‘vieja normalidad’ que existía antes de la llegada de la pandemia” ha dicho López, y  ha señalado que esa vieja normalidad ha condenado a la ciudad, durante años, a padecer la segregación social, la homofobia, la depredación de la naturaleza.

“La vieja normalidad  ha generado violencia contra los más vulnerables en todas sus formas de expresión, por lo tanto, la ‘nueva normalidad’ tendrá que ser una que contribuya a la redistribución de la riqueza y al desarrollo sostenible”, ha señalado la alcaldesa.

En ese sentido, el gobierno de López apuesta por aprovechar la crisis y convertirla en una oportunidad para promover cambios culturales en un sentido más democrático y sostenible, reverdecer la ciudad y mitigar la crisis climática.

"Que estos niños que están naciendo hoy, que ejercerán por primera vez su ciudadanía en el año 2038, crezcan en un mundo distinto, en un mundo mejor, donde sean ellos quienes nos enseñen a construir una Colombia mucho más equitativa, mucho más solidaria, mucho más empática; y por eso mismo, mucho más sostenible", ha dicho la alcaldesa.

Para lograrlo, está implementando el ecourbanismo como medio para el desarrollo concertado con la región y para la protección de la estructura ecológica de la ciudad. Es por eso que la alcaldía ha puesto en marcha un programa de siembra masiva de árboles y la restauración de 1500 hectáreas de la Reserva Thomas Van Der Hammen, que se convertirá en el segundo bosque urbano más grande del mundo. También se está realizando el mantenimiento de 9 de los 15 humedales de la ciudad en donde habitan varias especies endémicas.

Adicionalmente, Bogotá está impulsando acciones innovadoras para preservar su zona rural la cual hace parte de la red de páramos Chingaza-Sumapaz, la más grande de planeta. Una de ellas es el plan de pago de incentivos a campesinos de la región por preservar los ecosistemas. Con esto se busca frenar la expansión agrícola y darle opciones de vida quienes sufrieron históricamente el conflicto armado. De ser exitosa esta estrategia, la ciudad aseguraría el suministro de agua potable para 15 millones de personas en la actualidad y para las generaciones venideras.

En conclusión esta ciudad ubicada en el corazón de América Latina está ofreciendo respuestas originales a las crisis generadas por el comportamiento del ser humano frente a la naturaleza y en su trato hacia otras especies. Su contrato social y ambiental en la era post Covid-19 puede ser una alternativa que valga la pena replicar en otras partes del mundo. Además, es una medida que encuentra eco entre varias corrientes de pensamiento en Europa y América del Norte que han abogado por un Green New Deal para el siglo XXI.