El ruido o contaminación auditiva está asociado a varias actividades de la vida cotidiana, de allí que este sea uno de los temas ambientales por el que más se ven afectados y se quejan los bogotanos.
Los objetivos de calidad acústica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, recomiendan en áreas urbanas un nivel de ruido ambiental no superior a los 65 decibeles, que equivalen más o menos al sonido de una conversación en un sitio público.
Es por esto que, la Secretaría Distrital de Ambiente realiza acciones de evaluación, control y seguimiento a establecimientos de comercio, industria y servicios, cuando la emisión de ruido afecta el ambiente, es decir, que trasciende al espacio público y puede ocasionar un daño ambiental; pero no tiene competencias para controlar los conflictos por ruido al interior de los predios privados (convivencia). Este tipo de conflictos están a cargo de la Policía y las alcaldías locales.
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Dicho esto, la ciudadanía puede denunciar cualquier exceso o contaminación de ruido en la línea 123 y reportar el hecho a la autoridad competente.
El control del ruido es responsabilidad de todos los ciudadanos. Los buenos hábitos como hablar en un tono de voz moderado, no escuchar música a niveles altos, realizar una conducción ecológica, movilizarse de manera sostenible y mantener una sana convivencia ayudarán a mejorar el paisaje sonoro de Bogotá.