La perserverancia es un barrio de mil caras, colorido y con un característico aire de jovialidad. Es la casa de los aventureros, de las familias enraizadas desde generaciones que cuentan un pedazo importante de la historia republicana, es una zona diversa y rica en cultura, gastronomía y tradiciones. Diana Ayala, una líder social del sector, le apuesta a convertir este símbolo de Bogotá en un Ecobarrio, un espacio amigable con el medio ambiente, autosostenible y promotor de la seguridad alimentaria.
Con Ecoperse, organización vinculada al Programa de Voluntariado Ambiental de Bogotá, tienen fijado un objetivo: lograr que el barrio reduzca sus impactos medioambientales a través de buenas prácticas agrícolas, manejo adecuado de residuos, economía solidaria y, sobre todo, por el sentimiento de pertenencia, trabajo en equipo y apoyo mutuo entre los vecinos.
“Lo mejor de La Perseverancia son las personas con su forma de ser, dadas al trabajo comunitario. Aquí todos queremos que nuestro barrio salga adelante y tenga mejoras”, dice Diana.
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De acuerdo con la Secretaría de Hábitat, en los ecobarrios las prácticas cotidianas de sus habitantes garantizan la sostenibilidad y promueven el sustento de las familias que los componen. Para lograr consolidar La Perseverancia como uno de ellos, Diana, junto con otras organizaciones socioambientales y el Distrito, está trabajando en un proyecto de intervención con el que se busca que la zona tenga jardines, huertas agroecológicas, paneles solares y espacios adecuados para la separación en la fuente y el manejo adecuado de residuos.
“Ganamos un proyecto y estamos en el proceso para lograr que esto sea real. Una de las cosas que buscamos es la soberanía y seguridad alimentaria haciendo muchas huertas. Por ejemplo, nuestras pacas no son solo pacas sino huertas. Además, estamos trabajando con asociaciones de recicladores”, explicó Diana, quien además es instructora de natación.
Diana, como su barrio, también es polifacética. Nació en él y se convirtió en una activista, inspirada precisamente en la inmensa riqueza que ha visto a su alrededor y la que la misma vida se encargó de mostrarle. Vivió en una ecoaldea en Granada (Cundinamarca), donde aprendió sobre agroecología, metodologías de educación alternativa y cine consciente, entre otros temas que le sirvieron para ser la precursora de la ‘Huerta Biocultural Umpyky-ty: el canto de tu corazón’, que está ubicada en los alrededores del Parque Nacional Enrique Olaya Herrera; iniciativa que promueve la alimentación sostenible, el trueque y la educación ambiental en los niños.
Es instructora de natación, pero su opción de vida es el activismo a favor del medio ambiente y la sostenbilidad, inspirada, se ha dicho, en la riqueza a su alrededor, que también se impone en verde desde los cerros orientales. Es por eso que, desde niña, cuando escuchaba canciones infantiles sobre la protección del medio ambiente, empezó a sentir la filiación con esta causa que conserva intacta a sus 34 años.
“La vida se encargó de guiarme. Yo creo que todas las personas tenemos la curiosidad de saber cuál es nuestra esencia natural. He estado en diferentes grupos. He aprendido de la madre Tierra, que es la que siempre está dispuesta a darnos. Estas acciones son una forma de contribuir a todo lo que nos entrega porque lo más importante es que seamos buenos hijos con ella”, expresó Diana, que tiene todo el empeño que la caracteriza para lograr una misión: hacer de su barrio un referente del cambio de mentalidad que necesita el mundo para conservar el medio ambiente.