Las huertas urbanas contribuyen al cuidado del ambiente, facilitan el acceso a alimentos frescos, fortalecen la interacción entre las comunidades y, en algunos casos, aportan a la recuperación de espacios públicos. Basada en este argumento, Alexandra Neuto comenzó hace cinco años un viaje por la agricultura sostenible denominado Colectivo Huerta Madre Tierra - Divino Niño.
Gracias al trabajo de ella y los vecinos del barrio, esta iniciativa, que está ubicada en la localidad de Ciudad Bolívar, se ha multiplicado y hoy está conformada por tres huertas: Maizal, Abundancia y La Esperanza.
"Acá tenemos maíz, arracacha, cilantro, tomate, acelga, pepino, lechuga, papa..., mejor dicho, hay más de 45 clases de alimentos. Creo que es algo muy bonito coger un tomate y comérselo con agrado y sentir el sabor natural y diferente", explica Alexandra.
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Ella, quien es la presidenta de la Junta de Acción Comunal, cuenta que el interés por consolidar esta iniciativa, que surgió luego de haber hecho un diplomado en cambio climático. En ese momento empezó a reflexionar sobre los impactos de sus acciones en el ambiente y a pensar en cómo podía aportar para disminuirlos. Así se le ocurrió la idea de darle una nueva cara a su barrio, donde había algunos focos de inseguridad.
Con el apoyo de algunas entidades, Alexandra y sus vecinos comenzaron a conseguir tierra, madera, puntillas, semillas y diferentes herramientas para construir la huerta. Además, un grupo de jóvenes aportó todo su arte para embellecerla con grafitis y nuevos colores.
"Cada uno tenía su conocimiento y lo transmitía. Yo, por ejemplo, no sabía nada del tema, pero aprendí por el camino. Con esta iniciativa se empezaron a generar lazos de amistad, tejido social", expresa Neuto
El colectivo, conformado por las tres huertas, no solo beneficia a la comunidad del barrio Divino Niño con alimentos cultivados de manera sostenible, sino con espacios de esparcimiento y educación ambiental para personas de todas las edades en torno a la agricultura urbana y el manejo adecuado de residuos.
Cada fin de semana, las familias se reúnen para recibir capacitación sobre estos temas con el apoyo de expertos. Alexandra cuenta que gracias a este trabajo de sensibilización actualmente la mayoría de sus vecinos son más conscientes de no arrojar escombros al espacio público y aprovechar los residuos orgánicos en la huerta.
Por ejemplo, ella recuerda que antes de comenzar esta iniciativa y convertirse en una persona más consciente sobre sus hábitos sacaba la basura de la casa tres veces por semana. Hoy solo lo hace una vez, únicamente con lo necesario, ya que aprovecha muchos de los residuos que genera, entre estos las cáscaras de los alimentos para hacer compostaje.
Para Ercilia Cortés, vecina del sector, esta iniciativa ha sido de gran aporte para la comunidad. "La huerta le ayuda a uno. Yo hice un encurtido de tomates, también consumo lechuga y cilantro. Básicamente esos tres alimentos son los que más me gustan", dice.
A quienes deseen tener una huerta comunitaria, Alexandra les aconseja que lleven el proceso con calma y no se desanimen porque "después de que siembres tu plantita y la veas crecer, no te vas a desenamorar, sino que la va a amar más".