Una educación con enfoque diferencial que preserve los saberes y experiencias de los pueblos indígenas es la apuesta de la Administración Distrital con la educación intercultural en los colegios de la ciudad.
En Bogotá más de 1.200 niños y jóvenes pertenecientes a los pueblos indígenas estudian en los colegios oficiales de Bogotá. Solo en la ciudad se han identificado 27 de estas culturas.
“Si perdemos nuestra lengua, perdemos nuestra identidad como pueblo”, aseguró Jhon Freddy Valencia, apoyo cultural indígena de la comunidad wounaan en el colegio Confederaciones – Brisas del Diamante, donde estudian 80 niños indígenas.
De los más de 1.000 estudiantes indígenas que acudieron a las aulas en los colegios oficiales de la ciudad la cuarta parte ha sido víctima de desplazamiento y muchos de ellos no hablan español, de allí el reto de la Secretaría de Educación de preservar sus costumbres y tradiciones.
Estudiantes de ascendencia amorua, arhuaca, awa, cofám, emberá katío, chamí, dodiva, eperara, inga, muisca y wounaan se encuentran actualmente en los colegios de la ciudad.
“La idea es que, desde un enfoque diferencial, atendamos a esta población que llega al sistema educativo, principalmente en dos vías: apoyando la preservación y el rescate de la riqueza y la complejidad de su lengua materna y su cultura ancestral y ayudándolos a hacer el tránsito para adquirir el español como segunda lengua”, señaló Claudia Taboada, profesional de la Dirección de Inclusión e Integración de Poblaciones de Educación.
Esta estrategia cuenta con dos espacios, el primero son las Aulas Diferenciales de Estudiantes Indígenas, donde con la ayuda de un apoyo cultural del pueblo, se les imparten a los pequeños las bases del español, la lectura y la escritura.
Después de esto pasan a las Aulas de Aceleración de primaria y secundaria, donde adquieren los conocimientos básicos.
El segundo espacio son las aulas regulares donde los estudiantes indígenas y mestizos comparten clases y contenidos.
“En nuestra estrategia de atención partimos de la identificación de la etnia presente en la escuela, luego hacemos un diagnóstico socio – lingüístico visibilizando los idiomas indígenas en el escenario escolar”, comenta Angie Ávila, funcionaria de la Dirección de Inclusión e Integración de Poblaciones.
Para lograr que esta iniciativa sea efectiva se cuenta con el apoyo de sabedores de las diferentes culturas que acompañan los procesos en las aulas de clase.
“En nuestro territorio, los niños aprenden el ‘woun meu’ de forma oral, del conocimiento que transmiten de las mujeres y cantando y oyendo el canto de las aves, porque nuestra lengua viene de los sonidos de la naturaleza, del río y de los animales. Para nosotros es importante que los niños aprendan español para que se puedan desenvolver en la ciudad, pero también es muy importante que no pierdan su lengua materna, porque si perdemos nuestra lengua perdemos nuestra identidad como pueblo. Tenemos que ser como los pájaros que nunca olvidan su canto”, puntualizó Valencia.
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