La esperanzadora historia de Luis, el expeluquero del Bronx

Foto: Integración Social
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Publicado:
11
Sep
2017
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Cada vez que un habitante de calle llegaba a las manos de Luis Eduardo Ortiz, para cambiar su apariencia, un renovado rostro salía a la luz.

Él, quien fue el peluquero de los temidos sectores de El Bronx y San Bernardo, pasó tanto tiempo entre habitantes de calle que, con el tiempo, se fue convirtiendo en uno más. No pasó mucho para que la cobija llegara a su espalda y el hambre y el frío a su ser.

“Duré en las calles trabajando como peluquero con población de habitantes de calle más de 30 años. Sin embargo, hace seis meses decidí iniciar un proceso de rehabilitación, porque prácticamente estaba volviéndome habitante de calle”, relata Luis ahora, en medio de su proceso de cambio.

“Uno va perdiendo los principios, el autocuidado y el crecimiento personal. Tomé la decisión cuando ya prácticamente había tocado fondo”, asegura mientras toma con decisión unas tijeras, que lo acompañan desde joven.

Luis Eduardo fue uno de los 700 exhabitantes de calle que fueron invitados a la misa del papa Francisco. Estuvo hace años en la visita del papa Juan Pablo II y recuerda, como si fuera ayer, la emoción que le despertó en esa ocasión la misa. Hoy su corazón vuelve a llenarse de amor y esperanza.

“Fue en realidad algo muy emocionante y emotivo. Fue algo fenomenal que no se puede olvidar y donde la lluvia no fue impedimento. Estuvimos muy cerca de la tarima donde el papa Francisco estaba en la eucaristía y el mensaje que nos dejó fue que no nos dejáramos robar la alegría y la paz”, recuerda Ortiz.

“Pensé y me regocijé con un nuevo cambio y con ese mensaje que él nos da. Salí pensando en que tenía que transmitirlo a otras personas ya que es un empujón a mi proyecto de vida, porque uno tiene fe en lo que hace”, afirmó Luis.

Luego de esta experiencia angelical, ya no cobrará tres mil pesos ni cinco mil, como hacía en El Bronx y San Bernardo, por usar su gran talento. Planea montar una peluquería donde quiere atender a todo tipo de personas. Siente que la palabra del papa Francisco inundó de esperanza su corazón.

“Estoy en el último momento, muy motivado a salir a trabajar. De hecho, ya tengo los implementos y empiezo a trabajar en ocho días”, narra, mientras envía un mensaje a los habitantes de calle que aún continúan en el frío asfalto capitalino: el cambio sí es posible.