En menos de una semana la vida de Obed, un habitante de calle, ha tomado un rumbo sorprendente. Todo empezó gracias a la reciente intervención que hizo la Alcaldía de Bogotá en el canal Los Comuneros, más conocido como el ‘Canal de la Sexta’: un punto que estaba ocupado por habitantes de calle y se estaba convirtiendo en un nodo de inseguridad y drogadicción.
La intervención realizada el pasado 17 de julio estuvo acompañada por los ‘Ángeles Azules’ del Distrito, y fue precisamente uno de estos funcionarios quien se acercó a Obed. A esta nueva cara amiga Obed le contó que llevaba 38 años habitando las calles; el mismo tiempo que había estado sin ver a ningún miembro de su familia.
El hombre, nacido en Medellín, decidió escapar de su casa cuando murió su mamá murió, pues esta calamidad generó una situación difícil en su hogar.
Luego de acogerse a la ayuda de la Alcaldía, Obed fue trasladado al Hogar de Paso Bakatá. Allí, Sandra Flórez, un Ángel Azul, le ayudó a comunicarse con sus familiares.
Sandra logró contactarse con Gloria, una de sus 13 hermanas.
“Me acordé del número de la casa de mi hermana y nos comunicamos, para mí fue una alegría y a la vez una enorme tristeza. Ella me preguntó qué quién era yo, y le dije que Obed, y me dijo que cómo así y se puso a llorar. Seguimos charlando y yo al final no fui capaz y le pasé a la doctora. Sentía una alegría y al mismo tiempo se me quería partir el corazón, de pensar todo el tiempo que estuve sin ellos por la droga”, explicó Obed.
La relación de Obed y Gloria era especialmente cercana, pues ella fue “quien quedó como a cargo cuando mi mamá murió, me comuniqué con ella y para mí fue una alegría y a la vez una enorme tristeza. Ella me preguntó qué quién era yo, y le dije que Obed, y me dijo que cómo así y se puso a llorar y seguimos charlando, yo al final no fui capaz y le pasé a la doctora. Sentía una alegría y al mismo tiempo se me quería partir el corazón, de pensar todo el tiempo que estuve sin ellos por la droga”, contó Obed, minutos antes de ver a sus hermanas.
Después de esta llamada, dos de sus hermanas y una sobrina tomaron un vuelo para encontrarse con Obed en Bogotá, en el Hogar de Paso.
Cuando al fin se tuvieron frente a frente las expresiones de cariño salieron a flote: “Un milagro, es un milagro de Dios”, repetían Gloria y Luz Mila, su otra hermana, mientras lo abrazaban y no paraban de mirarlo.
“Lo veo divino, divino. Nunca pensé imaginármelo de esta manera. Me lo imaginaba como estaba: perdido. Pero así de esta manera, mejorcito. Cuando me llamaron pensé que era un robo o algo así, pero cuando lo escuché no podía moverme de donde estaba, se me movió el mundo y más que me habían intentado cambiar el número de teléfono hace un mes y yo no sé por qué, les dije que no, que en ese número era donde me conocía la gente”, asegura Gloria, mientras le aprieta las manos.
El reto ahora, es cumplir con el proceso que exige 9 meses de recuperación para después de esto, volver con su familia. Mientras tanto, sus hermanas tuvieron que volver a Medellín con la esperanza intacta de volver a tener a Obed con ellas.