Historia del poblamiento de Fontibón

26·NOV·2012
Fontibón: de territorio muisca a territorio urbano. Las crónicas escritas y orales describen a Fontibón como un espacio social, cultural y económico de ...

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Fontibón: de territorio muisca a territorio urbano. Las crónicas escritas y orales describen a Fontibón como un espacio social, cultural y económico de paso.

Fontibón, pueblo de indios, como Engativá, Bosa y Usaquén, se constituyó en lugar estratégico de paso y de comunicación de la población muisca.

A partir del siglo XVI, sirvió a los españoles como tránsito para las recuas de mulas, transporte de mercancías y viajeros entre Santa Fe de Bogotá y el río Magdalena, salida para los principales puertos en la Colonia.

De ahí que, a partir de 1538, gozara de los privilegios de pertenecer a la categoría de "pueblo de la Real Corona"; como lo comenta un habitante, "Fontibón es un pueblo antiguo".

Al tener en cuenta los mapas anteriores al siglo XVIII, se observa la distribución territorial muisca con su fragmentación y dispersión de chozas aledañas a los ríos, así como la presencia de la arquitectura de estilo español de Fontibón en la Iglesia, los edificios públicos, la casa de los notables y la casa de los viajeros, como límites de una plaza central rectangular.

En la actualidad, esta característica de la arquitectura española la conserva el parque central.

Las políticas de resguardo, la distribución de predios, los procesos de catequización a cargo de los jesuitas, la reubicación de la población indígena en focos y la expropiación de tierras durante la Colonia, significaron la desaparición del poblamiento comunal muisca y su sustitución por un tipo de poblamiento rural en torno a la hacienda hasta el siglo XIX (o casa grande, en términos de un habitante).

Como espacio vital, social y cultural, la hacienda era casa solariega, morada,  cementerio, capilla, escuela, lugar de memoria traducida en leyendas, domicilio aún no escondido de las fuentes económicas y fortaleza militar.

Según narraciones, de sus habitantes, la casa grande de la hacienda era de un piso, con tejas de barro, paredes de adobe, patios interiores (lugar de jardines, pilas, cruces en piedra), caballerizas y cocina.

Las actividades económicas en las haciendas eran la agricultura (se sembraba papa, maíz, cebada y trigo) y, más tarde, la ganadería (se producía leche) para abastecer las necesidades de los pobladores de las fincas o de sus territorios aledaños; los oficios

ejercidos por sus habitantes eran los oficios aún no especializados relativos al campo: sembrar, ordeñar, transportar la leche, realizar sistemas de drenaje para ocupar tierras y prevenir inundaciones, abrir caminos, cortar leña, etcétera.

Entre las haciendas más conocidas y recordadas por antiguos habitantes están: Puerta de Teja, La Selva, La Laguna, La Giralda, La Fonegra, El Chircal, Batavia y Villa María.

Parafraseando una crónica, "La vida de Fontibón era vida de pueblo, donde todas las gentes se conocían y se trataban".

Las costumbres se definían por los acontecimientos religiosos; de ahí la importancia de la misa como espacio de socialización, los rosarios, los aguinaldos, las procesiones o los cortejos funerarios.

Las plazas de mercado, además de su función económica para la venta o trueque de

productos, se constituyeron como escenario cultural. No sólo se intercambiaban productos, sino que allí se mezclaban diferentes trayectorias culturales, especialmente las provenientes del altiplano cundiboyacense.

De esa manera se fue construyendo una especie de mestizaje cultural en la localidad, con las influencias del mundo rural y campesino, y las de los viajeros y forasteros.

Fontibón también era sitio de llegada de los paseos de fin de semana de los cachacos santafereños; era habitual que el dueño o patrón de las fincas, por lo general, viviera en la capital y los fines de semana se trasladara en mulas a descansar a Fontibón en compañía de su familia. Esto lo convirtió en un albergue y en un lugar de paseo y descanso.

La vida de pueblo se fue transformando por la cercanía a la capital.

Durante la primera mitad de siglo veinte se desarrollaron otras actividades económicas y otras zonas de poblamiento aledañas al centro colonial de Fontibón.

A partir de 1940, aparecieron las industrias fundadas por exiliados europeos de la segunda guerra mundial y las desarrolladas por la reforma liberal de Alfonso López Pumarejo, como el Frigorífico Suizo, Hilanderías Fontibón, Levapan, Prodema e Icopulpas.

La vida de la localidad se hace más compleja y menos pueblerina, con la presencia de nuevos pobladores originarios de otras regiones en busca de tierras, de casa y de trabajo.

Los avances tecnológicos aparecen en la localidad, lo que se manifiesta con la llegada del ferrocarril y de la radio. El ferrocarril comunica el centro del país con la vía fluvial del Magdalena y con ello a Fontibón. De esa manera los trayectos entre Bogotá y Fontibón se hacen más cortos, que para este periodo de fiebre del ferrocarril posee su propia estación.

La radio, como medio de comunicación masiva, es otra de las influencias técnicas importantes, ya que permite de una manera aún incipiente, la intercomunicación de los que la escuchan con lo que pasa en una región, un país y el mundo.

El mestizaje y la convivencia simultánea del mundo de la hacienda con el de la ciudad, se hace más notorio como característica de Fontibón: las recuas de mulas conviven con el paso de locomotoras; las chicherías se ven colonizadas por los diálogos que establece la radio y por la música del pick-up; la calle pueblerina de ruanas y alpargatas se confunde con las calles por donde pasan las materias primas para las industrias y la población flotante de viajeros que va en aumento.

La aparición del ferrocarril y de las industrias, le da a Fontibón otra fisonomía que, poco más tarde, será radical: además de sitio de paso de viajeros o de sitio de ocio, empieza a definirle como polo de desarrollo industrial y comercial de la ciudad.

A partir de 1948, año del "bogotazo", son críticas las oleadas de migrantes que huyen de la violencia política en el campo y desestabilizan aún más la vida de la hacienda: la ciudad se convierte en tierra prometida, en refugio heterogéneo, diverso, multicultural y multiregional.

La historia dé Fontibón se relaciona con la dinámica urbana de Bogotá. A partir de 1950 el crecimiento demográfico convierte a antiguos pueblos como Suba, Usme, Usaquén y Fontibón en espacios habitados por las oleadas fluctuantes del campo a la ciudad.

Esto hace que los límites de Bogotá empiecen a extenderse y al mismo tiempo, le impone un desarrollo desigual a las zonas que coloniza: en 1954,

Fontibón es anexado a Bogotá, perdiendo sus características de municipio. Fontibón empieza a tener un crecimiento rápido, desmesurado, con muy poca planeación.

Las antiguas fincas que constituían la mayoría de su territorio son loteadas para convertirse más tarde en barrios, en el periodo 1960-1980.

La construcción de las casas dependía de la situación económica de su dueño e igualmente, de una circunstancia importante: la construcción en muchos casos significa un proyecto que acompaña la vida de una familia, de una generación.

Además del crecimiento desordenado, las edificaciones de los barrios se caracterizan por su diferencia; cada familia quiere imponerle un rasgo distinto, propio, a su casa; según la condición económica, en un barrio se distinguen casas terminadas de un piso o dos, cercanas a otras en obra negra, con servicios básicos insuficientes.

La luz y el agua eran de contrabando y más tarde se legalizaban. Las calles, en su mayoría, eran sin pavimentar.

Respecto a sus habitantes, muchos de ellos llegaron huyendo de las manifestaciones de la violencia en los campos.

Provenientes de Santander, Boyacá, Cundinamarca o Tolima trasladan sus costumbres rurales a la ciudad, al barrio. Esto ayuda a explicar la identificación de los habitantes, no con la localidad, sino con su barrio o un sector, ya que éstos han sido los espacios culturales y vitales: allí el poblador es conocido por todos, lo que da reconocimiento, identidad y seguridad.

Allí crecieron los hijos y se forjó una vida en la compañía de los otros.

En cuanto a la construcción de las casas, se observa que en un lapso de algunos años éstas pueden pasar de lote, donde habita un núcleo familiar, a una casa de tres o cuatro pisos, donde se albergan muchas familias, constituyendo inquilinatos.

La condición desigual en el desarrollo de Fontibón, no sólo se constata de manera visible con los asentamientos aledaños a los ríos Bogotá y Fucha, sino por las condiciones de pauperización y pobreza que no son detectadas de manera inmediata.

Lo anterior es posible demostrarlo con el creciente cambio de casas, incluso de barrios, en inquilinatos, lo que significa sobrevivencia en condiciones de hacinamiento, pésimas condiciones higiénicas y escasa intimidad.

Las migraciones también empiezan a sucederse dentro de la ciudad, la cual al especializar sus territorios, ya sea para el comercio o la industria, obliga a que los habitantes se trasladen a otros sectores que se van especializando como lugares de residencia.

La migración también es causada porque un territorio, una localidad, promete un buen lote a un buen precio.

Ubicado, en la década del sesenta y setenta, en la periferia de la ciudad, de los polos de desarrollo industrial y laboral, Fontibón progresa aceleradamente.

Es notable la irrupción de nuevos barrios y el crecimiento de los antiguos; los límites de Fontibón se extienden entre su centro y Puente Grande con barrios corno San Pablo y Villa Carmenza; por la vía hacia la capital (conocida como la calle 13) aparecen barrios como Salamanca o Bahía Solano; en los alrededores de la embotelladora de Coca-Cola crece San José o Puerta de Teja; las zonas aledañas al cementerio y a los paraderos de buses de las empresas Metropolitana y Bermúdez, se transforman con el crecimiento de barrios corno Las Flores, La Giralda o La Aldea.

Simultáneo al crecimiento de barrios, se presenta otro tipo de poblamiento y otro paisaje urbanístico en la localidad, con la construcción de urbanizaciones y conjuntos residenciales a mediados de la década del setenta. Habitadas por sectores medios de la sociedad o en ascenso en la escala social, la urbanización ofrece un apartamento o una casa ya construida, con lugares de recreación, zonas verdes, salón comunal, vías pavimentadas, servicios públicos y seguridad, lo que establece una diferencia con las dinámicas de barrio.



*  Tomado de "Diagnósticos Locales con Participación Social" de la Secretaría de Salud del Distrito, facilitado por el Archivo Distrital