Se llevó a cabo un conversatorio virtual sobre el segundo propósito del plan de desarrollo con la participación de la secretaria del hábitat Nadya Rangel y la secretaria de ambiente Carolina Urrutia. En esta actividad que tuvo una duración de más de una hora, las funcionarias distritales concluyeron que “Para cambiar los hábitos de vida que permitan reverdecer a Bogotá y adaptarnos y mitigar la crisis climática, se requiere de un contrato entre la ciudadanía y la administración que garantice el cumplimiento de las normas y de los derechos individuales y colectivos”, esto para garantizar que cada ciudadano contribuya en la meta de hacer de Bogotá una ciudad más verde, más cuidadora y más sostenible.
Mejorar calidad del aire: una de las prioridades
Para Carolina Urrutia, secretaria de Ambiente, el reto de Bogotá es llegar a un acuerdo en el que “todos pongan” para hacer una ciudad más próspera y con calidad de vida, mejorando la calidad del aire y del agua.
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Uno de los objetivos que se ha fijado la administración de la alcaldesa Claudia López ha sido mejorar la calidad del aire en la ciudad, lo que ha permitido el desarrollo de estrategias para ayudar a las industrias y el sector transporte en su esfuerzo por reducir emisiones contaminantes. Entre las iniciativas está la creación de un Fondo de Transición Energética y Tecnológica para facilitar el cambio a tecnologías que permitan que tanto la producción industrial como la movilidad en el transporte público y de carga sean más limpias.
También se ha propuesto una estrategia articulada entre todos los sectores del Distrito y la empresa privada para definir de común acuerdo cuáles son las metas en materia de mitigación de gases de efecto invernadero y qué se va a lograr en términos de mitigación.
Medidas de protección o afectación de suelos
En Bogotá persiste una larga y compleja discusión en torno a las medidas de protección o afectación de suelos que ha creado conflictos jurídicos que afectan la protección de ecosistemas estratégicos como sucedió con la reserva Van der Hammen. Frente a esto, la secretaria de ambiente insistió en la necesidad de hacer un acuerdo sobre lo fundamental: “Un gran acuerdo básico que se refleje en la normatividad, en los planes y los programas. Que vaya más allá de la percepción que tenga cada administración sobre la importancia de un ecosistema y se fundamente en el valor que le da una sociedad a esos espacios”.
Según la cabeza de la entidad encargada del Ambiente en la ciudad, las decisiones que se tomen deben tener en cuenta los beneficios de unos ecosistemas conectados entre sí y las medidas para que los suelos sean más permeables, más resistentes a las sequías y a las inundaciones: “para no tener que sufrir durante las próximas décadas por haber cementado demasiado la ciudad.
Manejo de residuos sólidos: compromiso de productores y consumidores
En cuanto a la gestión de los residuos sólidos, la secretaria de Hábitat Nadya Rangel destacó el impacto negativo que genera la presencia del relleno sanitario Doña Juana entre los habitantes de las localidades de Ciudad Bolívar y Usme. Al relleno se llevan diariamente entre 6.500 y 7.000 toneladas de basura para enterrar, que producen lixiviados y no generan ningún aprovechamiento, solo biogás a través de un piloto de bajo impacto.
“Debe haber un compromiso de todos: productores y consumidores, para hacer una buena separación en la fuente dentro de una economía circular. Se requiere que pensemos desde la producción de los residuos hasta la disposición y el aprovechamiento. El reto es cómo podemos empezar a producir sin necesidad de utilizar tantos insumos que no se puedan aprovechar posteriormente”
Nadya Rangel, secretaria del hábitat.
Entre los proyectos de sostenibilidad ambiental que maneja la Secretaría del Hábitat aparecen los ecobarrios, que son una nueva forma de urbanismo que busca una interacción con el medio urbano de manera sostenible a través de la gestión de los residuos, el ahorro y eficiencia en los recursos básicos (agua, energía, etc.) y la integración de la agricultura, la naturaleza y la movilidad sostenible. Frente a esta propuesta, la secretaria Rangel precisó que se tiene previsto el desarrollo de estos sistemas en los bordes de la ciudad: “Se han revisado algunos en Usme y se realizó un diagnóstico para ver dónde se puede ejecutar la estrategia, que necesita de un proceso de construcción colectivo que tengo en cuenta la cultura del agua, la no degradación de la estructura ecológica principal y la conservación del borde urbano evitando su expansión”.