En un mundo globalizado donde la oferta de productos procesados y ultraprocesados es abrumadora, los sellos de advertencia implementados en Colombia a través de la Resolución 2492 de 2022, emitida por el Ministerio de Salud y Protección Social, se han convertido en una herramienta fundamental.
Te puede interesar: Éxodo y retorno en Bogotá por puente festivo del Día de Todos los Santos
Los productos procesados son aquellos que han sido modificados mediante la adición de sustancias como sal, azúcar, aceites, conservantes o aditivos, alterando la naturaleza del alimento original con el fin de prolongar su vida útil, hacerlos más agradables o visualmente atractivos. Este proceso puede provocar un desequilibrio nutricional. Algunos ejemplos de productos procesados son las verduras y leguminosas enlatadas, frutas en almíbar, pescado en agua o aceite, y ciertos tipos de carnes procesadas como el jamón o las salchichas.
Contenidos relacionados
Por otro lado, los productos ultraprocesados se componen principalmente de ingredientes industriales, con poco o ningún alimento natural. Ejemplos de este tipo de productos incluyen sopas enlatadas o deshidratadas, fideos instantáneos, margarinas, cereales para el desayuno, mezclas para pasteles, papas fritas, bebidas gaseosas, jugos, galletas, caramelos, mermeladas, salsas, helados, chocolates y fórmulas infantiles.
Los sellos hexagonales negros con letras blancas que advierten sobre el exceso de grasas saturadas, grasas trans, azúcares, sodio o la presencia de edulcorantes, son más que un elemento visual que ahora hace parte de las etiquetas y empaques de los productos comestibles. Son un llamado a la conciencia que permite a los consumidores evaluar rápidamente la calidad nutricional de los productos.
Estos sellos ofrecen una forma accesible de entender lo que realmente está en nuestra alimentación diaria. En lugar de descifrar largas listas de ingredientes o tablas nutricionales complejas, los consumidores pueden identificar rápidamente aquellos productos que podrían ser “riesgosos” para su salud y nutrición. Facilitar el proceso de elección es esencial, especialmente para quienes no tienen formación en nutrición.
Sin embargo, a pesar de los avances que representan estos sellos, es importante considerar un aspecto adicional: las calorías. Incluir un sello que advierta sobre un alto contenido calórico por porción sería fundamental, ya que un producto puede cumplir con los requisitos de los sellos actuales y, aún así, ser “excesivamente calórico”. Incluso podría establecerse un límite de calorías para ciertos tipos de productos comestibles. Una alerta adicional sobre el contenido calórico ayudaría a los consumidores a hacer elecciones más equilibradas ya gestionar mejor su ingesta diaria, previniendo enfermedades crónicas no transmisibles. Además, las marcas podrían autorregularse para no exceder la cantidad de azúcares añadidos en sus productos.
La educación alimentaria debe acompañar estas iniciativas. Los sellos son una herramienta poderosa y necesaria, pero necesitan ser respaldados por campañas informativas, educativas y masivas que ayuden a la ciudadanía a entender su importancia.
No basta con poner un sello
Es insuficiente simplemente colocar un sello; También es esencial promover una cultura de alimentación consciente y saludable, junto con la actividad física y el bienestar emocional.
No te vayas sin leer: 205.000 viajeros saldrán desde Terminal Transporte de Bogotá este puente festivo
La presencia de estos sellos incentiva a la industria alimentaria a reformular sus productos, reduciendo niveles de nutrientes críticos (grasas saturadas, grasas trans, azúcares y sodio) y ofreciendo opciones más saludables, aunque normalmente a un mayor costo. A pesar de esta iniciativa, los ciudadanos buscan su bienestar individual y colectivo. En este contexto, los alimentos naturales cobran relevancia, ya que están libres de los procesamientos que añaden sustancias químicas o artificiales.
Alimentación consciente
Se invita a hacer uso de los sellos de advertencia ya optar por alimentos naturales de origen animal, como pescado, carne, pollo, huevos y leche, o de origen vegetal, como frutas, verduras, leguminosas, tubérculos, raíces, nueces y semillas. que aportan nutrientes esenciales para la salud. Además, es recomendable preferir la compra a pequeños productores y transformadores de alimentos, quienes impulsan los circuitos cortos de comercialización, favorecen la economía de los agricultores campesinos y urbanos que abastecen a Bogotá, y contribuyente a una oferta de alimento.