Un lugar donde se vive, se siente y se respira diferente. El ambiente es denso, pero a la vez acogedor; y aunque la iluminación es escasa, es suficiente para dejar ver el calor humano de los guardas de seguridad y del personal administrativo que trabajan en la cárcel y que logran hacer menos notorio la amargura que se puede llegar a sentir tras las rejas.
Entrar a una cárcel es ingresar a un mundo distinto. La mirada de sus moradores refleja tristeza, curiosidad, y temor. Todo lo que se puede apreciar permanece bajo llave, tras las rejas y la mirada inquisidora de 60 personas que vigilan, las 24 horas, cada rincón de la Cárcel Distrital, una pequeña metrópoli que acoge a más de 800 personas procedentes de distintas partes de Colombia y el mundo.
Alimentarlos es una tarea titánica, pero el trabajo y el esfuerzo del equipo encargado permite que los privados de la libertad reciban comida digna durante el tiempo que permanezcan recluidos. Por tres meses, la ingeniera de alimentos realiza un trabajo intenso con la nutricionista, y después, basadas en el perfil epidemiológico, niveles de estrés y ansiedad, estado muscular e infraestructura del “rancho” de la Cárcel, establecen los alimentos que recibirán los internos.
El día para ellos comienza muy temprano. A las 6:00 a.m. ya están enfilados y listos para recibir el primer alimento del día: el desayuno. A las 7:30 a.m., casi dos horas después, toman el primer refrigerio. El almuerzo inicia antes del medio día, a la 1:45 p.m. nuevamente se entrega el segundo refrigerio y a las 4:00 p.m. sirven la comida. A las 6:00 p.m. les ofrecen un tinto junto a un anuncio manifiesto de que es la hora de dormir.
“Cada 22 días inicia un nuevo ciclo de alimentación, pues los 21 menús establecidos para cada día se acaban y es necesario comenzar de nuevo. Festividades como Navidad, Semana Santa o Día de la Madre, no se quedan por fuera, pues también para estos días hay un listado de 18 menús del cual pueden elegir”, explica Myriam Acero, ingeniera de alimentos de la Cárcel Distrital.
Tener una condición de salud especial no es impedimento, pues la Cárcel Distrital prepara también comida especial para esta población, que está repartida en otra zona y tiene horarios de alimentación diferenciales y previamente establecidos.
Los alimentos son preparados por 12 personas privadas de la libertad, elegidas con mucho rigor por una junta de estudio que solicita minuciosos exámenes médicos y una certificación en manipulación de alimentos. Su trabajo es apoyado por un cocinero, un nutricionista y un ingeniero de alimentos enviado por el contratista que suministra los insumos para esta vital labor.
Estos privilegiados adquieren experiencia a diario con su trabajo en la cocina, pero además, son premiados con una bonificación diaria de $22.982, que puede convertirse en un salario mínimo si completan 30 días laborados durante un mes. Además, las 8 horas de trabajo diarias son descontadas de la pena que purgan como premio a su servicio en la institución.
Los habitantes de esta pequeña ciudad son considerados una población vulnerable. Gracias a su situación, desde 2008 las personas que están privadas de la libertad en esta Cárcel tienen la oportunidad de iniciar o terminar sus estudios, e incluso podrían cursar una carrera universitaria.
La alfabetización es el primer paso. En este primer ciclo se ubican con mucha expectativa aquellos que no saben nada y allí, durante seis meses, les enseñan a leer y escribir. El segundo ciclo corresponde a la básica primaria, y al salir de ahí, los estudiantes se alistan para recibir sus clases de bachillerato. Sexto y séptimo, los primeros cursos de la secundaria, se realizan en el tercer ciclo, y en el cuarto nivel, tras terminar octavo y noveno, los estudiantes se ubican en el peldaño que los lleva a la educación básica media.
Aquí es donde se genera el cambio, pues los dos últimos cursos, décimo y once, deben ser tomados semestralmente, es decir, los privados de la libertad tardarán un año más en terminar su bachillerato.
En el tercer piso de la Cárcel Distrital se desarrollan estos espacios educativos, allí los 145 estudiantes activos a la fecha, tienen disponibles seis aulas, una para cada ciclo, totalmente equipadas para realizar sus actividades en compañía de seis maestros.
“Nuestro proceso es un modelo flexible, pues partimos del conocimiento que tiene el estudiante más no de lo que nosotros sabemos. En ese orden de ideas la metodología y la dinámica se dan a diario, a veces llego a la clase con un tema pero de ese tema salen muchas cosas que cambian lo que llevaba preparado, sin embargo la esencia sigue igual”, señala Nubia Acosta, coordinadora del proyecto Canapro en la Cárcel Distrital.
Los estudiantes toman sus clases de lunes a viernes de 8:00 a.m. a 11:00 a.m. gracias al aporte que hace la Casa Nacional del Profesor, costeando dos días más de servicio educativo, pues en otras cárceles, estos programas trabajan nueve horas cada semana.
“Los certificamos mediante el Colegio Canapro, entonces el certificado de ellos por ninguna parte dice Cárcel Distrital, eso sería violar su derecho a la libre educación. Los certificamos como cualquier estudiante, se gradúan con ceremonia de grado, honores, toga y birrete. Canapro les regala tres fotos, pueden traer a sus invitados y el grado se realiza en el auditorio de la Cárcel por medidas de seguridad”, explica la coordinadora.
En el año 2012 salió la primera promoción de bachilleres de la Cárcel Distrital, desde entonces se han tenido cinco promociones, y la que sale este año sería la sexta. En todos los ciclos se manejan cuatro competencias claves que estructuran todo el modelo educativo de esta pequeña ciudad: comunicativas, lógico-matemáticas y ciudadanas.
Las aspiraciones de estas personas no terminan aquí, si un estudiante decide continuar su formación académica y resuelve entrar a la universidad mientras purga su pena, la Cárcel Distrital le cumple el sueño a través del Punto Vive digital, allí puede estudiar de manera virtual, siempre y cuando asuma los costos de la carrera a cursar.
Canapro también les brinda esta opción, si una persona sale en libertad y culminó su proceso, puede ingresar a la universidad de esta entidad, solamente debe elegir la carrera que desee y pagar un salario mínimo semestral que puede ser diferido a cuotas.
Pero los beneficios no terminan, pues la entidad en este gran proyecto otorga descuentos del 30% a los familiares del estudiante que también se quieran vincular. Hay una parte vital en todo este escenario, un aspecto que se convierte en fundamental para los moradores de este lugar: las visitas, fueron establecidas para el último día de la semana. Cada domingo del mes, los internos reciben una visita diferente que se establece por categorías.
El primer domingo van los familiares menores de edad que tengan primer grado de consanguinidad con la persona a visitar. El segundo fin de semana le corresponde visita a los hombres. La tercera semana se realiza la visita conyugal y el último domingo es visita de mujeres.
“El día de visitas íntimas es una sola entrada. De los 810 hombres que tenemos, la tercera parte recibe esta visita, llegan 200 mujeres, de las cuales 70 intentan ingresar con elementos y sustancias prohibidas”, expresa el capitán José Milton Ordoñez, coordinador de seguridad de la Cárcel Distrital.
En un momento se buscó darle un respiro a las familias para que realizaran otras actividades en su día de descanso, por esto, se establecen dos turnos para las visitas, el primero de 7:30 a.m. a 11:30 a.m., y el segundo de 1:30 p.m. a 4:30 p.m. En el caso de la visita íntima y por la poca asistencia que se presenta ese día, se fija una visita única de 7:30 a.m. a 1:30 p.m. Las parejas que están en la Cárcel Distrital también pueden realizar esta visita los días autorizados.
En este espacio, las personas privadas de la libertad además de compartir con sus familias pueden recibir los elementos de aseo y en casos puntuales los medicamentos que necesitan para la semana o el mes. En el caso de los fármacos, estos son guardados y suministrados por varios enfermeros que disponen la entidad para evitar sobredosis. Todos los jueves se realiza una pequeña jornada de ingreso de elementos para las personas que han llegado a la Cárcel durante la semana.
“Cada tres meses la Administración hace una jornada denominada Visitor, en la cual se cambian los listados de los visitantes. En casos especiales, como las visitas desde el extranjero u otra ciudad del país, se emite un permiso extraordinario”, sostuvo el capitán Ordoñez.
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El número de personas que visitan la Cárcel cada domingo varía, pues durante las visitas de mujeres entran 550 personas en el primer turno, 600 en la tarde. En las citas íntimas ingresan cerca de 270 mujeres. La visita de hombres es muy reducida, 250 en cada turno y la visita de menores es la más amplia, pues sobrepasa las 700 personas en cada turno. Cada persona tiene derecho a ingresar un máximo de 10 personas en cada visita.
Si bien la Cárcel Distrital es un espacio que acoge a personas privadas de la libertad, es también un lugar en dónde se debe garantizar protección y seguridad a los trabajadores. “Se tiene varios planes: de riesgos, de emergencias, de defensa y de evacuación actualizados. Los tengo impresos y en un medio magnético, porque hacen parte de las inspecciones y auditorías que me hacen”, explicó el capitán Ordoñez.
Allí, todo se fundamenta de acuerdo al plan de evacuación. Se tienen previstos una serie de eventos como terremotos, incendios, atentados e inundaciones para los que el equipo de seguridad está preparado. Toda la guardia y el equipo administrativo de la Cárcel Distrital recibe dos capacitaciones anuales que van acompañadas de simulacros de evacuación que se realizan en todas las instalaciones.
“Tengo un plan para la parte administrativa totalmente independiente al reclusorio. Si ocurre un incendio en uno de los pabellones tengo un sistema de traslado al frente del pabellón, entonces la guardia ya sabe cómo sacarlos, y por ejemplo, las internas ya tienen orden de ir y ordenar 25 colchones para atender a los heridos”, sostuvo.
La Cárcel Distrital, sin duda, tiene mil historias que contar y cientos de enseñanzas que dar a los osados que se arriesgan a recorrer su interior.
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