Adriana Córdoba es la mujer que tiene en sus manos un reto sin precedentes: entregar el nuevo POT para una Bogotá que empieza a proyectarse como una ciudad región. Una tarea titánica que implica un proceso amplio construyendo pactos con Cundinamarca y los municipios que constituirán el área metropolitana, pasando incluso a un número mayor de entes territoriales en temas como la protección de la cuenca del río Bogotá y el sistema de páramos que compromete a los departamentos de la RAPE Región Central .
La formulación, cuenta la secretaria, no se ha visto truncada por las condiciones excepcionales de la pandemia y por estos días está en proceso de ultimar los detalles para pasar a la segunda de tres, la concertación ambiental que será a partir del mes del octubre para presentarse ajustado ante concejo de la ciudad en marzo del próximo año.
El equipo de trabajo que asumió esta labor, constituido por expertos y funcionarios con gran recorrido y conocimiento de la administración distrital, ha dedicado jornadas de hasta 20 horas diarias para sacar adelante cada detalle, cada acción y texto de un documento que proyectará la ciudad por lo menos durante los próximos 15 años. Una Bogotá cuyos desplazamientos promedien los 30 minutos, con muchos centros, con un aire limpio, con el metro y la estructura ecológica principal como los elementos ordenadores.
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En esta entrevista, la funcionaria que lidera este proceso hace un resumen de las actividades y múltiples acciones emprendidas desde enero para sacar adelante este coloso en un tiempo récord pero, como ella misma lo dice, “con método, ética, decisión y coordinación”:
¿Cómo va la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial?
Estamos muy adelantados, empezamos a trabajar desde noviembre de 2019 y hoy estamos terminando. Para que se haga un panorama, nuestra meta es llevarlo al concejo en marzo y los últimos dos gobiernos han entregado sus propuestas después de la mitad de su gestión. Hemos tratado de construir sobre lo construido, tomando lo mejor de las propuestas de 2019, 2014 y del POT 190 que nos rige.
Los desafíos que le plantea esta administración a la ciudad y a la Bogotá Región en los próximos 15 años exigen conversación, tiempo estudio y trabajo. Hay 6 cambios de cara a la propuesta POT presentada por la administración pasada, todos son de un nivel de profundidad y son tan estratégicos que requieren de mucha atención en el tiempo y la participación de diferentes actores, pues contiene unas decisiones que comprometen a más de un nivel territorial; es decir, no solamente a Bogotá sino a los municipios vecinos, a la Gobernación y a la Nación.
¿Cuáles son los seis temas que marcarán la diferencia?
Los seis temas estratégicos que van a cambiar empiezan por la movilidad, que estaba parada sobre el sistema troncal de TransMilenio y no se articulaba en la región. Ahora hacemos un salto muy grande y decimos que el sistema de movilidad de Bogotá Región se va a mover alrededor del metro, va a aprovechar los corredores férreos y va a ser multimodal. Las troncales serán parte importante, pero también el TransMiCable, la infraestructura peatonal y las bicicletas. El ordenador va a ser el modo férreo y el sistema de movilidad será regional, lo cual quiere decir que tenemos que articularnos con el Regiotram de Occidente, el Regiotram del Norte y el del sur que conectará con Soacha.
Lo segunda diferencia es en el modelo de ocupación y la expansión, hacia dónde crecerá Bogotá, dónde se va a revitalizar; cuya respuesta estará en los resultados de las proyecciones de población, hogares y vivienda, que provienen del DANE como autoridad estadística nacional y no de nosotros o de ningún actor del territorio. Hemos hecho un convenio con esta entidad para hacer proyecciones de hogares, personas y viviendas para Bogotá y los municipios de Cundinamarca desde hoy hasta el 2035, todo este proceso terminará en el mes de octubre.
El tercer tema es que le entregamos a la estructura ecológica el carácter de principal que ordena el territorio, que en la anterior propuesta era tomada solamente como parte del espacio público. En esa lógica el río, los humedales y los cerros orientales no son solamente parte del espacio público, sino ordenadores. Por eso estamos trabajando con los 46 municipios que comparten la ronda y la cuenca del río Bogotá para que exista una armonía entre todos los instrumentos de planeación.
El cuarto punto es que retomamos la proyección sobre la región que ya venía del POT 190 para entender el territorio en diferentes escalas: los primeros 9 municipios de borde, los 33 municipios que pueden conformar la sabana de Bogotá o la región metropolitana, los 46 de la cuenca del río, los 116 de Cundinamarca y los 5 departamentos de la RAPE. Este POT reconoce la necesidad de que la ciudad se articule a la región en todos esos niveles.
Quinto, estamos abordando los temas de revitalización. Es decir, no solamente renovación urbana de grandes superficies, sino revitalizando zonas más pequeñas, respetando la ciudad construida.
El sexto es el sistema Distrital de Cuidado que en la anterior administración no estaba puesto en el POT, esto demanda nuevos componentes que tienen que ver con mayores equipamientos para salud, educación, cuidado de personas mayores, personas con discapacidad o niños, todos los que han permanecido en los hombros de las mujeres y ahora pasarán al Estado y el sector privado en las manzanas del cuidado.
¿Cuáles son las tres etapas que deben superar para consolidar el nuevo POT?
Le Ley 388 de 1997 nos impone tres etapas, estamos en este momento en la formulación que va hasta octubre y en noviembre y diciembre se realizará la concertación, llevando a la CAR los temas que se van a discutir en materia de ruralidad, crisis climática y riesgo. Una vez tengamos los ajustes producto de esa concertación podremos llevarlo al Concejo Territorial de Planeación y cuando se supere ese nivel lo llevaremos al Concejo de la ciudad.
¿Cómo han hecho para avanzar en las circunstancias que impone la pandemia?
El equipo de planeación ha venido trabajando en jornadas de hasta 20 horas al día, a veces los siete días de la semana. De 600 personas que componen el equipo de planeación, hay 60 enfocadas en el POT. Hemos valorado el equipo profesional de la Secretaría y su conocimiento.
Implementamos varios mecanismos de participación para aprovechar el conocimiento de todos los actores el territorio. Hacemos una reunión semanal con la Comisión Accidental del POT del Concejo, cada quince días asistimos al Concejo Consultivo de Ordenamiento Territorial en el que están gremios y organizaciones sociales, organizaciones ambientales, entre otros. De todos hemos recibido aportes.
Hemos participado en foros de Camacol, la Cámara de Comercio de Bogotá y ProBogotá. Realizamos reuniones virtuales con organizaciones sociales, grupos poblacionales, ambientales y gremios, donde nos han dado importantes sugerencias. Hemos aprovechado diferentes herramientas como las redes sociales y un formulario virtual en la página web de la secretaría. En total, en las reuniones virtuales hemos recibido 2.500 propuestas.
También contamos con diferentes canales de atención como una línea telefónica con un promedio de 150 llamadas semanales. Creamos el micrositio ‘Mi plan, mi territorio’, donde está todo el diagnóstico de ciudad y 7 documentos con los 6 temas diferenciales que estamos trabajando y un séptimo que aborda el coronavirus Covid-19 y su impacto en el POT. Activamos un curso con el IDEPAC que tiene a 1.500 personas inscritas.
Tenemos 9 mil propuestas del mismo número de personas. Una cifra muy superior a lo que se ha hecho en otras administraciones sin pandemia.
Reducir los tiempos de movilidad se ha convertido en una necesidad urgente e imperativa para la ciudadanía y gran parte de esta respuesta está en el POT, ¿cuánto tiempos nos tomará hacer posible una ciudad de 30 minutos?
La forma como ocupamos el territorio es una manera de disminuir las inequidades sociales entre las poblaciones, por eso queremos redistribuir los costos y beneficios de vivir en la ciudad, que haya más equilibrio, que en localidades como Bosa, Ciudad Bolívar y Usme, las personas no tengan que gastar 3 horas de su vida al día desplazándose entre su vivienda y su lugar de trabajo, cuando deberían ser 30 minutos.
Podemos hacer una ciudad donde el espacio sirva para muchos usos y los barrios sean unidad de planeación del desarrollo, un nuevo ordenamiento territorial tiene que apostarle a disminuir esas inequidades. En un radio de 30 minutos las personas deberán encontrar vivienda, trabajo, acceso a servicios de salud, educación, cuidado de niños, atención a mujeres, adultos mayores, personas con discapacidad y también oportunidades de distracción y ocio.
La infraestructura peatonal y las ciclorrutas van a ser la columna vertebral de esa ciudad, por eso en el Plan de Desarrollo, durante los próximos cuatro años, vamos a invertir $1,5 billones mejorando 4 millones de metros cuadrados de andenes. El 23% de los bogotanos se desplazan a diario como peatones y en la pandemia nos dimos cuenta de que podemos incrementar mucho más los viajes en bicicleta, tenemos que adaptar la ciudad para esto, incluyendo los corredores y distritos verdes.
Los cables que se están previendo en San Cristóbal y Usaquén y el de Ciudad Bolívar, la primera línea del metro hasta Suba y Engativá, el Regiotram del sur y el del norte; todas estas decisiones nos van a llevar a una ciudad de 30 minutos en los próximos 15 años. Y por supuesto que también vamos a plasmar en el POT todo lo que hemos aprendido en medio de la pandemia: teletrabajo, abastecimiento alimentario del campo a la casa sin intermediación, ciudad inteligente, virtualidad, innovación, formación en capacidades tecnológicas.
Una ciudad con múltiples centralidades…
Eso es justamente el radio de 30 minutos al que me refiero, un espacio que incluya la parte ambiental, urbana, desarrollo económico, la oportunidad de acceder a derechos como equipamientos y el ocio.
¿Cuáles son las garantías para las comunidades que sintieron amenazados sus barrios ya consolidados con la pasada propuesta del POT? ¿Cuál es la apuesta de densificación racional para la ciudad?
La renovación levanta zonas de barrios ya consolidados, cambiando el uso y el ordenamiento cuando hay pobladores que ya tienen un arraigo. Eso lo vamos a cambiar por revitalización, que reconoce a los habitantes de las zonas, se basa en las cartografías sociales y reconoce los intereses de las comunidades. La apuesta es devolverles la vida a esas zonas y no desmantelarlas.
¿Cómo se constituirán los hogares de los próximos años en Bogotá según los estudios que han recibido?
En las próximas dos semanas vamos a tener la información oficial. En 2018 nos dimos cuenta de que somos menos habitantes de los que se había proyectado en el censo de 2005. Esto ya nos indica que la demanda de vivienda va a ser menor que la que estaba prevista en 2019 y coincide con proyecciones sobre la composición de los hogares que no van a ser de cinco sino de dos personas o unipersonales. Eso lo vamos a ver en los próximos días cuando el DANE nos entregue los resultados de los estudios de acuerdo al Convenio.
¿Cómo se van a integrar dos visiones que pueden llegar a ser contrapuestas como la protección de la estructura ecológica principal y la ruralidad con la producción agrícola? ¿Cómo conectarlas al tiempo con los intereses de la ciudad?
El libreto de la Constitución nos impone las normas de jerarquía superior. Debemos hacer caso a esas determinaciones. Este aborda la función social de la propiedad y la jerarquía de las normas ambientales. Gran parte del suelo de Bogotá es declarado de riqueza agroecológica, eso ya implica que no lo podemos llenar de casas, que es lo que hemos hecho en el pasado. No debe existir un conflicto entre este suelo y el urbano porque hay que respetar lo que dice la ley al respecto.
Bogotá, la región central y la RAPE comparten un sistema de páramos muy rico y amplio, y muchas veces este no se reconoce como ordenador del territorio. Detrás de los cerros orientales hay agua y eso es fundamental y vital para la generación de ahora y las futuras.
El componente rural es muy importante para el POT porque el 75% del territorio pertenece a esa categoría, por eso estamos haciendo PDET con Sumapaz y otro urbano-rural con Soacha, Ciudad Bolívar y Bosa. Las unidades de planeación urbano-rurales también las vamos a fortalecer.
La formulación del POT avanza a una velocidad sin precedentes, teniendo en cuenta que ahora hay una visión regional que además se construye en consenso con otros municipios. ¿Cómo lo han logrado?
Hemos trabajado a un ritmo muy difícil, nos hemos organizado y estamos vinculados con múltiples sectores. Tenemos mesas sectoriales y temáticas. Todos estamos haciendo un trabajo de superhumanos en el sentido metafórico, porque además estamos disciplinados y produciendo resultados en el mismo año del Plan de Desarrollo y de la Pandemia. Ha sido un ejercicio muy riguroso con las mejores personas, con método, ética, decisión y coordinación.
Cuando se dio la orden Judicial de incorporar los POMCA a los POT, nuestra posición fue aprovechar esa oportunidad para reunirnos los 46 municipios que hacen parte de la cuenca del río Bogotá. El resultado fue que, después de 17 años del fallo, por primera vez los municipios y el Distrito llevaron la propuesta de una planeación del desarrollo de la región articulada. Entonces les propusimos a los municipios que fuéramos más allá de cumplir con la obligación y que articuláramos nuestros instrumentos de ordenamiento.
Alcaldía de Bogotá, Gobernación de Cundinamarca y gobiernos municipales actuamos al unísono. Si hay método, disciplina y norte, avanzamos: en tres días de audiencia pública sacamos una propuesta de lo que íbamos a hacer, metodologías y fases, que fue aprobada por la magistrada Nelly Villamizar.
En junio aprobaron el acto legislativo que le dió lugar a la ley orgánica de la región metropolitana, entonces recogimos ese proceso y lo articulamos con los municipios de la cuenca haciendo equipo con las personas que trabajan en la ley orgánica, con el Congreso, Concejo de Bogotá y Gobernación de Cundinamarca. Ahora estamos en el equipo que hace las convocatorias de las audiencias públicas para discutir la ley en provincias, municipios y localidades de la ciudad.
Estamos trabajando puntos neuronales para abordar el POT desde los sistémico. Por ejemplo, las definiciones en materia de vivienda dependen de las proyecciones de población, de defender el río Bogotá, de proteger la estructura ecológica principal, están alineadas con el sistema multimodal de transporte y el sistema distrital de cuidado.
¿Cómo se va a garantizar la oferta de vivienda, especialmente de interés social y prioritario?
La demanda de vivienda en Bogotá depende de la demanda de suelo y la demanda de suelo de las proyecciones de población y de hogares. Estamos a la espera de los resultados. Nosotros estamos viendo la ciudad y la región como un organismo vivo, vamos a armonizar y a encontrar los equilibrios.
¿Qué viene para Lagos de Torca?
Estamos convencidos de que puede ser un buen ejemplo de ordenamiento del territorio organizado. En el plan zonal del norte existen 32 planes parciales y hay unos suspendidos por un juez mientras se toman decisiones de fondo.
Lagos de Torca tiene usos mixtos y vivienda de diferentes características socieconómicas: alto costo, VIP y VIS. Queremos que se fortalezca como una de las centralidades de proximidad con producción económica, generación de ingresos, que las personas encuentren su lugar de trabajo en un radio de 30 minutos, equipamientos de salud, educación y bienestar.
Con los planes parciales suspendidos esperaremos las decisiones judiciales, con los demás avanzaremos. Creamos una figura que se llama Mesas de Aceleración para que los que están en proceso se acerquen a solucionar los problemas con todas las entidades.
Y la reserva Thomas Van der Hammen…
Vamos a cumplir con lo que no se ha cumplido: implementar el plan de manejo ambiental de que está hecho desde el 2015. Las 1.350 hectáreas que tiene en promedio la reserva tienen diferente categorización: unas son restauración, otras para protección y otras que ese mismo plan reconoce como urbanizadas, a las que se les debe hacer un desarrollo sostenible.
El compromiso era una inversión de $25.000 millones repartidos anualmente y no se había hecho nada. Haremos los ajustes necesarios para adelantar lo que está retrasado y salir adelante. En el plan de desarrollo se destinaron unos recursos para restauración y protección de la reserva.
La estructura ecológica principal la interpretamos bajo tres condiciones: primero, es contínua, va desde los cerros, pasa por los humedales y llega al río. Segundo, es sistémica, hay que garantizar la conectividad porque hay obras de infraestructura que la afectan incluso a nivel subterráno, por eso en casos como el de Lagos de Torca se tomó la decisión de elevar la autopista norte. Tercero, es resiliente, pues cuando se protege vuelve a vivir.