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Enséñale a tus hijos a resolver los conflictos a través del perdón hacia otros
Julián sintió pánico después de morder a Jacobo, su hermanito, y no porque pensara en las represalias del pequeño de 4 años, sino porque pensó que su papá lo iba a castigar.
Cuando escuchó las llaves abriendo la puerta sintió que su corazoncito se le salía. “¡Mila lo que me hizo Julián!”, dijo Jacobo, mostrándole a su papá el antebrazo, en el que se veían las tenues marcas de los cuatro dientes de su hermano mayor sobre su piel.
El papá, que no acababa de entrar, respiró hondo. “¿Por qué hiciste eso, Julián?”. “Es que Jacobo me cogió mi Batman sin permiso”.
Hubo un silencio largo. Eterno para Julián. “¿Cómo te parece lo que hiciste, Julián?”. El niño bajó la mirada. “Mal”, dijo. “Julián, ¿crees que te debes disculpar con Jacobo?”. “Perdón, Jacobo”, dijo Julián llorando.
“¿Lo vas a castigal?”, preguntó Jacobo. “Tu hermano se acaba de disculpar... ¿Lo vas a perdonar?”. Jacobo negó con la cabeza. “Bueno –dijo el papá–, yo no voy a castigar a Julián... me parece que es suficiente castigo que su hermanito no esté dispuesto a perdonarlo, sobre todo sabiendo que cogió su Batman sin permiso”.
Jacobo se quedó en silencio. “Julián, quiero que vayas por la crema de caléndula y por el algodón que están en el mueble del baño”. Julián fue corriendo y trajo los dos encargos.
“Bueno, Julián, a partir de este momento, tú serás el enfermero de Jacobo y le harás la curación con caléndula todos los días hasta que esté totalmente bien del brazo. Tienes que hacerlo en la mañana cuando salga de bañarse, y por la noche antes de que se acueste; toma un algodón y hazlo con suavidad”. Julián lo hizo entre sollozos. “Bien, ¿cómo te sientes de saber que estás ayudando a tu hermanito a sanar?”. “Mejor”. “Y tú, Jacobo, ¿crees que puedes perdonar a Julián por haberte mordido?”. Jacobo miró la mano de su hermano pasando el algodón por la herida. “Sí, sí puelo”.
“Bien, Julián, ya sabes lo que tienes que hacer y lo que no debes hacer, ¿verdad?”. “Sí, papi”. “Bueno, ahora dile a tu hermano que no volverás a morderlo; y tú, Jacobo, dile a Julián que le pedirás permiso antes de coger sus juguetes. Dense la mano. Ahora, si me disculpan, voy a comer. Los hermanitos se quedaron un rato en silencio mirando al piso ¿Quién quiere darle un mordisco a mi postre?”. “¡Yo!”, gritaron los dos al tiempo.
Por: Fernando Escobar Borrero
Escritor, conferencista y creativo.
Correo electrónico: papascreativos@gmail.com
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(Este escrito fue publicado en el diario El Tiempo)
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