Construcción de paz no es firmar papeles ni acuerdos, es construir oportunidades

25·ENE·2022
La alcaldesa, Claudia López, presidió la instalación del Consejo Distrital de Paz, máxima instancia asesora y consultora de políticas públicas de paz.
Alcaldesa: Discurso en instalación de Consejo Distrital de Paz, Bogotá
La alcaldesa, Claudia López, presidió la instalación del Consejo Distrital de Paz de Bogotá, que fue electo por primera vez por voto popular. -Foto: Alcaldía de Bogotá

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Quisiera, más allá de la formalidad, darles la bienvenida y hacer la instalación formal de este Consejo Distrital, por primera vez electo por voto popular –cómo debe ser–. Por primera vez electo, no solamente por voluntad de la Alcaldía en el Plan de Desarrollo, sino por un acuerdo del Concejo de nuestra ciudad.

También les doy la bienvenida a los concejales y concejalas que nos acompañan, todos los concejales de Bogotá que decidieron, en buena hora, formalizar la institución del Consejo Distrital de Paz para formalizar su elección en su composición, para que esto no dependa de la incorporación en cada Plan de Desarrollo Distrital, sino que se formalice como una instancia permanente, que cada cuatro años deberá elegirse, renovarse, cumplir su función de ser instancia, máxima instancia asesora y consultora de quien sea que esté en la Administración Distrital, para asegurarnos de que en Bogotá se cumplan los acuerdos de paz. Y no solamente los acuerdos de paz en particular, obviamente, sino el mandato constitucional de que la Paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento en nuestro país.

Llegan ustedes en buena hora a reforzar este trabajo por la paz. Nosotros vamos a mitad de camino, ya llevamos dos años de ejecución de nuestra política de paz y reconciliación en Bogotá, una política que hace parte de nuestro Plan de Desarrollo, que hace parte de mi vida personal, de mi vida ciudadana –y, por supuesto, de mi vida política, independientemente del cargo en el que esté.

Todos aquí tenemos amor, voluntad, compromiso, vida, historia y luchas por la construcción de paz en Colombia. Cada uno y cada una desde diferentes arenas historias y posiciones, todos aquí hemos sufrido el dolor y las consecuencias de que los acuerdos de paz hayan sido derrotados en las urnas en su momento, y ahora que nos encontramos en un año electoral quiero recordar por supuesto que el voto es libre en Bogotá y en toda Colombia –y que ni esta Alcaldía interferira jamás en las decisiones de voto de los ciudadanos–, pero sí quiero recordar que en este año, en el 2022, no podemos permitir que Colombia por falta de información o por manipulación expresa de actores políticos, cometa el error derrotar en las urnas nuevamente los acuerdos de paz.

Hemos pagado caro la falta de compromiso, la falta de legitimidad democrática en las urnas. El propósito de construir paz, no solamente desarmar a los armados a los ilegales sino de cumplir y construir ciudadanía. Esta oportunidad de inclusión económica, de reconciliación, de verdad, de justicia para los millones de víctimas en nuestro país miles, cientos de miles de ellos y ellas en nuestra ciudad.

Colombia ha pagado con un nuevo ciclo violencia –está pagando en ese instante con un nuevo ciclo de violencia que puede empeorar, desafortunadamente– el hecho de que no haya un compromiso serio, decidido, político, económico de inversión para la construcción de paz territorial. Todos sabíamos que por duro que pareciera firmar los acuerdos de paz y desmovilizar a la otrora guerrilla las FARC era el paso más fácil de la paz. El paso difícil era hacer la paz con los colombianos, no con las FARC. El paso difícil era construir ciudadanía, Estado, inclusión, sociedad civil fortalecida en su independencia en su voz y su autonomía en todos los territorios de Colombia, especialmente en los cerca de 400 municipios más afectados, más excluidos, más victimizados por el conflicto armado en nuestro país.

Si con todo el compromiso –con toda la dedicación, con toda la voluntad– que hemos tenido en Bogotá nos enfrentamos a tantas dificultades y obstáculos para trasladar ese compromiso en hechos –en nuevas realidades–, ahora imagínense ustedes lo que ocurre en otros territorios en los que ese compromiso no existe.

De manera que la tarea que nos espera es emocionante. En el caso de Bogotá, esta ciudadana y esta alcaldesa decidió, por voluntad propia, por compromiso, incluir el propósito de que se cumplan los acuerdos de paz en Bogotá y que se cumplan el mandato constitucional de construcción de paz en la ciudad como parte de nuestro Plan de Desarrollo.

No hemos elegido este Consejo para que pase lo mismo que pasó hace ocho años: un acto simbólico, sembrar un árbol y no sesionaron los siguientes ocho años. No. No vinimos a refrendar un acto simbólico. Vinimos a continuar un compromiso de vida, de decisión política, de inversión pública, de construcción de paz en la ciudad de Bogotá.

Déjenme contarles en qué hemos avanzado en estos dos años antes de que ustedes fueran electos –y en los dos años que nos quedan a qué quisiéramos invitarlos–: esta Alcaldía tiene, y nos enorgullece, la más alta inversión de un Plan de Acción Distrital de Víctimas en la historia Bogotá: más de 730.000 millones de pesos ejecutados por todas las secretarías e instituciones de nuestra Alcaldía para cumplirles a las víctimas, para trabajar con ellas en el cumplimiento de sus derechos.

Por voluntad propia de esta Alcaldía, aunque obviamente Bogotá no es un municipio PDET, decidimos hacer dos planes de desarrollo con enfoque territorial financiados por la Alcaldía Mayor de Bogotá: uno de carácter urbano entre Bogotá y Soacha –porque esa es la frontera entre Bogotá y Soacha, entre Bosa, Ciudad Bolívar y Soacha, dónde hay la mayor cantidad de víctimas por metro cuadrado en Bogotá–. Es ahí donde tenemos que intervenir, no solamente al cumplimiento derechos de justicia, de verdad, de reparación de atención en su calidad de víctimas, sino en su calidad de atención como ciudadanos.

Y también hicimos un PDET rural para nuestra localidad rural, y la más afectada por el conflicto armado en Bogotá, que es la localidad de Sumapaz. Pero esos planes necesitan inversión. Esta Alcaldía ha hecho la inversión más alta en la historia de Sumapaz, no solamente en el propio Plan de Desarrollo de Sumapaz, que hace cualquier alcaldía sino en el PDET. Hoy el Plan de Acción Distrital de victimas tiene 730.000 millones de pesos y solo el PDET de Sumapaz tiene 130.000 millones de pesos adicionales a los recursos que le corresponden a su plan de desarrollo como localidad, como cualquiera de las otras 20 localidades.

Estamos haciendo la inversión en carreteras, en acueductos rurales, proyectos productivos, y recientemente fueron aprobados los recursos de conectividad, para asegurar que Sumapaz tenga agua, carreteras, que sus campesinos puedan vivir de su trabajo, no solo sin estigmatización –no solo sin violencia­–, sino de su trabajo, de producción campesina limpia y sostenible, donde le podamos comprar junto con la Región Metropolitana y la RAP-E, de la manera más directa a los precios más justos, para que su trabajo no se quede en intermediarios, sino realmente en los bolsillos de las familias campesinas de Sumapaz.

Todos los niños de secundaria de Sumapaz y de la zona rural de Usme, y de la zona rural de Suba, y de la zona rural de los cerros orientales, todos tienen hoy tableta. La primera que nos encargamos de entregar fue la de los niños rurales porque es donde hay mayor brecha, más aún en pandemia; pero de nada sirve una tableta si no hay conectividad, y por eso es tan importante el proyecto que acabamos de aprobar de regalías, destinarle de las regalías de Bogotá: 43 mil millones de pesos a Sumapaz para que tenga conectividad en cualquier lugar, no solo en pequeñas calles de sus cascos urbanos. ¡Eso es construcción de paz!

La construcción de paz no es firmar papeles, ni firmar acuerdos, ni hacer actos simbólicos solamente. Es construir las oportunidades que nos han llevado al conflicto armado, la falta de oportunidades que ha llevado al conflicto armado, el abandono estatal. Y, cuando no es abandono, es abuso o una perversa mezcla de las dos cosas.

En estos dos años que nos quedan, por supuesto avanzar en la ejecución en esas inversiones, en esos proyectos, en esas realizaciones.

Pero, además, queremos usar nuevamente un instrumento que tiene la Alcaldía –el de la política pública y el de la formalización de las políticas públicas a través de documentos CONPES para que sean instrumentos y propósitos, y proyectos e inversiones que trasciendan esta administración. De eso se trata. Por eso es tan importante el acuerdo que aprobó nuestro Concejo, que establece, no solo la creación del Consejo que hoy instalamos –que le da la función asesora que tiene respecto a la administración–, sino que queremos invitar a ese Consejo para que en estos dos años –y en particular en este año muy en concreto, pues ya tenemos un cronograma aprobado por nuestra Secretaría de Planeación– formulemos la política pública distrital de paz.

Que trascendamos los cuatro años de las metas que establecimos en nuestro Plan de Desarrollo y pensemos a 10 años lo que debería ser la política pública distrital de Bogotá –en lo rural, en lo urbano, en los diferentes sectores poblacionales, con enfoques diferenciales, con enfoques de género–. Esa es la tarea principal a la que quisiéramos invitarlos e invitarlas este año, pero, por supuesto, sin duda, la tarea principal de este año es defender la paz en las calles y en la democracia. Que no vuelva a perder en las urnas.

Esa es una tarea pedagógica, esa es una tarea de convicción que es muy importante que ustedes hagan: nosotros tenemos la función, por supuesto, de garantizar el proceso electoral, la imparcialidad respecto de candidatos y de partidos, y lo cumpliremos por supuesto –de hecho ya se instaló la Mesa de Garantías Electorales en Bogotá–; pero esta Alcaldía tiene un propósito muy claro, entre muchos, y es que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento y de rango constitucional que también promoveremos cumplir.

La paz requiere años, décadas, generaciones de compromiso; así como años, décadas y generaciones hemos padecido la guerra, años, décadas y generaciones se necesitan comprometidas sistemáticamente para construir paz territorial, para superar las condiciones de abuso, de exclusión. Ese es un debate democrático, que requiere una enorme pedagogía.

Así que, queridos amigos y amigas del Consejo Distrital de Paz, queremos invitarlos a ese propósito específico este año. A que hagamos una enorme pedagogía en defensa de la paz, por la defensa de los acuerdos de paz. Que a los candidatos no les tiemble la voz para hablar de paz, como si se avergonzaran, como si esa hubiera dejado de ser una prioridad de Colombia.

Si de verdad quieren escuchar a la ciudadanía, van a tener que incorporarlo y en sus propuestas, sin vergüenza, con decisión. Porque la población afro lo necesita, porque la población indígena lo necesita, porque los jóvenes de Colombia lo reclaman. Porque las mujeres de Colombia no podremos superar las condiciones de exclusión, de pobreza que hemos padecido, si no construimos paz en Colombia.

Con razón las mujeres de Bogotá y de Colombia dicen no más hijos para la guerra, con razón las respaldamos en ese propósito. Todas, todos, indistintamente de las condiciones ideológicas, queremos hijos para la paz, para el progreso, no para la guerra, no para la exclusión, no para el racismo. 

Y, como bien decía Deisy, Bogotá tiene sus propias particularidades, tiene sus propios desafíos, que no tienen que ver necesariamente –o solamente digámoslo así– con los acuerdos de paz, incluso con el mandato constitucional de construir paz.

Bogotá, como toda Colombia, vivió el año pasado un estallido social profundo que reclama superar injusticias, inequidades, y esta Alcaldía escucha muy en serio ese llamado.

Por supuesto, ponemos la cara y respondemos por las cosas desafortunadas que ocurren, por los abusos que ocurren cuando la gente sale a protestar de manera pacífica, y algunos terminan en hechos de violencia que generan confrontaciones entre los propios ciudadanos, o entre ciudadanos y miembros de la Policía Nacional.

Superar, como decía Deisy, esa filosofía del enemigo interno –de que hay unos ciudadanos que somos enemigos de los otros–. Superar esa idea de que participar y exigir es insurgente, es rebelde, nos hace enemigos del Estado, o al Estado enemigo de la gente.

Son décadas de historia de esa formación, de esa estigmatización que debemos superar, por supuesto. Pero eso también requiere acciones decididas. Esta Alcaldía cree, y los quiere invitar, apreciados amigos del Consejo Distrital de Paz, a que promovamos desde Bogotá ante el Congreso de la República, una nueva política de seguridad ciudadana para la Paz.

Ese, tal vez, ha sido, además, de los incumplimientos de los acuerdos de paz, una de las enormes fallas en este tiempo, de la derrota de la paz en las urnas. ¿Cuál es la seguridad ciudadana para vivir en paz? ¿Cuál es Fuerza Pública? ¿Cuál es la reforma a la Policía Nacional? Una de las herencias de esa estigmatización, de esa idea del enemigo interno –de que unos somos enemigos de los otros, por exigir– ha sido la militarización de nuestra policía. Si la Policía es un organismo civil, ciudadano, ¿por qué pertenece al Ministerio de Defensa? No tiene sentido. ¿Por qué tiene fuero militar? No tiene sentido. Realmente no tiene sentido.

Lo hemos reiterado una y otra vez. Desafortunadamente, no hemos encontrado eco en el actual gobierno. Pero hay un proceso electoral en curso, habrá un nuevo gobierno, el que escojan los ciudadanos libremente, y creo genuinamente que si queremos construir paz, hay ciertas políticas públicas nacionales –no solo distritales– que es necesario abordar. La reforma y democratización de la Fuerza Pública, tener una Fuerza Pública en general –pero muy en particular la Policía– civilista, ciudadana, no militarizada, que tenga una mejor formación, que también tenga, hay que decirlo, una mejor remuneración. Es un trabajo enormemente difícil, muy mal pago, muy mal remunerado, con muy pocos incentivos.

Pero también una política pública de superación de la pobreza, que responda a las inequidades profundas que ya tenía la sociedad colombiana y la sociedad bogotana, pero que, además, han sido acrecentadas por la pandemia.

Yo recibí una Alcaldía en la que no había pandemia, la economía crecía y la pobreza crecía. Esa fue la política social que yo recibí el 1 de enero de 2020. Una sociedad en la que la economía crece, la rentabilidad crece, y la pobreza crece…Cómo se explica eso. Ahí hay una falla, o de política económica o de política social, o de ambas.

Y en esa ciudad, que ya era profundamente desigual, que ya era profundamente inequitativa, que ya tenía una pobreza creciendo en vez de bajar, nos llegó la pandemia con todas sus secuelas, una pandemia que duplicó la pobreza, que duplicó el desempleo, que triplicó la pobreza extrema, que nos puso a tener hambre nuevamente en una ciudad como Bogotá, lo cual es inaceptable.

Una política de inclusión social y superación de la pobreza es supremamente importante y crucial para construir paz. Esta Alcaldía, con orgullo, es parte de su política social, pero también es parte de su política de paz. Mucha gente aquí habla ahora de renta básica, pero esta Alcaldía, queridos amigos, es la primera y la única que de verdad ha entregado una renta básica.

Yo llegué a esta Alcaldía y 20.000 hogares recibían una transferencia monetaria –20.000 en una ciudad que ya tenía más de medio millón de habitantes en pobreza–. Hoy, dos años después, hay 853 mil familias bogotanas en pobreza identificadas, caracterizadas, bancarizadas, y recibiendo una renta mínima, básica. Con 240.000 o 160.000 pesos no se sale de la pobreza, pero sí del hambre.   

Y tuvimos que dejar de financiar cosas que son importantes para la ciudad, mantenimiento vial, por ejemplo. Pero lo dijimos y lo defendimos y lo hemos defendido hasta el día de hoy: los huecos de las calles pueden esperar, los huecos del estomago no. Y teníamos un millón de familias en pobreza. ¡Un millón! Con semejante esfuerzo todavía no llegamos al millón, apenas vamos en 853 mil.

A quienes hoy compiten por la Presidencia de la República vale la pena preguntarles: ¿se compromete sí o no a mantener la Renta Básica que hoy da Bogotá y que es cofinanciada con recursos también del Gobierno nacional? Ese es el tipo de cosas que quisiéramos saber. No la mecánica electoral, ni el número de candidatos –datos poco relevantes, sobra decir, para tomar decisiones de política pública–.

Colombia acaba de hacer un censo, en buena hora actualizó el censo. Necesitamos saber cuántos somos. Lo hizo en el 2018. Acaba de actualizar su censo migratorio. Hay nuevas familias bogotanas, las familias migrantes, y las recibimos con todo el amor. Ayer abrimos los colegios presencialmente, hoy los jardines infantiles. Cada vez más nos hemos ido a buscar, puerta a puerta, pagadiario por pagadiario, a las familias que están en pobreza, a las familias migrantes, a darles la bienvenida –a decirles que son las nuevas familias bogotanas y que todos nuestros servicios sociales están a su disposición, que no hay barreras, ninguna–.

Tenemos censo de población actualizado y tenemos censo de migrante actualizado, pero está actualizado en el archivo, no en el sistema general de participaciones que es con base en el cual nos entregan, per cápita, los recursos para la cobertura de jardines, para la cobertura educativa, para la cobertura de salud.

¿Están o no los candidatos dispuestos a adoptar el censo emigrante y el censo poblacional para que, a todos los municipios de Colombia, no solo de Bogotá les llegue el valor per cápita para garantizar la primera infancia, la educación y la salud de todos los bogotanos y colombianos?

Hoy en Bogotá puede haber fácilmente, por lo menos en nuestro estimativo, 700.000 mil familias que no aparecen en las estadísticas del Sistema General de Participaciones. Es decir, no nos transfieren recursos. Es como si no existieran, pero existen, comen, viven, se educan y eso requiere una inversión pública. Bogotá ha hecho estos dos años todo el esfuerzo, no le negamos el cupo a nadie –nos giren o no nos giren esa plata–, pero es un esfuerzo enorme para el bolsillo de los bogotanos y se supone que esto se paga con impuestos de todos los colombianos, no solamente de los bogotanos.

Ese tipo de decisiones trascienden en la Política Pública Distrital a la que los estamos invitando a formular. Y por eso es necesario, pongo esos dos ejemplos, no quiero extenderme demasiado, y voy a dar muchos más de acciones que requieren de nuestro trabajo concertado de su trabajo de asesoría para que podamos invocar ante el saliente y el entrante gobierno nacional este tipo de reformas cruciales para la construcción de paz en Bogotá y en toda Colombia.

Menciono la actualización del censo en el SGP porque el SGP es la columna vertebral de la inversión social de Colombia. Si el SGP está desactualizado en número de personas o en valor per cápita del servicio pues la exclusión va a subir. Eso sí es automático, porque hay personas de facto excluidas de esa atención.

Menciono la reforma y la democratización de la fuerza pública y en particular de la Policía porque francamente me parece indispensable y, entre más tiempo llevo en esta Alcaldía, más indispensable me parece como elemento de construcción de paz.

Ese tema no se puede quedar por fuera. Y menciono dos cosas que no están expresamente acordadas en el acuerdo de paz con las Farc, no se pactó eso allí, porque se nos dijo, yo era Senadora en ese momento y estuve de acuerdo, que unas cosas eran la paz con la construcción con la ciudadanía y otra cosa eran los acuerdos de paz –estrictamente con las Farc–, pero ni cumplen lo uno, ni cumplen lo otro.

Ni cumplen los acuerdos de paz con las Farc ni cumplen los acuerdos de paz con la ciudadanía y después esperan que no haya estallido social, y se preocupan porque hay polarización. ¿Cómo no va a haber? Donde hay exclusión y negación sistemática de derechos, cómo no va a haber. 

Pero la paz, queridos amigos, necesita que la democracia con todas sus imperfecciones sobreviva a las elecciones, sobreviva a la legitima competencia política, sobreviva al certamen electoral. Las instituciones que tenemos locales y nacionales son muy imperfectas, por eso estamos hablando de lo que estamos hablando. Por eso seguimos luchando cada uno desde su escenario como seguimos luchando.  

La paz en democracia puede ser precaria. La paz en regímenes autoritarios es inexistente –no precaria–. No perdamos el norte en ese sentido. Quisiera mencionar un último punto, porque en este mismo recinto con Monseñor, en este mismo recinto hemos hecho muchos actos, entre ellos actos con quienes dejaron las armas y reincorporados estamos haciendo su ejercicio de construcción de paz, verdad, para hacer dos llamados: uno al Estado y a la dirigencia de las Farc desmovilizada para que honren su palabra de empezar por lo menos por una localidad, la más agredida por ambos del conflicto en Bogotá que es Sumapaz.  

Esperamos que tanto los unos como los otros vayan a pedir perdón en Sumapaz, vayan a pedir perdón por el reclutamiento forzado, vayan a pedir perdón por los asesinatos cometidos, vayan a pedir perdón a las víctimas –tanto los agentes del Estado como los de la otrora guerrilla de las Farc, hoy desmovilizada afortunadamente–. Lo hemos invitado, lo hemos procurado, hemos avanzado, pero no hemos podido concretarlo. Llevamos dos años tratando de cumplir ese propósito, nos parece muy importante.

Desde aquí quiero reiterar mi apoyo personal, ciudadano, institucional como alcaldesa, a todas las instituciones del Sistema de Paz en Colombia, a la Comisión de la Verdad, a la Jurisdicción Especial para la Paz, a la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, en fin, a todas las instituciones del sistema.

Cuenten con nosotros, siempre han contado con nosotros en lo político, en lo social, en la inversión, pero también queremos que el sistema haga hechos de paz en Bogotá, y queremos que uno esos hechos de paz, solo uno, no digo que sea el único, muy importante sería que tanto los agentes del Estado como los miembros desmovilizados de las Farc fueran a Sumapaz y pidieran perdón y se comprometieran a un proceso de reparación como lo establece la jurisdicción, en el marco de sus propias sentencias.

Nos han dicho que prefieren esperar las sentencias. Lo entendemos, pero la voluntad no requiere de sentencias. La sentencia es un mecanismo formal en buena hora, legal, pero si de verdad hay voluntad no deberían ir obligados por una sentencia, sino motivados por su propia convicción. Así se los hemos planteado y el que persevera alcanza. Seguiremos perseverando.

Señalo por lo menos esos cuatro propósitos específicos: la defensa de la paz de la sociedad en las urnas; el respaldo a todas las instituciones de la jurisdicción de paz en Bogotá; sostener la invitación tanto a los agentes del Estado como a los miembros desmovilizados de las Farc, de que reconozcan la gravedad de los hechos, abusos y crímenes que cometieron en Bogotá y le pidan perdón a sus víctimas, y se comprometan con el proceso de reparación y reconciliación establecido en la Jurisdicción Especial para la Paz.

La construcción de la Política Pública Distrital de Paz, cuyo cronograma de formulación, participación, consulta y adopción está previsto para este año, y la promoción ante el Gobierno nacional saliente y entrante de por lo menos esas tres políticas públicas indispensables en mi opinión, pero, por supuesto, bienvenidas sus voces y su asesoría –si hay más las incluimos– para construir paz no solo en Bogotá sino a nivel nacional.

Que sepamos quienes somos, que se adopte formalmente el censo colombiano y migratorio, que se actualice el SGP para que a todos los municipios de Colombia podamos atender la inversión social y la inclusión social que requiere la construcción de paz, que se reforme la fuerza pública –en particular la policía como un órgano mucho más civilista, con mejor formación, con mejores incentivos– para cumplir la función de seguridad ciudadana en la paz y por la paz, que no se ha podido hacer en esos cuatro años.

Creemos que esas cuatro acciones son un buen comienzo de nuestra tarea juntos, además de todo lo que ya venimos haciendo que estoy segura ustedes van a nutrir, mejorar, verificar, reforzar, el PDET de Soacha y Bogotá, el PDET de Sumapaz, el cumplimiento del Plan de Acción Distrital para las víctimas, la elección misma de este consejo, la decisión política del Concejo de nuestra ciudad para que este consejo sea permanente, no sea solamente la instancia de un gobierno y ciertamente no sea una mera instancia simbólica, sino una acción sostenida del trabajo deliberativo –respetuoso, por supuesto, como todos los consejos de participación en nuestra ciudad.

Ustedes son un consejo independiente y no un apéndice de este gobierno, ni de ningún gobierno. Tienen su propia voz, su propia representación y una función que nos une que es la de ser la máxima instancia asesora y consultiva para efectos de la política distrital de paz.

A todos y a todas mil gracias por sus luchas, por sus vidas, por sus logros, por sus aciertos, por sus contribuciones a la construcción de la paz en Bogotá y en Colombia. Estoy segura de que eso fue lo que los motivó y las motivó a postularse a vincularse a hacerse elegir, a ser parte de este Consejo –es igualmente lo que me ha motivado a mí para llegar hasta aquí, para incluir estas iniciativas en nuestro plan de desarrollo, para haber avanzado estos dos años en las iniciativas que ya mencioné y para que avancemos juntos, por lo menos, y seguramente en muchas más cosas que estas cuatro que les propongo–.

Bienvenidos y bienvenidas. Doy por instalado el Consejo Distrital de Paz de Bogotá.

Muchas gracias.

En la siguiente transmisión, puedes consultar las palabras de la alcaldesa, Claudia López, en el marco del evento de instalación del Consejo Distrital de Paz: