Unas orejas asombrosas: Cómo a través del juego podrás ser más feliz con tu hijo

Yo participo

21•Nov•2024

Eran las 8:30  p.m. Carmen, cansada de un día largo, hacía grandes esfuerzos para poder empiyamar a Luis, su hijo de cinco meses de edad. Hasta hace un mes, ponerle la piyama resultaba una tarea fácil, pero ahora el pequeño empezaba a moverse con fuerza y a oponer resistencia.

Con sus movimientos la crema antipañalitis iba quedando esparcida por todo el cubrelecho y Carmen, empezaba a impacientarse. Y qué decir de Luis que no daba su brazo a torcer y ya empezaba a llorar.

De repente, Hugo, el papá, oyó el incipiente llanto de su hijo, dejó de lavar la loza y llegó corriendo hasta al cuarto. Al entrar notó rápidamente que el desespero, tanto de su pareja como de su hijo, iba en aumento.

Con más instinto que razón, agarró las medias de Luis, única prenda de la cual había logrado despojarlo Carmen, y se puso una en cada una de sus orejas. Recordó una canción de un viejo programa de televisión que veía de niño y empezó a cantarla mientras movía  su cabeza como un cantante de rock: “Soy bombín orejitas del espacio sin fin, y vine aquí a la tierra metido en un botín”.

Los ojitos de Luis se abrieron y brillaron y su sonrisa se expandió. Por unos segundos dejó de luchar con su mamá. Hugo se veía diferente,  parecía un conejo animado que irradiaba simpatía.

Al menos eso pensó Carmen que, sonriente, decidió aprovechar el momento de distracción de su hijo, para terminar de ponerle la piyama. Al lograr cerrar la cremallera de osito sobre el cuello del cada vez más fuerte Luis, tuvo ganas de celebrar y hasta le pasó por la mente besar al nuevo héroe con medias en las orejas, pero debía esperar a que terminara su espectáculo. 

Los pequeños seres humanos se sorprenden con facilidad. Todo es nuevo para ellos. Y esa extraordinaria capacidad de asombro resulta un gran aliado en nuestra labor de padres, ya que convierte a los niños en el público ideal, un público que logra emocionarse con casi cualquier cosa hagamos, desde una actuación improvisada hasta la interpretación de una canción olvidada.

Cada papá o mamá puede ser para su bebé el mejor espectáculo: el comediante más divertido, el cantante más popular aun sin tener idea de cantar o el malabarista más hábil. Con tan solo silbar una melodía, narrar un partido de fútbol entre peluches o contar con emoción un cuento, podemos ganarnos la atención de nuestros hijos y de paso ganarnos su admiración.  

Solo se requiere una actitud creativa y una dosis de amor adicional.  Estas dos cosas unidas nos  permiten dejar salir el niño que llevamos dentro y guardar por un rato, el adulto que llevamos fuera.

De esta manera, logramos convertir un mal genio repentino en un rato ameno, un posible regaño en un divertido juego, o un aparente problema en una oportunidad de afianzar los lazos de cariño con tu hijo.  

Por: Fernando Escobar Borrero

Escritor, conferencista y creativo. Correo electrónico: papascreativos@gmail.com Facebook - Papás Creativos, Niños mas Felices